El fascismo criollo
Luis García Planchart
Octubre de 2017
Capítulo I
Sentido y vigencia del fascismo
iberoamericano
El interés
sobre el fascismo criollo o fascismo iberoamericano se
remonta a los años treinta del siglo pasado. La aparición de gobiernos
totalitarios en varios países – Brasil, Argentina, Chile, Bolivia y México–,
durante el auge europeo de dicha ideología, rompió la fuente para su
interpretación.
Si bien los
análisis contemporáneos y las manifestaciones de los izquierdistas sobre todo
tras el cisma marxista que generó la III Internacional Socialista, no
constituyen criterios objetivos para identificar a los movimientos fascistas,
es indiscutible que ciertas conductas correlacionadas con esta manera de pensar
y actuar aparecieron en America Latina durante ese decenio.
Para entender
mejor las condiciones y límites del fascismo criollo, el quid no es
tanto discutir sobre si hubo o no fascismo en la región, sino cuáles fueron y
son su sentido y vigencia, entonces y ahora.
El 8 de octubre
del 2017 Mario Vargas Llosa dijo en Barcelona, España, ante casi un millón de
manifestantes contra el secesionismo catalán–:
Todos los pueblos modernos o atrasados viven en su historia
momentos en los que la razón es barrida por la pasión. Y es verdad que la
pasión puede ser generosa y altruista cuando inspira la lucha contra la pobreza
y el paro. Pero la pasión puede ser también destructiva y feroz cuando la
mueven el fanatismo y el racismo […] La
peor de todas, la que ha causado más estragos en la historia, es la pasión
nacionalista. Religión laica, herencia lamentable del peor romanticismo. El
nacionalismo ha llenado la historia de Europa y del mundo, y de España, de
guerras, de sangre y de cadáveres. Desde hace algún tiempo, el nacionalismo
viene causando estragos también en Cataluña.[1]
Admirable
síntesis, sindéresis y sintaxis del Premio Nobel de Literatura al describir una
de las facetas más importantes del fascismo, el nacionalismo, como una religión
laica, herencia lamentable del romanticismo.
El otro
prejuicio y preconcepto ínsito en el fascismo es el racismo. Oriol
Junqueras, presidente de Esquerra Republicana y vicepresidente de la
Generalitat de Cataluña, en un artículo publicado en la prensa local, aseguró
hace un par de años que no existía similitud genética entre los catalanes,
alemanes y suizos y el resto de los españoles; a quienes emparentaba, vía ADN,
con italianos y portugueses. ¿En qué se parece esta afirmación de lo sostenido
por Adolf Hitler en su libro Mi Lucha –Mein Kampf– como Teoría
de la raza superior?
Hitler no
sólo se apoyó en Gregor Mendel y un supuesto estudio realizado en Upsala,
Suecia, donde se habría demostrado la existencia de una raza superior
establecida en Alemania, Francia y Suecia. Además, Hitler acogió la hipótesis
del fascismo británico, al admitir que la arianización no dependía sólo de la
doctrina mendeliana, sino que algunas razas la tenían por el sólo hecho serlas,
es decir por su esencia, como en el caso del pueblo inglés.
Hitler
combinó todas estas teorías, pero en Mi Doctrina expresó que
la raza superior había surgido del ideal del Ego, del súper
hombre, caracterizado por Friedrich Nietzsche al sostener
que el ser humano no era una criatura de Dios, sino un producto
la evolución darwiniana; que el ario –o súper hombre, física e
intelectualmente hablando– provenía del centro de la tierra, de las
profundidades, por lo que fundó una secta que contextualizaba esta creencia, a la
cual llamó Doctrina Vrill, y que, según él, permitía vencer
la barrera del tiempo:
La tesis hitleriana sostenía que el “ideal de hombre puro”
contrarrestaba la existencia de aquellas razas miserables que lograron
sobrevivir pese a la selección natural: gitanos, negros y, especialmente,
judíos; promotores según el Führer de todos los males humanos como la
homosexualidad, la codicia, la pereza y el ser apátrida, que habían encontrado
su hogar en el comunismo.[2]
El Führer en Brandenburgo, anunciando la "solución final" (1938) |
Uno de los
reclamos de los votantes en las cariacontecidas elecciones de Cataluña del 1°
de octubre del 2017, impresas en miles de carteles que portaban los votantes y
entregados a ellos por los partidos separatistas Esquerra Republicana
de Catalunya –ERC– y Candidatura d'Unitat Popular –CUP–
; decían, palabra más, palabra menos–: Cataluña no puede seguir
financiando la pereza del resto de España.
En otras
palabras, las cabezas de la Hidra del fascismo, que este caso son tres,
impregnan hoy al independentismo catalán: el ADN del súper hombre según
Junqueras, el nacionalismo de Carlés Puigdemon, la pereza
de las razas miserables según los criterios expresados por
los partidos nacionalistas ERC y CUP.
Pero también
el monstruo tricéfalo ha irrumpido en otros países de Europa.
La populista
y euroescéptica Alianza de Ciudadanos Descontentos (ANO) del multimillonario
Andrej Babis ganó las elecciones legislativas celebradas el 21 de octubre del
2017 en la República Checa. El empresario, mezcla de Donald Trump y Silvio Berlusconi, deberá
de formar gobierno. ANO obtuvo el 29,07% de los votos, un porcentaje superior
al 27,7 % que le auguraban las encuestas. El segundo partido más votado fue el conservadores
ODS, con el 11,3% de los votos, seguido muy de cerca por el Partido Pirata que
logra un 10,8%. La formación ultraderechista SPD, con un discurso anti–gitano,
anti–islamista y anti–refugiados logró el cuarto puesto con el 10,06%, pese a
que en Chekia apenas hay inmigrantes y sólo a 12 refugiados de los
2.691 asignados por Bruselas.
Donald Tusk, presidente
del Consejo Europeo, alertó el 21 de julio del 2017 sobre la grave crisis
democrática en Polonia, país al cual gobernó durante siete años–: Es nuestra responsabilidad compartida evitar
un escenario oscuro que conduzca a la marginación de Polonia en Europa […] La
reforma judicial de Varsovia va contra los valores y estándares europeos y
amenaza con dañar nuestra reputación […] El
nuevo modelo judicial polaco pone a los juzgados bajo el control del partido en
el Gobierno […] La Unión Europea no
es sólo dinero y procedimientos. Es, principalmente, valores y criterios
exigentes para la vida pública. Su propuesta fue desechada por el Ejecutivo que le
considera enemigo de la Patria, e intentó destituirlo de su cargo multilateral en
marzo de ese mismo año [3].
Jörg Haider (1950–2008) fue líder de los partidos austríacos FPÖ y
BZÖ –escisión del FPÖ–. A partir de 1986, pasó a dirigir el partido,
desbancando al más moderado Norbert Steger, vice canciller y ministro de
comercio del gabinete socialdemócrata de Franz Vranitzky.
El liderazgo de Haider resultó el fin y la caída del
gobierno, así como el desmembramiento de alianza entre socialdemócratas y
liberales, al considerar los primeros como inaceptables las tesis nacionalistas
del neonazi, quien nunca ocultó sus simpatías hacia el régimen del Tercer
Reich.
El 15 de octubre del 2017, el Partido Popular (OVP) se
impuso en las elecciones legislativas en Austria y la extrema derecha neonazi –FPÖ–
quedó en el segundo lugar, resultados que reflejan la insatisfacción de los
electores sobre las políticas migratoria e islamista del gobierno saliente. El
carismático Sebastián Kurz se impuso con más del 30% de los votos, mientras que
el partido neonazi FPÖ logró cerca del 27%, un empate técnico con el
oficialismo socialdemócrata. Kurz anunció su alianza con el FPO para tener
mayoría en el Parlamento Austríaco y ser nombrado Primer Ministro.
En Dinamarca, el actual gobierno danés depende del
apoyo del nacionalista Partido Popular y tiene las reglas de inmigración más severas
de Europa.
En Finlandia, el jefe del nacionalista partido Los
Verdaderos Finlandeses es el actual ministro de RREE, desde que su organización
se sumó a la coalición de gobierno en el 2016. En Francia, El Frente Nacional,
de ultra derecha, obtuvo 6,8 millones de votos en las elecciones regionales de
2015, el mayor número de su historia. En Hungría, el partido de extrema derecha
Jobbik –tercero en intención de voto, según las últimas encuestas– ha organizado
patrullas de la Guardia Húngara, las
cuales se movilizan amenazantes en los barrios gitanos del país, tal como lo
hicieran los camisas pardas de Hitler
y los camisas negras de Mussolini
antes de ganar sus respectivas elecciones durante el primer tercio del Siglo
XX.
Ciertamente,
en los años 30 hubo similares precondiciones en América Latina, tanto por la
transición económica de los países más industrializados cuanto por la
significativa actividad de las minorías étnicas de procedencia europea.
Pero la
pregunta de los 64 mil dólares sería: ¿Es que sólo dichas condiciones se
manifiestan esporádicamente, en el pasado o el presente, o más bien resultan una
maldad propia y constante de la condición humana, criogénicamente dormida, como
el sapo que espera a su príncipe azul –llámese Adolfo, Hugo
Rafael, Carlés– para volver a la vida gracias a un baboso beso de lengua, y así
poder reiniciar su cadena de agravios contra el resto de la humanidad?
Capítulo II
El nacional–socialismo en América
Latina
En Colombia y
México, Alemania creó una triangulación –amparada por sus gobiernos al más alto
nivel– para espiar, sabotear y extender la capacidad operativa del Tercer Reich
en el Nuevo Mundo. Sus grupos funcionaron con gran efectividad, incluso cuando
ya estaba perdida la II Guerra Mundial, y algunos de sus integrantes recibieron
la condonación parcial o total de sus penas trocándolas por delaciones.
La protagonista
estelar de estos grupos fue Hilda Krüger, buenamoza, rubia, alta, de ojos
azules, segura de sí misma y multilingüe. Antes de llegar a México, Krüger tuvo
amoríos con Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda del régimen nazi, y con el
magnate petrolero Paul Getty uno de los primeros en el mundo con una fortuna
superior al millardo de dólares.
Hilda Krüger: "el arma sexual secreta" de Hitler |
Al llegar a
la nación azteca, Krüger se infiltró en el gobierno revolucionario y socialista
del caudillo militar Manuel Ávila Camacho y se hizo amante de su Secretario de
la Gobernación [3] y futuro presidente mexicano, Miguel Alemán
Valdés. Desde tan privilegiada posición, compiló inteligencia para la Gestapo y
consiguió materias primas para su país durante la II Guerra Mundial.
Al avanzar la
confrontación, las fábricas germanas no se daban a basto para producir
armamentos. Ante la demanda de las mismas, el Reich intensificó el contrabando
de mercurio y petróleo [4], exportado por toneladas desde México. A petición de
Krüger, el Presidente Alemán autorizó un descuento del 50% en las tarifas de
ferrocarril desde las minas hasta los puertos de embarque.
En 1941 EEUU
entró en la contienda, como aliado del Reino Unido. El gobierno estadounidense
presionó al Presidente Ávila Camacho para que se pronunciara contra Alemania,
Italia y Japón; y logró su objetivo. Entonces comenzó a desinflarse la burbuja
en la cual vivían los espías nazis.
Alemán,
acusado por EEUU de proteger los intereses germanos en México, dejó de
frecuentar Krüger, pero cuando Washington solicitó su detención, logró
mantener a salvo con la modalidad de libertad supervisada por
la Secretaría de Gobernación. Además, casó a Hilda con Ignacio de la Torre para
que ella pudiese permanecer en territorio azteca sin ser extraditada.
Krüger se
decía fascinada por el pasado mexicano, así que se inscribió en la
Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de México, y se hizo pupila
y amiga del historiador Edmundo O’Gorman y de su esposa, Ida Rodríguez
Prampolini, también historiadora. Además se vinculó con la crema intelectual del
país, representada por José Clemente Orozco, Salvador Novo y Alfonso Reyes.
Así, de golpe estrenó marido, amistades y ocupación, muy convenientes para
desvincularse de sus actividades ilícitas. En efecto, a todo el mundo se le
olvidó su pasado como espía.
Mientras
participaba en más de 30 películas, entre ellas Adulterio, Bartolo toca
la flauta y El que murió de amor, se especializó en personajes como la
Malinche y Sor Juana Inés de la Cruz. Dedicada, además de brillante, escribió
tres pequeños libros que tuvieron buena recepción en el ambiente.
Unos años
después se divorció, vivió en EEUU y luego regresó a Europa, sumiéndose en el
silencio y la soledad, hasta su muerte en Alemania, en 1991 [5].
Por su parte,
Argentina, Brasil y Paraguay se convirtieron en santuarios que albergaron a los
criminales nazis y los fondos que le habían arrancado a los prisioneros judíos,
literalmente hablando [6].
El tesoro
nazi arribó a Argentina de manera paulatina, entre 1942 y 1944, colmando las
arcas de las banca germana local. Un informe de la Secretaría del Tesoro de
EEUU, de 1946, pone de manifiesto el registro mercantil de 98 firmas durante
ese período, con transferencias giradas de Berlín a Buenos Aires.
El dinero
llegaba al Banco Central de la República, y desde allí se distribuía a los
bancos Alemán Transatlántico, Germánico del Río de la Plata y Deutsche Bank. La
marea de inversionista llegó a su apogeo al inclinarse la balanza de la guerra
a favor de los Aliados. Entre 1900 y 1942 se habían registrado Argentina 202
firmas comerciales de capital alemán; en los dos años siguientes se
establecieron casi un centenar. Philippe Aziz, investigador francés asegura
que, en 1942, Goebbels depositó en un banco bonaerense, bajo nombre falso, casi
2 millardos de dólares [7].
El oro
desembarcado en las playas argentinas fue sólo parte ínfima del caudal
transferido. Llego a bordo de 15 submarinos los cuales, además del metal,
transportaban familias enteras que escapaban de la derrota. En el siguiente
medio siglo el oro fue lavado y convertido en activos más negociables y menos
sospechosos.
En marzo de
1945, tras la tardía declaración argentina de guerra al Eje, algunas empresas
tudescas fueron nacionalizadas y puestas bajo la Junta de vigilancia de
la propiedad enemiga. La mayoría escapó a la medida y, a partir de 1946
hasta fueron contratadas por el Estado para trabajos en obras públicas como la
construcción del Aeropuerto Internacional de Ezeiza
Al
antropólogo y médico germano Josef Mengele, oficial de las Schutzstaffel–SS–
en el campo de exterminio de Auschwitz, se le atribuyó la selección de las
víctimas a ser ejecutadas en cámaras de gas y la disección en vivo de los
prisioneros.
Mengele huyó
de Auschwitz el 17 de enero de 1945, poco antes de la llegada del Ejército
Rojo. Con la ayuda de una red de ex miembros de las SS, navegó a Argentina en
julio de 1949.
En principio,
se domicilió en Buenos Aires y, pero tuvo que trasladarse a Paraguay (1959) y
Brasil (1960), para escapar de las autoridades alemanas, hebreas y de caza–nazis
como Simon Wiesenthal, que querían llevárselo y enjuiciarlo.
Pese a los
esfuerzos tudescos y del Mossad, Mengele nunca pagó por sus horrendos crímenes
y murió ahogado en la playa de Bertioga, Brasil, el 7 de febrero de 1979.
Adolf
Eichmann, teniente coronel de las SS, fue el responsable directo de la solución
final [8], principalmente en Polonia, y de la transportación de los
deportados a los campos de exterminio durante la II Guerra Mundial.
Al finalizar
la contienda, Eichmann fue capturado por el Ejército de EEUU, quien no le
reconoció. En 1946 se escapó y se enconchó en Alemania hasta 1948, cuando
obtuvo un salvoconducto para abandonar el país, mas no lo usó de inmediato. A
principios de 1950, con la ayuda del obispo católico Alois Hudal, obtuvo un
pasaporte de la Cruz Roja y una visa argentina, ambos a nombre de Ricardo
Klement, técnico de oficio.
El 17 de
junio de 1950 se embarcó en Génova y llegó a Buenos Aires el 14 de julio. Se
alojó en Palermo Viejo y comenzó a trabajar en un taller mecánico. Luego viajó
en tren a Tucumán para trabajar en una empresa alemana.
Su familia
arribó familia a Argentina y la trasladó a la provincia de Tucumán. En 1952, al
quebrar la compañía para la cual trabajaba, empezó a vender jugos en el puerto
de Olivos. Más tarde, comenzó a laborar en la fábrica de calentadores Orbis.
A Adolf
Eichmann lo detectó un judío alemán ciego, vecino suyo, Lothar Hermann, cuya
hija estaba empatada con uno de los adolescentes de la familia. Al comienzo,
Mossad no quiso creer que el invidente pudiera haber reconocido a uno
de los más buscados criminales de guerra.
Empero, le
sometieron a seguimiento y lograron identificarle positivamente, iniciándose el
planeamiento de su captura y traslado Israel, donde murió ahorcado. Al momento
de su abducción, el 20 de mayo de 1960, era gerente de la planta automotriz
Mercedes Benz.
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[2] Ortiz, Camilo: Teoría
de la raza superior de Hitler – Justificación de lo injustificable (2012)
[8] Un porcentaje importante del oro llevado a Argentina procedía de
las dentaduras extraídas a las víctimas de los campos del horror.
Capítulo III
Las dictaduras fascistas del Cono
Sur
El golpe de
Estado de 1964 en Brasil inauguró una nueva etapa histórica en las
intervenciones militares en America Latina; situación reforzada por el proceso
argentino, a partir de 1966, y atornillada –en 1976– al desintegrarse el
peronismo.
Tres nuevas
rupturas del hilo constitucional instalaron a la modalidad en los países del
Cono Sur.
1. En Uruguay, con la progresiva militarización del país,
tras un largo periodo de gobierno civil –durante el cual Uruguay había sido
reconocido como la Suiza de América Latina–. Las FFAA,
desestabilizadas por los guerrilleros Tupamaros, se fueron empoderando,
escalonadamente, tras la declaración de fuerza interna –en
abril de 1972– y hasta el zarpazo definitivo, –en junio de 1973– cuando optaron
por disolver al Parlamento. Al final del ominoso ciclo represivo uruguayo no
quedó prácticamente alguien en el país sin un familiar, amigo o conocido que
hubiese desaparecido o apresado durante el proceso.
2. En Chile, bajo el impacto de la violencia
militar y muerte, en 1973, de Salvador Allende, Presidente de República.
Fue el ejemplo más traumatizante del ahondamiento y solidificación de los
nuevos clanes militares en América Latina, reduciendo al inmovilismo y la
apatía a los opositores mediante una brutal persecución. Allí hubo episodios
absolutamente execrables, como la Colonia Dignidad, escuela
supuestamente hecha para educar a huérfanos de la represión, en la cual
realmente se les sometía a trabajos forzados y a satisfacer la lujuria de
oficiales y amigos de la tiranía.
La señora y el general Pinochet. A su lado, la "Dama de Hierro" |
Alfredo Stroesnner, el "General Marlboro" |
3. Alfredo
Stroessner murió a los 93 años en Brasilia, en agosto de 2006, después de haber
gobernado a Paraguay por durante 35 años con el apoyo del Partido Colorado.
Cobijó a decenas de nazis en Paraguay, e hizo desaparecer a más de 400 personas
bajo su mandato, pero jamás compareció ante algún tribunal. Se estima que la
cuantía de los bienes de Stroessner ascendía a unos 5 mil millones de dólares,
cuyos activos incluían. Se asegura que puso grandes navieras, fincas rurales y
empresas a nombre de sus familiares.[9] Gran parte del dinero lo hizo con el contrabando
y el narcotráfico, pues La Asunción fue un puente para la importación de
cigarrillos, electrodomésticos y whisky escocés, destinado a los países
vecinos, y la exportación de coca boliviana y peruana a EEUU, vía Panamá y México.
Este gran negocio delincuencial fue financiado, inicialmente por la tabacalera
Philip Morris, que contrató a los pilotos y aviones que volaba de Paraguay a México.
Las
dictaduras de Argentina, Chile y Uruguay avanzaron aún más en la profundización
de la violencia, al establecer una alianza llamada la Legión Cóndor.
cuyo propósito era aprehender, desaparecer y extraditar a los opositores
expatriados, sin pasar por ninguna vía diplomática o legal.
Eva Duarte y el general Juan Domingo Perón, creadores del "populismo" o "fascismo criollo" |
En este
panorama, Brasil se incorporó a la moda, con el gobierno más represivo de su historia, el denominado Período Medici, entre 1969 y 1973. Ante la
aparición de la guerrilla urbana en Brasil, el Presidente Emilio Garrastazu
Medici ordenó el espionaje y la tortura para suprimirla. El reforzamiento de la
represión política durante su gobierno hicieron conocido a su mandato
como los años de plomo del régimen militar.
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[6] Un porcentaje importante del oro llevado a
Argentina procedía de las dentaduras extraídas a las víctimas de los
campos del horror.
[9] Peregil, César: La herencia oscura del
Paraguay (2012)
Capítulo VIII
El fascismo en Venezuela
En este
sentido, la experiencia venezolana fue inesperada e impresionante.
En 1945 un
grupo de oficiales y civiles, al mando del teniente coronel Carlos Delgado
Chalbaud, derrocó el gobierno del general Isaías Medina Angarita; el más
democrático, honesto y progresista que la nación había tenido desde su
Independencia.
Como los
demás militares que actuaron en el golpe, los venezolanos habían bebido el
nacionalismo en las academias donde estudiaron. Delgado, en Saint Cyr, Francia;
Marcos Pérez Jiménez, en Chorrillos, Perú y así. Al actuar en la defenestración
de Medina un partido socialista, Acción Democrática, que derivado como el Apra
de la escisión marxista de la III Internacional, se dio la tormenta
perfecta: un régimen nacional–socialista.
El
experimento terminó el 2 de diciembre de 1948, cuando los militares decidieron
sacudirse a los civiles y declarar el gobierno de las FFAA a secas.
El
extraño intermezzo de un magnicidio
Dos años
después, el 13 de noviembre de 1950, fue asesinado Delgado Chalbaud, Presidente
de la Junta de Gobierno surgida tras el golpe contra Rómulo Gallegos. Rafael
Simón Urbina, sindicado como el autor del crimen, cayó, también abaleado,
cuando intentaba huir.
El caso de
Delgado Chalbaud no deja de ser harto extraño, por su excepcionalidad.
El cadáver del asesinado coronel Carlos Delgado Chalbaud, Presidente de la Junta Militar del gobierno venezolano, yace en capilla ardiente |
El Grupo
Uribante participó en casi todas las conspiraciones que hubo
en Venezuela en las décadas de los cuarenta y los cincuenta del
siglo pasado. El miembro más connotado del exclusivo club, Miguel Moreno, quien
era a la fecha Secretario de la Junta de Gobierno que presidía Delgado
Chalbaud, después del magnicidio fue expatriado y no se le permitió regresar
más nunca.[3]
Poco añadió
Braun al plan.
Le pareció de
ingenuidad supina que el primer mandatario venezolano utilizara siempre el
mismo trayecto para desplazarse de su residencia a su despacho. Pensó que era
un suicidio viajar en un vehículo no blindado, sin más escoltas que un par de
motociclistas, dos edecanes y el chofer. Visualizó la acción como de poca
complejidad, y así se lo hizo saber a sus anfitriones.
Después se
dedicó a comer y beber con ellos, dedicándose a sus propios asuntos, que
consistían en identificar, oír y recordar a sus interlocutores.
Ellos
admiraron la sangre fría del joven agente, quien no sólo hablaba inglés, sino alemán
y español sin acento, y para quien el asesinato del jefe de Estado de una
nación amiga le resultaba lo más natural del mundo.
Un conocido
abogado, Antonio Aranguren, representaba en Venezuela los intereses de la
Standard Oil Company, la mayor concesionaria petrolera estadounidense. Con
fondos aportados por su casa matriz, compró las armas, alquiló la casa donde se
ocultarían los conspiradores, y proveyó la logística requerida.[4]
Huelga decir
que, en 1950, ni las petroleras ni los productores se habían cartelizado.
Las cinco hermanas nacerían recién a finales los cincuenta,
después de la Guerra de Suez; y la OPEP tendría que esperar hasta que el
gobierno de Betancourt concertara un acuerdo con sus colegas levantinos, lo que
sólo sucedería a mediados de los sesenta.
En aquellos
días los negocios petroleros terminaban como en el Viejo Oeste Americano, a
puñaladas, tiros y tacos de dinamita. Sobre todo si se trataba de un botín
grande, y Venezuela era entonces el tercer productor de crudos del planeta y el
primer exportador de los mismos a EEUU.
Los sicarios
eran conspiradores de oficio, gente agresiva y rústica, nacida en la
tradicionalmente enguerrillada Serranía de Coro. Les dirigía Rafael Urbina,
general autonombrado en las guerras del caudillismo, quien durante la dictadura
de Juan Vicente Gómez no logró tomar Coro, pero sí ocupar incruentamente a la
isla neerlandesa de Curazao como plataforma para su posterior y frustrada
aventura. Uno de los conjurados contra Delgado Chalbaud era Domingo Urbina,
sobrino del general, quien le daría el tiro de gracia al Presidente.
Como hecho
curioso Román Delgado, padre de Carlos, también había fracasado al desembarcar
y levantarse contra Gómez en Cumaná. Román murió en la acción, pero su hijo
Carlos, quien le acompañaba en la aventura, escapó ileso y huyo a Francia,
donde se transformó en la antítesis de Urbina.
Por su
origen, Delgado Chalbaud pertenecía a la aristocracia de provincia. Se graduó
Ingeniero Civil y Militar, con los mayores honores de su promoción. Se
convirtió en viajero cosmopolita, y fue recibido como par por la nobleza del
Viejo Mundo. Por eso, visualizaba a Venezuela más cerca de Europa que de EEUU.
Delgado creía
poseer la clave para reducir la influencia estadounidense en
Venezuela, magnificada por su relativa cercanía al país. Consideraba que, al
entregarle las nuevas concesiones petroleras a los holandeses e ingleses,
lograría balancear el poder omnipotente del Imperio Yanqui.
Urbina,
en cambio, despreciaba a los holandeses por su pragmatismo a ultranza. Les
conocía bastante bien, pues muchos antillano–neerlandeses se habían establecido
en Coro, su provincia natal, desde la Colonia. Urbina agregaba a esta xenofobia,
común entre los descendientes de los inmigrantes vascos llegados a Coro en el
Siglo XVI, un anticomunismo feroz, tal como se predicaba en EEUU en la
época.
Urbina
consideraba Delgado un blandengue. Creía que, por su causa, Rómulo
Betancourt retomaría el poder a corto plazo, lo cual, en efecto, sucedió.
Aspiraba a triunfar, para imponer en Venezuela un régimen a lo Trujillo o a lo
Somoza, con el visto bueno de los yanquis. Por otra parte, creía que Betancourt
como un topo comunista.
En efecto,
las ideas expresadas por Betancourt en el ensayo Venezuela, política y
petróleo y sus intervenciones públicas no concordaban con la visión
estadounidense del capitalismo de posguerra sino, más bien, con las del modelo
socialista.
Tras volver
del exilio y presidir de nuevo al país, Betancourt tampoco adoptó el
liberalismo como eje del desarrollo, sino una suerte de capitalismo de Estado,
paternalista y clientelar, según el marxismo–engeliano aplicado por Josip
Broz (Tito) en Yugoslavia.
Los gringos
apostaban a lo seguro, hipótesis sobre la cual existen opiniones y documentos
valiosos que la soportan. Para nada les servía un caudillo de vieja data
gobernando en Miraflores. No querían a Delgado, pero mucho menos a Urbina.
Preferían a Pérez Jiménez, oficial egresado de Chorrillos, quien indudablemente
les favorecería en el reparto de las nuevas concesiones petroleras.
La CIA aprobó
la conspiración contra Delgado Chalbaud, promovida por la Standard Oil y
el Grupo Uribante. El FBI apoyó a Pérez Jiménez, exonerándole de
toda culpa en el magnicidio, y poniéndole en sus manos el timón de Venezuela.
Los
resultados de la investigación sobre el magnicidio, realizada bajo la
supervisión personal de John Edgard Hoover, fueron compilados en cuatro gruesos
volúmenes, y distribuidos profusamente entre los medios. Pero más tarde, se
recogieron.
En ellos no
se incriminaba a Pérez Jiménez, pues ya el culpable había sido identificado.
Las preguntas que se formularon entonces fueron–: ¿Por qué fueron
confiscados estos libros? ¿A quién o a quiénes involucraban las pesquisas del
FBI?
Delgado
Chalbaud no murió durante su abducción, en la cual quedó desfigurado su
escolta, el teniente Julio Bacalao Lara. Como le pasó al torero Paquirri,
Delgado Chalbaud se desangró internamente, sin percatarse que la vida escapaba
entre las tripas.
Al caer en
manos de la Seguridad Nacional, los Urbina fueron ejecutados ipso facto.
Aranguren purgó una pena larga en los calabozos de la dictadura. Al volver la
democracia y recién recuperada su libertad, desapareció, misteriosamente,
mientras sobrevolaba a Barlovento.
Los celos entre la CIA y el FBI en
el escenario venezolano
¿Quién vendió
la conjura?
Probablemente
Pedro Estrada, sabueso por instinto y policía de profesión, quien sirvió a
todos los gobiernos venezolanos, desde Gómez hasta Pérez Jiménez, y llegó a
comandar a un ejército de 5 mil esbirros, en una Venezuela que apenas contaba
con 7 millones de habitantes y cuyas FFAA no superaban los 15 mil efectivos.
Aunque sus
subalternos podían ser considerados verdaderos prototipos lombrosianos,
Estrada, con tan mala entraña como ellos, les llevaba una morena en cultura e
inteligencia.
Vestía con
elegancia y distinción. Hablaba, fluidamente, francés e inglés; el primero por
haberlo estudiado en Trinidad, el segundo por haber sido alumno sobresaliente
del Deuxieme Bureau en Francia.
Estrada fue
siempre un hombre de hogar. Al final de su mandato casó, en segundas nupcias
con una hermosa viuda de la mejor sociedad caraqueña. Con sus dotes de seductor
y la partida secreta del Ministerio RRII, consiguió muchas más delaciones que
mediante la tortura.
La inusitada
cortesía la cual le trató el gobierno francés durante el exilio, fue una
contraprestación a los servicios que Estrada le brindó como asesor de seguridad
del Estado, en los momentos críticos habidos después de la Independencia de
Argelia.
Tras el
atentado contra De Gaulle, el gobierno tomó la iniciativa y terminó con las
ilusiones de los aguerridos legionarios y paracaidistas indochinos y argelinos,
quienes ansiaban devolverle a su nación la grandeza colonial.
Haya sido
como fuera, el poder del cual disfrutó Estrada sólo es comparable,
proporcionalmente, al que tuvieron Hoover, director del FBI, o Beria, Comisario
de Seguridad de la URSS.
La intervención
de Estrada al resolver el magnicidio se puede explicar en función las
desavenencias existentes entre los organismos de seguridad de EEUU cuando
mataron a Delgado Chalbaud: el FBI espiaba a la CIA y viceversa. Estrada tuvo
que haber recibido una alerta del FBI sobre el complot contra el Presidente.
Sin descalificar la macabra eficacia de la Seguridad Nacional, sólo así puede
entenderse la velocidad conque Estrada detectó, detuvo y ajustició a los
conjurados, y el FBI resolvió policialmente el crimen.
Si se
considera esta hipótesis como verdadera, Estrada, debió preguntarse–: ¿A mí
qué me conviene más, que mande Delgado Chalbaud o Pérez Jiménez?
El general Marcos de Jesús Pérez Jiménez, elegido por el FBI como sucesor del asesinado Presidente Delgado Chalbaud |
¿Por qué la
CIA y el FBI habrían actuado de manera distinta y contradictoria en este caso?
En 1942 el
Presidente Franklin D. Roosevelt fundó la OSS –Office of Strategic
Services– para inteligencia militar y sabotaje. Roosevelt se proponía,
entre líneas, limitar el control absoluto que Hoover poseía a la
fecha, control que definió muy bien el Presidente de la Comisión Judicial del
Congreso Norteamericano: Hoover tuvo en sus manos el poder absoluto
sobre la vida y el destino de todos los estadounidenses. No hubo presidente,
congresista ni funcionario público, de cualquier rango, que no estuviera
fichado por él…[5] Y
lo ejerció, ¡de qué manera!
Durante la II
Guerra Mundial internó en campos de concentración a miles de inocentes estadounidenses,
cuyo único pecado era su ascendencia japonesa. Después del conflicto se dedicó
a cazar brujas, enjuiciando por sospechosos de comunismo a más de
50 mil personas, entre quienes cayeron Robert Oppenheimer, padre de la bomba
atómica, y Charles Chaplin, a quien deportó por la nimiedad de haberse burlado
de él en una de sus películas.
Durante las
dos últimas décadas de su gestión de 44 años se produjo el magnicidio de John
Kennedy y los homicidios de Robert Kennedy, Malcolm X y Martin Luther King en circunstancias
aún oscuras, a quienes Hoover consideraba sus enemigos jurados.
Inmediatamente tras su muerte, y por órdenes expresas del Fiscal General de la
Nación, los archivos personales de Hoover fueron destruidos.
Truman, sucesor
de Roosevelt en la Presidencia de EEUU, desconfiaba de Hoover tanto como su
antecesor, por lo cual le confirió a la OSS la responsabilidad de analista de la información global,
coordinadora de inteligencia y contrainteligencia y planificadora de
operaciones encubiertas. Así nació en 1946 el CIG —Central Intelligence
Group—.
William Donovan,
su Director pudo finalmente, en 1947, consolidar los servicios de inteligencia estadounidenses
en un organismo único de seguridad, la CIA, como se la conoce al presente. Sin
embargo, para lograrlo, tuvo que cederle a Hoover el control del espionaje y
contraespionaje en territorio norteamericano
Si alguien no
creyera en la historia de Hans Braun sobre la participación de la CIA en el
magnicidio de Delgado Chalbaud, de lo que sí no debería dudar es de su larga
intervención en todos los golpes de Estado y conflictos bélicos habidos en
Iberoamérica, desde la caída de Jacobo Árbenz en 1952 –Presidente de Guatemala–,
hasta las guerras civiles que asolaron a Centroamérica en los últimos tres
decenios del Siglo XX, así como en los asesinatos de Rafael Leónidas Trujillo y
Salvador Allende.
A Fidel
Castro la CIA le dedicó una docena de frustrados intentos de homicidio,
empleando medios que parecen sacados de las películas de James Bond. Chávez
heredó de su mentor, Fidel, la paranoia contra la CIA y, de vez en cuando,
afirmaba que la CIA lo quería quebrar. Empero, donde le
quebraron fue en La Habana.
Con el fin de
la Guerra Fría, la CIA se volvió obsoleta y el sitial preeminente que una vez
tuviera lo ocupó la DEA. Los peores fallos de la CIA ocurrieron en la voladura
de las embajadas americanas en África, el ataque suicida contra el
destructor USS Cole en Yemen y los falsos positivos en
identificación de armas de destrucción masiva en Irak.
Por razones
históricas, a los venezolanos les repugna, profundamente, apelar a la solución
estadounidense para liberarse, expeditamente, de jefes de Estado
indeseables o inconvenientes.
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[3] Cuando
cayó Pérez Jiménez, en 1958, Miguel Moreno intentó volver a Venezuela por
Maiquetía, pero las nuevas autoridades le deportaron a Nueva York, en el mismo
avión de Pan American en el que había llegado.
[4] Esta
hipótesis fue formulada por el doctor Juan Bautista Fuenmayor, co fundador del
Partido Comunista de Venezuela, pensador y ex Rector de la Universidad Santa
María de Caracas. La publicó en Santiago de Chile, mientras se hallaba
exiliado, y la tituló Aves de rapiña sobre Venezuela. A fin de
descalificar su importante aporte, se editó un libro homónimo, donde se tildaba
de corruptos a honorables ciudadanos que habían servido en el régimen de Pérez
Jiménez, lo cual hizo que amigos y simpatizantes le hicieran la cruz al
documento original.
Capítulo X
La vuelta al nacional–socialismo
en Venezuela
En 1958, los
partidos socialistas venezolanos salieron de la resistencia y el exilio y
volvieron al poder, repitiendo la abortada experiencia de 1945. Fue la
llamada IV República, consagrada en el Pacto de Punto Fijo,
del cual sólo quedaron excluidos los comunistas y izquierdistas radicales, que
se fueron a las guerrillas por órdenes del Che Guevara y Fidel Castro.
El líder socialista Rómulo Betancourt, electo Presidente de Venezuela en 1958 por una coalición socialdemócrata y socialcristiana- |
También se
emprendieron programas para darle a los desposeídos asistencia gratuita en
alimentación, educación y salud. Durante el segundo período de Rafael Caldera,
el comandante golpista Francisco Arias Cárdenas manejó el programa El
vaso de leche escolar, a escala nacional, complementándolo con
comedores populares y becas escolares.
En Cúcuta,
capital de la Provincia del Norte de Santander, había busetas que iban desde el
centro de la ciudad hasta la Maternidad de San Cristóbal, pues la atención
médica a las embarazadas era absolutamente gratuita en Venezuela, pero
totalmente impagable para los pobres en Colombia.
Sólo en el
segundo mandato de Carlos Andrés Pérez se intentó adentrar a Venezuela en la
economía de mercado, con un tibio paquete de medidas preparado por el economista
Miguel Rodríguez.
La alternancia mantuvo al sistema nacionalsocialista en el poder durante los 40 años de la IV República. Caldera le pasa, sonriente, el testigo a Carlos Andrés Pérez. |
La revuelta
tuvo que ser sofocada por la Brigada Caracas del Ejército, con un balance de
más de un mil muertos. Después de El Caracazo, vinieron los
golpes de Chávez en febrero de 1992, y del general Francisco Visconti, en
noviembre del mismo año.
Ese mismo año
apareció en el Diario El Nacional un recuadro donde se informaba
del presunto manejo doloso de 250 millones de bolívares, por la rectificación
de la partida secreta del Ministerio de RRII. Esa nota condujo a la acusación
por malversación y peculado del Presidente Pérez, su destitución y privación de
libertad. Estos actos le sirvieron el poder en bandeja de plata a la
anti–política, representada por Chávez.
La
labor de zapa del comunismo infiltrado
Mientras
la tormenta perfecta parecía haberse convertido en chubasco
tropical en el régimen de libertades de la IV
República, en 1964 se gestaba un nuevo nacional– socialismo o fascismo criollo,
la Revolución Bolivariana.
Según Alberto
Garrido [1], el 18 de octubre de ese año los marxistas aprobaron
un informe sobre la situación político-militar del país, documento elaborado por Douglas Bravo y Elías Manuitt, comandantes de la lucha
guerrillera en la Sierra de Falcón. Fue el primer escrito que trataba la fusión
de la guerrilla y las FFAA venezolanas.
En él se
destacaba, como una singularidad venezolana, la inexistencia de clases
cerradas en lo económico, político e ideológico, característica
proveniente de la esencia del Ejército independentista y la doctrina
igualitaria y popular de la Guerra Federal. Por eso, el icono del Libertador
siempre estuvo presente en la guerrilla venezolana.
Cuando
los documentos de la montaña fueron aprobados, existía
el Frente Simón Bolívar, a cargo de Argimiro Gabaldón. También
el Ezequiel Zamora, dirigido por Francisco Prada. Solamente faltaba
entonces el nombre de Simón Rodríguez para completar el Árbol de las
tres raíces. A fines de los años sesenta, también Simón Rodríguez fue
reivindicado por la guerrilla.
Cuando
apareció Ruptura, órgano informativo del Partido de la
Revolución Venezolana (PRV), el sector guerrillerista de Bravo –que en 1966
se había desprendido del Partido Comunista– distribuyó un afiche de la
organización con el rostro del maestro de Bolívar.
La inserción
de la guerrilla en las FFAA fue estimada a corto y largo plazos. A largo plazo,
para hacer proselitismo y acumular fondos para el momento insurreccional,
evitando desperdiciar ambos recursos en acciones inconvenientes o inoportunas.
A corto plazo, para convertir a las FFAA en proveedor de armamentos, logística,
inteligencia y otros elementos para usufructo del movimiento.
Teniente Coronel Hugo Rafael Chávez Frías. electo Presidente de Venezuela en 1998, tras una conspiración que arrancó en 199 |
La guerrilla
nunca se planteó una revolución dirigida desde las FFAA, sino la derrota total
de éstas. Hacia 1976 la guerrilla fue militarmente vencida, mas,
gracias al encarcelamiento de Richard Izarra[2], editor de la Revista Reventón, veteranos combatientes que
compartieron la celda con el joven periodista –de 19 años de edad–, conocieron
a su hermano, el piloto militar William Izarra, y establecieron un vínculo
entre Izarra y Bravo.
Ya Izarra
había incluido en su programa político el ambientalismo, el indigenismo, el
reformismo y un culto popular que incorporaba como deidad a Bolívar. En lo
internacional, se identificaba con la Tercera posición, apartada de
la bipolaridad y cercana a la Revolución
Cultural China.
El nuevo
objetivo era la alianza cívico–militar, que en lo castrense se
traducía en la formación de un Tercer Ejército o Ejército
Continental de Bolívar, mezclando a los revolucionarios de las
FFAA con la vieja guerrilla.
La Revolución
Bolivariana devendría de la ruptura
histórica, de ahí que la publicación de la organización se llamara Ruptura
Continental, tras la cual se crearía una nueva civilización. Izarra
quedó seducido por los planteamientos de Bravo, y se dedicó a formar con ahínco
un movimiento clandestino para impulsar la revolución desde las FFAA.
Así nacieron,
sucesivamente, Revolución 83 y Alianza Revolucionaria de
Militares Activos. Los grupos subsistieron hasta que Izarra fue expulsado
de la Aviación Militar, por un chivatazo.
Entonces, la
estrategia tomó otro camino.
En 1977, se
instaló el Frente Militar de Carrera, para coordinar a los
distintos componentes. En el Ejército se cuadraron, el Comité de
Militares Bolivarianos, Patrióticos y Revolucionarios, el Ejército
Bolivariano y luego el Movimiento Bolivariano
Revolucionario (MBR–200).
Pocos
militares, entre ellos Hugo Chávez, conocían al cerebro de la conjura, Douglas
Bravo. Toda la teoría a estaba servida para los jóvenes oficiales: su
elaboración le había llevado a la dirigencia guerrillera, para ese momento, más
de tres lustros. Hasta el cantautor Alí Primera era icono del MBR–200.
El MBR–200,
con base en el Ejército, se expandió a la periferia bajo el mando de Chávez. En
1986, Francisco Arias Cárdenas, cercano a Izarra y al Ejército
Bolivariano, se reunió con Chávez en San Cristóbal para negociar las
condiciones de una alianza. Chávez sostenía, en líneas generales, las viejas
tesis guerrilleras. Arias, en cambio, planteaba una conspiración militar
clásica, preservando los nexos con el sector civil, el cual creía necesario,
fundamentalmente como apoyo logístico.
El pacto
Chávez-Arias desplazó a Bravo. Pero no a las franquicias de la Revolución
Bolivariana, que sólo cambiaron de dueño. La llegada de Kléber Ramírez al
MBR-200, ex dirigente del PRV, significó el reconocimiento a las ideas de
Bravo.
Tras el
fracaso militar del 4–F, se produjo la ruptura ideológica, política y
organizativa entre los comandantes del alzamiento. Un grupo, liderado
por Arias, se reincorporó a la política a través del gobierno de Rafael
Caldera. El otro, conducido por Chávez, se mantuvo enfrentado al sistema.
Chávez
anticipó, en la prisión de Yare, una guerra civil, considerándola fratricida,
pero justa y legítima. Al quedar en libertad, Chávez se inclinaba por la
abstención electoral, pero el viejo camarada Luis Miquelena le convenció,
encuestas en mano, que la vía electoral era posible como preludio para asaltar
el poder. Surgió así lo de la revolución pacífica y
democrática, que no era ni la una ni la otra sino todo lo contrario, y cuya
estrategia fue definida por William Izarra –llamado por Chávez como parte
del nuevo equipo–como: Tomar el poder por la vía electoral para, desde
el Gobierno, implantar el modelo revolucionario.
En el ínterin
apareció Norberto Ceresole, sociólogo argentino asesor de Raúl Seineidin, el jefe
de los militares rebeldes argentinos apodados los carapintadas.
Chávez y Ceresole se encontraron en 1994, y desarrollaron una intensa relación.
Chávez tomó de Ceresole dos ideas centrales. Gobernar con legitimidad popular –Con
Chávez manda el pueblo–, pero a través del Ejército –Obediencia
debida–, para evitar las interminables discusiones de las democracias
representativas.
El modelo fue
llamado por Ceresole pos democracia. En el plano
internacional, planteaba un mundo pluripolar, capaz de enfrentar
al mundo unipolar liderado por EEUU. El nuevo orden
internacional implicaba alianzas estratégicas con los
de gobiernos enemigos y movimientos opuestos a EEUU: China, Cuba,
Irak, Irán, Libia y Rusia para empezar.
El 11 de
abril del 2001 la Revolución Bolivariana ideada por Bravo,
modelada por Ceresole y liderada por Chávez, chocó con una traumática realidad:
buena parte de la alta oficialidad de las FFAA rechazaba a la revolución.
Chávez fue depuesto y repuesto en 48 horas, por falta de un proyecto de poder
de quienes le tumbaron.
El resultado
inmediato del doble sacudón fue el cambio de rumbo de la estrategia. Se volvió
al proyecto original cívico–militar: una parte de las FFAA se quedó con el
sector revolucionario de la población para provocar la ruptura histórica.
Capítulo XI
El convenio entre la clase media y
el gran capital
Apoyándose
en la experiencia europea, Dos Santos arriba a las siguientes
conclusiones:
Puesto que el fascismo se apoya en la pequeña burguesía y
una ideología política social–confusa, el
Estado fascista es en realidad un convenio entre la clase media y el gran
capital.
En
consecuencia, los regímenes fascistas concretos no son los
necesariamente imbuidos y construidos sobre ideales equívocos y
demagógicos, sino como resultados del encuentros entre estos ideales y
las condiciones objetivas.
Por eso
–según Dos Santos– es impropio calificar de fascistas a los gobiernos de Juan
Domingo Perón y Getulio Vargas, ya que–: …las formas
corporativistas que se dibujaban alrededor de estos regímenes
reflejaban, en el contexto de los años treinta un ideal
liberador y nada reaccionario.[3]
Empero, si
considera las dictaduras militares como regímenes
fascistas-dependientes, pues reemplazan la imagen del jefe por el de una
elite tecnocrática militar y civil, y al aparato nacional burocrático–militar
por la represión y el orden público como factores de
desarrollo.
Otro escritor
que comparte esta segunda corriente es Armando Cassigoli, quien distingue
dos clases de fascismo: el del esquema europeo de las entreguerras del siglo y
el latinoamericano, al que prefiere categorizar como atípico. Su
juicio valorativo no profundiza en las especificidades de los regímenes
latinoamericanos, sino que diferencia y asemeja ambos modelos.
El primer fascismo es un fenómeno político, fundamentalmente
europeo, inherente a la acumulación de la riqueza, al cual Lenin denominó
“imperialismo”. Se caracteriza por oponerse al proletariado, al
internacionalismo, al socialismo, al bolchevismo y al capitalismo
liberal. El segundo tipo, de franco desarrollo en America Latina,
presenta analogías formales con el primero, pero aparece en un contexto
diferente: la internacionalización del capital y multiplicación de las transnacionales.
Adopta como ideología la defensa del mundo libre, de la cultura
occidental, del Hemisferio; es decir, la preservación del status capitalista
global.[4]
Un ensayo de
Marcos Kaplan ilustra la tercera interpretación cuando responde a la siguiente
pregunta –: ¿Cuándo aparece y se desarrolla una modalidad sui
generis del fascismo latinoamericano? Desde el comienzo de los años treinta,
donde se inicia el declive, la descomposición mas o menos rápida de las
estructuras y condiciones socioeconómicas que habían facilitado al Estado
tradicional y a la oligarquía el cumplimiento de sus metas y objetivos,
permitiéndoles consolidar su dominación y su hegemonía.
La aparición del fascismo se explica como resultado de esta
contradicción insoluble entre las exigencias del modelo de crecimiento y el
tipo de economía y de sociedad que pretende llevarlo a cabo; los efectos de la
hegemonía en crisis y la continua inestabilidad política.
A través del fascismo, se consolidan la elite oligárquica y sus
alianzas estratégicas, se refuerza la intervención estatal y se redefine su
aplicación, se le da paso al desarrollismo, la utilización práctica de la
ciencia y la tecnología y la captación de la meritocracia para reorientar el
sistema educativo, asignar recursos crecientes a las formas simbólicas de
poder, militarizar parte de la burocracia estatal, universalizar la coacción y
elaborar un nuevo orden político.[5]
Kaplan piensa
que la elite oligárquica refuerza y organiza un sistema de
alianzas que le permite un mayor refuerzo del poder. Esta conversión
adaptativa de la oligarquía se completa con vínculos con las
trasnacionales y las FFAA; así como con intelectuales, tecnócratas,
meritócratas, burócratas, profesionales de clase media, sindicalistas y la
aristocracia obrera.
Finalmente,
de manera dogmática y pesimista, pontifica–: El fascismo se ha instalado
y va a perpetuarse para siempre, pues dada su
naturaleza y resultados, aspira a la eternidad.
El
neofascismo en cuestión
Dos criticas
de origen marxista descalifican la hipótesis del fascismo aplicado a la
dominación de Iberoamérica. La de Hugo Zemelman, que lo visualiza
como un régimen militar nacido en el seno de una sociedad
socialista –la sociedad chilena bajo Pinochet–. La de Borón, que rechaza
enfáticamente la mera existencia de un fascismo latinoamericano.
Zemelman
propone que negar o afirmar a los regímenes fascistas
en America Latina requiere definir e identificar a priori los
rasgos de su esencia. Para él, el fascismo luce como una incapacidad de la alta
burguesía para controlar al proletariado. El fascismo tiene como atributo
la unidad monolítica,que exige, a su vez la sumisión de las
masas populares y de la burguesía –u obediencia debida– rompiendo
así los nexos del aparato estatal con todos los intereses particulares de
los grupos socioeconómicos, lo que explica la independencia
del poder fascista de la antigua clase gobernante.
Otro
rasgo distintivo del fascismo es su formateo como movimiento
de masas radicalmente antiliberal, e instrumento de los grandes
intereses monopolistas y terratenientes, bajo la cobertura del
cooperativismo.
Respecto al
fascismo chileno, Zemelman se aparta de los demás.
En
Chile la organización de un
movimiento de masas y de un partido que hubiera
sido el centro supremo de decisiones,
no se dio: las FFAA se auto–asignaron ambas funciones.
Además, apartaron a los partidos democráticos tradicionales y cuestionaron a
sus líderes. El proceso chileno nunca recurrió a factores carismáticos ni a la
demagogia socialista para movilizar las fuerzas pequeño–burguesas, como sí
lo hizo el fascismo europeo. La ausencia antes del golpe de
Estado de un partido de masas de oricntaci6n fascista –que pudo haber
sido el Demócrata Cristiano de Eduardo Frei–, facilitó el
enfrentamiento directo entre las FFAA y la oposición. Los
militares, al echar a los partidos tradicionales, se convirtieron
en la nueva clase política. A modo de conclusión, Zemelman
estipula que el proceso de fascistización que va de la etapa popular a la
etapa militar y totalitaria), al no haberse
cumplido en Chile, se caracterizó sobre todo por su carácter militar y
burocrático.[6]
El sociólogo
argentino Atilio Borón se pregunta–: ¿Es el fascismo un término apropiado
para definir la naturaleza de los regímenes políticos de esta región? No
es recurriendo a la denuncia ideológica y a palabras que arden,
justificadas y empleadas correctamente en otras épocas
y lugares, como se detectan los rasgos distintivos de los gobiernos
represivos de America Latina.[7]
Borón critica
la utilización desconsiderada del concepto proceso de
fascistización en Iberoamérica, pues llevaría a meter en
un mismo saco de gatos las dictaduras de Anastasio Somoza, Rafael Leónidas
Trujillo, Alfredo Stroessner y Françoise Duvalier; las cuales, según él, nada
tuvieron de fascismo:
Si la fuerza.
la violencia inherente a todo Estado son sinónimas de fascismo, hay que
considerar a toda la historia de la humanidad como “la historia del fascismo”. El fascismo crece sobre las ruinas de
una ofensiva revolucionaria frustrada y los hombros de una amplia
movilización de la pequeña burguesía […] El fascismo es un sistema que, pese a
su amalgama contradictoria, representa una alternativa a la vieja ideología
liberal.
El nuevo
autoritarismo militar aparecido en Iberoamérica a finales de los años
sesenta y setenta del Siglo XX –según Borón– no estaban vinculados necesariamente
con el crecimiento del capitalismo monopolista, lo cual sí habría ocurrido en
Europa cuando la gran burguesía nacional fue, al mismo tiempo, hegemónica,
monopolista e imperialista. La internacionalización fascista en los mercados
periféricos se realizó de forma distinta en Alemania e Italia y Alemania pues
su capitalismo estaba retrasado. Fue un intermedio pos populista producto
de las crisis de las instituciones liberales, y cuyo objetivo centralizo
en crear nuevas alianzas.
Según Borón,
los dueños del capital transnacional aseguraron su poder al dominar a la
pequeña burguesía nacional y a ciertos sectores de la clase media que pudieron
obtener beneficios concretos en el nuevo esquema de acumulación. En tercer
lugar, insiste Borón, deben establecerse diferencias con los
fascismos europeos pues en los autoritarismos latinoamericanos no hay
masas que apoyen a tales regímenes ni una ideología que los secunde.
A partir de
Allende en Chile y Goulart en Brasil, Borón destaca que, pese a una movilización
de clase media al estilo fascista, sus militarismos, desestimaron y soslayaron
al activismo social, incluso en aquellos casos puntuales en los que las
movilizaciones podrían haberles ayudado a fortalecer sus bases de apoyo. Estima
igualmente que entonces tiempos no había nexos económicos entre la gran
burguesía y la clase media. Distingue como último factor diferenciador que no
estuvo presente en las dictaduras latinoamericanas una reestructuración
parecida a la que efectivamente hubo en los regímenes fascistas europeos.
El aspecto
político mas interesante en su análisis se refiere al momento en que se
militariza al Estado. Señala que, en contra de las formas
convencionales de intervención militar –por ejemplo,
los pronunciamientos–, son las FFAA las que ocupan los variados
organismos estatales, proyectando su estructura jerárquica sobre el
resto de la nación. Desde este punto de vista Borón lanza la siguiente
hipótesis–: La ascensión de las FFAA se transforma en partido orgánico
de la gran burguesía, y como corolario, la propia institución
militar se convierte en el partido del orden público, cuando
colapsan las múltiples fórmulas de la democracia representativa con las cuales
se pretendió solventar las crisis. Desde esta óptica concluye, que el
Estado militar es la alternativa histórica del fascismo para
manejar los mercados periféricos.
El argumento
de partido militar para el desarrollo económico fue aplicado, , al caso
brasileño por Alain Rouquie, quien lo ha aplicado en primer lugar al caso
brasileño, haciéndolo extensivo después al resto de América Latina–: Las
FFAA pueden convertirse en políticas para reemplazar las funciones asignadas
constitucionalmente a los partidos […] Esos regímenes
sin partido ni aparato no poseen una base masas y ni tratan de tenerla.
No politizan sino despolitizan a sus ciudadanos, no adoctrinan a la clase
obrera sino que la incitan a mantenerse tranquila […] Los estados militares
nacieron para suprimir la política y no para crear otro orden político […] Más
que definir la naturaleza de estos regímenes, hay que hablar de las
funciones asumidas por los militares, que representan la hegemonía sustitutiva,
donde el Estado-parapeto reemplaza al Estado-social. Lo que no significa as
FFAA se desvincule de la lucha de clases o se conviertan en instrumento la
burguesía, sino que actúa en ambas modalidades, no de manera alternativa, sino
simultáneamente. [8]
----------
[8] Rouquié, Alain: El estado militar en
América Latina (1984 ).
Capítulo XII
El fascismo según Perón y Vargas
El concepto fascismo se incorpora a la historia de
América Latina tras la fundación del partido socialdemócrata Apra, fundado en
1924 por el ex comunista Víctor Raúl Haya de la
Torre en Perú, y reafirmado durante los gobiernos de
Getulio Vargas en Brasil y Juan Domingo Perón en Argentina.
La
superficialidad del análisis político en esos años, que oscilaba entre el
artículo periodístico y el formalismo jurídico, llevaba a formular analogías
simples. La importancia del fascismo después de la II
Guerra Mundial en los países democráticos y no democráticos y el renovado interés
que la ciencia política americana otorgó al significado de concepto de totalitarismo –definiendo
con él tanto al estado nazi–fascista como al estalinista– y la popularizaron del
adjetivo fascista para definir a los regímenes autoritarios
fuera del contexto europeo.
Así se
explica por qué el vocablo se convirtió en la grosería por excelencia en el
lenguaje de militares, periodistas y ensayista latinoamericanos. El fascismo de
quienes pertenecen a la izquierda socialista y comunista
o a la derecha conservadora y liberal se integró por unanimidad a la imaginería
política. Con el crecimiento de las Ciencias Sociales, los conocimientos sobre
la teoría política se enriquecieron, y hubo que volver a pasar por
un tamiz los gobiernos de Perón y Vargas, asociándolos más al concepto de populismo. En los años
setenta, volvió a la orden del día naturaleza fascista de los años treinta.
Eva Duarte, Getulio Vargas y Juan D. Perón |
Empero, el Estado Novo de Vargas,
decretado en 1937, no obstante su legislación
!aboral de corte fascista, resultó de menor impacto.
Después de la
II Guerra Mundial utilización del concepto populismo
para caracterizar a los regímenes de Perón y Vargas se
generalizó en el argot de la Sociología latinoamericana.
Recurriendo a
esta aproximación, puede inferirse que el fascismo es
un movimiento de masas propio de la clase media, en contraposición
con el capitalismo, el socialismo, las trasnacionales y la aristocracia obrera. Luis Alfaro Ucero,
desde joven miembro del Partido Democrático Nacional y luego de su sucesor
Acción Democrática, organización en la cual llegó a ser su secretario general,
diputado, senador y hasta le postularon a la elección presidencial de 1998,
terminó un famoso discurso en Carúpano (1944) con la siguiente frase: ¡Abajo los ricos! ¡Abajo los pobres! ¡Viva
Acción Democrática!
Se afirma
también que las tres principales familias políticas derivadas de la Revolución
Francesa corresponden a bases sociales diferentes: la derecha, a la
burguesía; la izquierda, a los obreros, el campesinado y el lumpen; el centro, a
las clase media.
Mussolini, en inventor del fascismo |
Si se quiere
comprender mejor la naturaleza política
de los mandatos de Vargas y Perón, en
primer término hay que correlacionar la
cronología de sus períodos, pues ambos dirigentes latinoamericanos arribaron al
poder con una diferencia de 16 años.
Vargas se
convirtió en jefe de la transición al triunfar la Revolución de Octubre,
en 1930; Perón fue electo presidente en 1946. Empero, el tiempo se constriñó y
aproximó a estos dos líderes entre 1950 y 1954, cuando ya son eran las cabezas
de sus regímenes. También los unió el dios Cronos cuando abandonaron el poder, casi
simultáneamente: Vargas por suicidio, en agosto de 1954; Perón derribado por un
golpe, en noviembre de 1955.
Vargas y
Perón aprovecharon la guerra para modificar sus economías agro–exportadoras, substituyendo
las importaciones por producción nacional. La industrialización,
combinada con el proteccionismo en las empresas básicas y las inversiones extranjeras
fue la llave del éxito.
La principal diferencia
entre ambos gobiernos se dio en la relación con lo social. Vargas
desarrolló una lenta y progresiva movilización popular, iniciada en los años
cuarenta y potenciada entre 1950 y 1954, la cual desembocó en las reformas
de Joao Goulart –su heredero político– entre 1961 y 1964. Esta reforma causó la
intervención militar en 1964.
Perón, por el contrario, hizo todos
sus cambios durante tres años, entre 1945 y 1948.
Capítulo XIII
¿A dónde va América Latina?
Desde la
fundación en 1990 del Foro de Sao Paulo por el longevo
dictador comunista Fidel Castro y el presidente del partido de los
trabajadores de Brasil, Luis Ignacio Lula Da Silva, se abrió una nueva etapa
para el fascismo latinoamericano. Al evento asistieron muchos de los futuros
mandatarios de la región, entre ellos Hugo Rafael Chávez Frías.
Para legitimar a su proyecto foropaulista, Fidel hizo las paces con Jesús Cristo Súper Star. La recatean le funciona dos Papas después. |
En esta
reunión, el objetivo principal fue lograr la unidad de las fuerzas de
izquierda, aquéllos partidos y movimientos progresistas
que consideraban justo y necesario un sistema diferente al capitalista para
salir de la pobreza y de la explotación inicua que las trasnacionales, el
sistema financiero internacional y los EEUU ejercían sobre los pueblos de
América Latina.
Lo más
resaltante fue el nacimiento del foropaulismo o versión
actualizada del fascismo. Se aprobó relanzar, a través de esta cúpula, relanzar
la Revolución Cubana en América Latina, financiándola con el
petróleo venezolano, la coca andina y la madera amazónica.
En su
discurso final, Fidel Castro encendió la mecha del detonante–:
Es por ello
que el otro punto que nosotros llevamos a la conferencia cumbre, como una
cuestión esencial, fue lo relacionado con la integración de América Latina, y
cuando hablamos de ella como aspiración de América Latina, hablamos de su
integración económica y política. No es una cuestión de sentimentalismo […] Los tiempos son muy difíciles, pero tengo la
más absoluta convicción de que con el valor y la inteligencia de nuestro pueblo
y con la solidaridad de ustedes, que de forma tan espontánea y tan generosa se
ha expresado en esta reunión, el pueblo cubano, en el que tendrán ustedes el
más firme y leal compañero de lucha, sabrá luchar, sabrá cumplir con su deber y
sabrá llevar adelante su propósito de salvar la patria, la Revolución y las
conquistas del socialismo.[1]
El mensaje
caló hondo entre el nuevo liderazgo latinoamericano, pero cada asistente lo
interpretó a su manera.
Los Kirchner
decidieron adaptar la idea básica a su esquema extremista de
centro, que les funcionaba bien, castigando de cuando en vez a
los inversionistas buitres, como lo hicieron al manejar el
default de la deuda externa.
Los mayores beneficiarios del Foro de Sao Paulo: Kirchner, Morales, Lula y Chávez |
Ollanta
Humala vio en el llamado del tiranosaurio cubano, su tabla de salvación en el
chavismo. Ortega, las FARC, todos salieron bailando en un solo pie.
Para Hugo
Chávez el primer Foro fue una revelación, y el tercero una revelación.
Aprendió a
manejar los medios audiovisuales imitando al finado Renny Otolina, el mejor
presentador de la televisión habla hispana, y dedicó horas a estudiar sus
viejos vídeos.
Decidió, como
el Führer, particularizar su discurso básico según el auditorio. Al hablarle a
los sin tierra, les prometió apoyo oficial para sus invasiones; a los
desempleados, préstamos sin interés; a los indigentes, autoestima; a los
jóvenes, idealismo y revancha.
Una y otra
vez atacó a los corruptos, a adecos y copeyanos, que trajeron pobreza y
desocupación, acabaron con la agricultura y arruinaron la clase media. A
quienes le seguían lealmente y le tapaban sus errores, les empleó como
promotores, en un trabajo político diario y muy bien remunerado.
Los
marginales lo escuchaban en éxtasis, sintiendo que, ¡al fin!, sus sueños iban a
materializarse, y ellos ocuparían los primeros puestos en la Revolución. Convencidos
de la seriedad de sus planteamientos, se apoderaron de las plazas públicas e
intentaron hacerlo con las universidades nacionales, adorando al comandante
presidente como amo del discurso y rey de la movilización popular, con una
pasión cuya fuerza y vitalidad sólo él, entre los políticos de su generación,
logró generar.
Chávez
invadió todos los espacios mediáticos, públicos y privados, y controló todas
las instituciones del país. Así como Mussolini quería recuperar la grandeza de
la Roma Imperial para Il Faccio[2], Chávez
se proponía recrear a la Gran Colombia, añadiéndosela al Brasil gobernado por
Lula y, ¿por qué no?, reiniciar la Revolución Tricontinental dejada
trunca por el Che Guevara.
Por eso apoyó
a las FARC, al indigenismo y al panarabismo, que visualizaba como picos de la
sierra neo–marxista. Creía en la guerra revolucionaria, y
consideraba a Marulanda a la par de Ho Chi Min, Castro y Mao. Pero su ilusorio
proyecto murió con él en La Habana, en circunstancias y fecha tan inciertas que
han hecho creer a muchos de sus camaradas que la causa de su fallecimiento no
fue precisamente el cáncer, sino la desatención o mala praxis de los médicos
cubanos. Al morir, en lugar de una gloriosa Gran Colombia, lo que Chávez legó
dejó fue una paupérrima Cubazuela, desprovista, además, de moral
y luces.
Las alianzas
entre la guerrilla colombiana y los carteles de la droga intensificaron en
Venezuela y sus fronteras con Colombia la producción, el tráfico y el consumo
de estupefacientes a niveles nunca vistos, el robo a granel de automotores, el
atraco a instituciones financieras, la tortura atroz a los enemigos de
la causa y la vacuna o peaje para que los extorsionados evitaran
mayores males. Cuando cayó de Fernanhino, capo del cartel más
poderoso de Brasil, declaró ante las autoridades al referirse a las
FARC–: Les enviaba 10 millones de dólares mensuales por sus servicios.
Pastrana Borrero, presidente de Colombia y Marulanda, jefe de las FARC, dialogan cordialmente |
Después, la
lista de secuestrables se extendió a otras personas y actividades económicas,
así como a sus hijos y parientes más cercanos. La guerrilla plagió a Richard
Boulton, piloto; a Maritza Serizawa, médico –a quien la soltaron por solicitud
de Chávez–; a Enrique Aguirre, ingeniero; a Hildegart Sanoja, ama de casa; y
a tres jóvenes estudiantes: Cástulo Ferrer, Hermir García y Adelmo
Rangel.[1] Asimismo, en el año 2000 llevaron a Colombia al
primer lugar mundial en secuestros, con más de 3 mil víctimas, un equivalente
al 61% de la sumatoria global.[2]
Aunque las
FARC negó su vinculación con la mayoría de estos hechos y sólo los reconoció
cuando podía presentarlos como políticamente correctos, los
cabecillas de los secuestradores fueron siempre los mismos, a sus víctimas las
encanaban en territorio colombiano y la liberación de los cautivos se logró,
casi exclusivamente, negociando directamente con la guerrilla.
Un secuestro
conllevaba meses de preparación. Además del más concienzudo estudio de los hábitos
y costumbres del objetivo –para seleccionar el momento ideal de su captura–,
los victimarios tenían que conocer, con mayor precisión que el mismo gobierno,
guarismos, locaciones y montos de sus haberes. Por eso, pocas veces erraban al
tasar el rescate. Al plagiado o bien lo ocultaban soterrado durante largos
períodos, o bien lo ruleteaban por varias conchas [3], hasta su liberación.
Hemir García,
venezolano de 18 años, de clase media, pasó 8 meses de penoso cautiverio, hasta
que su familia, empeñándose hasta los tuétanos, pudo juntar los cobres del
infame e infamante rescate. Él ofreció el siguiente y desgarrador testimonio:
Sé que estuve
en Colombia porque atravesamos el Río Arauca. Por las noches caminaba mucho, a
veces me trasladaban en lancha, con los ojos vendados, y durante el día me
ocultaban en las montañas, en campamentos improvisados. Como venezolano me
sentí traicionado, por eso le pido al gobierno que sincere su política y que
sea diligente, para lograr un acuerdo de respeto a favor de las víctimas de
este horrendo delito. No, no me iré de Venezuela. No podemos permitir que el
país se nos escape de las manos.[4]
El general mexicano Jesús Gutiérrez Rebolledo, "Zar de la droga" y capo narcotraficante |
Los
aprehensores usaban uniformes militares y empleaban armas de alta potencia
–ametralladoras Uzi, fusiles FAL y pistolas Glöck–, fabricadas o
comercializadas por la industria venezolana de armamentos.
Si el
secuestrado oponía resistencia, era liquidado inmisericordemente, como hicieron
con el abogado tachirense Pablo Andrés Díaz en 1997, a quien lo cosieron a tiros
sus captores cuando pretendó huir. Llegó a tal punto la osadía de los
secuestradores de las FARC que designaron públicamente, en la prensa
colombiana, al ganadero venezolano Otto Ramírez como objetivo militar,
al haberse opuesto a pagar la vacuna o, como le
decían eufemísticamente los choros, el impuesto revolucionario.[5]
El secuestro
de venezolanos, apoyado en una supuesta justicia de la causa
revolucionaria, fue causante, entre otras distorsiones, de que la
aseguradora y reaseguradora Lloyds de
Londres creara una póliza especial para los plagios en Venezuela y la
negociación con los captores en Colombia, que numerosas propiedades cercanas al
territorio ocupado por la guerrilla se remataran a precios de gallina flaca y
que el blindaje de automotores se convirtiese, reservado en otros
países para los políticos y personajes célebres, en una actividad dilatada y
súper rentable.
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[2] Se refiere al trigo, y visualiza, icónicamente,
el hecho de que cualquiera puede quebrar, con facilidad, una espiga; pero
ninguno puede hacerlo con un haz. Aseveración que ha sido simplificada en la
frase de calle: ¡El pueblo, unido, jamás será vencido!
[7] Diario El Nacional, Caracas
(13/05/01).
Capítulo XV
Las tres patas
del foropaulismo
La primera pata del foropaulismo es la cubanización
de la educación, cuya estrategia se sintetiza así:
Venezuela
necesita su propia Revolución Cultural […] Lo primero es la liquidación total
del analfabetismo; el segundo la conversión de todas las escuelas públicas en
Escuelas Bolivarianas. Otros pasos son […] reeducar a los maestros para crear
una nueva mentalidad, formada en los objetivos de la Revolución […] reformar
las universidades y los institutos superiores en función de las exigencias de
la transformación del país, crear una conciencia socialista nueva, patriótica,
culta e innovadora [1]
La segunda pata es la expropiación de la tierra:
La reforma del
régimen de propiedad de la tierra, con el propósito de liquidar definitivamente
al latifundio y asegurar la tenencia de la tierra para los productores del
campo […] Ahora debe asumirse la tarea de cambiar las relaciones de producción
y propiedad en el campo. No para una reforma agraria al estilo de la vieja política, sino para crear una economía
rural sana y productiva, desarrollar una agricultura de vanguardia, apoyada en
los aportes de la ciencia y la tecnología; promover formas colectivas y
cooperativas de producción en el marco del respeto a la propiedad privada
productiva.[2]
Rodrigo Londoño, alias Timochenko, líder del ahora brazo productivo de las FARC |
La invasión de terrenos en plena producción fue
alentada por Chávez desde el inicio de su mandato. Esta política semioficial
del Ejecutivo no sólo despojó de las tierras a sus legítimos propietarios, unas
300 mil hectáreas aproximadamente, sino que también devastó extensas áreas
verdes, parques nacionales y reservas forestales. Además, esta violencia rural
condujo a enfrentamientos entre invasores y hacendados, con centenares de
víctimas mortales. En algunos casos, como en Táchira y Mérida, aparecieron
bandas de forajidos, con apoyo oficial, que prohibían o autorizaban invasiones,
según se recibieran o no coimas de los terratenientes. En otras entidades, como
Guárico y Portuguesa, hubo grupos de exterminio –con el apoyo y el concurso de
la policía local– que mataron a más de cien granjeros, sin que nunca se juzgara
a los indiciados por muerte o desaparición de los testigos.
Reinaldo Cervini, considerado un empresario de
izquierda, declaró públicamente que la mafia colombiana había deforestado,
impunemente, más de 170 hectáreas de su finca del Estado Falcón, que recibía a
diario amenazas de secuestro y muerte para evitar que revelara estos hechos
públicamente y que ni regalada querría
una propiedad en el Estado Apure. [3]
La tercera pata del trípode es la estrategia
revolucionaria propiamente dicha:
Los objetivos
patrióticos, nacional–democráticos, se alcanzarán en esta etapa mediante una
dirección justa, la organización del pueblo, la unidad de los patriotas y la
alianza cívico–militar, atrayendo a nuestro lado a todos los venezolanos
progresistas, ganando o neutralizando a los sectores del centro, aislando a las
camarillas derechistas y descargando el golpe principal de la lucha sobre la
dirección contrarrevolucionaria.[4]
En el texto analizado figuran numerosas alusiones a
esta etapa, lo cual presuponía la existencia de otras etapas. ¿Cuáles eran?
¿Cuándo se ejecutarían? Quizás habría que vincular esta reflexión con una de
las afirmaciones más reiteradas en el discurso de Chávez: ¡No hay marcha atrás!
Es posible que Nicolás Maduro, el presidente
obrero[5], haya intentado llevar a cabo las otras etapas de la Revolución. Pero
ahora tiene un límite que le resta el apoyo global, pues la chequera que camina por América
Latina se quedó sin fondos.
Capítulo XV
La
haitianización de Venezuela
Ya no hace falta una siniestra conjura para
sustraerle a Venezuela sus activos
pensantes. Emigran a diario, por cuenta propia, como balseros del aire, y no
exclusivamente a EEUU o la Unión Europea, sino a Argentina, Australia, Canadá,
Chile, China y otros destinos, pues presienten que el país va, derechito, a su
haitianización.
A finales del Siglo XVIII Haití era colonia más
próspera del Nuevo Mundo, en la cual Francia había colocado dos tercios del
total de sus inversiones foráneas. Contaba con una población de 600 mil
habitantes y no sólo producía sus propios alimentos, sino que exportaba
millones de toneladas al año de algodón, azúcar, cacao, café e índigo; un comercio
que generaba ocupación para más de 80 mil marinos y obreros portuarios, quienes
manejaban el traslados de estos bienes entre América y Europa, empleando para
ello a más de 700 buques. Haití había sido pionero en América al abolir la
esclavitud, en 1794, y sus pobladores percibían un per cápita diez veces mayor
que el de los suizos.
Haití era tan importante entonces para Francia que
Napoleón, pese a que se desprendió sin reparos de Luisiana, no quiso quedarse
sin su Isla Mágica. Para impedirlo, envió en 1801 a 15 mil legionarios
comandados por el general Charles Leclerc, su cuñado, contra la insurgencia
encabezada por el liberto François Dominique Toussaint–Louverture.
Aunque Toussaint–Louverture firmó la paz con
Leclerc, Francia traicionó el acuerdo, apresó y encarceló al jefe de la
revuelta, dejándole morir de mengua en el Fuerte de Joux, La Cluse-et-Mijoux,
cerca de Pontarlier. Acicateados por el rumor de que Napoleón se proponía
restaurar la esclavitud en Haití y el resto del Caribe Francés, Jean–Jacques
Dessalines y Henri Christophe reiniciaron la rebelión y retomaron su liderazgo,
logrando derrotar a la fuerza expedicionaria en 1803, aunque un remante de la
Legión Extranjera permaneció en el país hasta 1809.
Aún después de la Independencia –fue el segundo país
de América que la obtuvo–, Haití seguía siendo tan rico que Bolívar, a la caída
de la I República, consiguió en la Isla fusiles, dinero y efectivos para
reiniciar su gesta.[6]
¿Qué pasó después?
Lo mismo que le sucedió a Venezuela después de la
Guerra Federal del Siglo XIX y lo que le está pasando ahora, en pleno Siglo
XXI, con el proyecto antiglobalista, racista y geopolítico de Castro, Chávez y
Maduro.
En vez de insertarse dentro de la economía mundial
de la época, Haití decidió destruirse a sí mismo, en una lucha para purificar
la raza que acabó, primero, con 32 mil blancos residentes en la isla y,
segundo, con sus 24 mil mulatos.
Al quedarse sin los unos y los otros, los negros
comenzaron a matarse entre ellos. En 1882, cuando se hartaron de su propia
sangre derramada, invadieron y ocuparon a la República Dominicana, imponiendo
una cruel dictadura durante 22 años, y que terminó con una rebelión nacional,
la cual expulsó a los invasores al tercio de la Hispaniola de donde provenían.
A partir de 1843 y hasta 1915, Haití sumó 20
presidentes, 16 de quienes fueron asesinados o derrocados por golpes violentos.
En 1915, Haití fue ocupado militarmente por EEUU, que alegó razones
humanitarias para hacerlo y se amparó en la Doctrina Monroe para justificarlo legalmente.
En 1934 los norteamericanos se retiraron de Haití, pero continuaron controlando
las finanzas y la administración
públicas hasta 1947. Los marines volverían dos veces más durante el Siglo XX
para poner orden en la casa, hasta que los cascos azules dela ONU se encargaron
de la gendarmería haitiana.
En 1937, para aleccionar políticamente a sus
opositores sin tener que ejecutarlos, Rafael Leónidas Trujillo, al frente de la
policía y el ejército, masacró a miles de negritos del batey[7], quienes trabajaban
pacíficamente en los cañamelares e ingenios azucareros fronterizos. Al déspota
le impusieron una multa de 3 millones 400 mil dólares a favor de lo familiares
de las 10 mil víctimas estimadas –340 dólares por cabeza–,monto del cual sólo
canceló la cuota inicial, pues demostró que la cuota inicial enviada Haití se
la habían embolsillado los militares haitianos.
Pero la tragedia de Haití no terminó allí.
Después de sendos gobiernos elegidos por voto
popular, en 1946 una junta militar asumió el poder y el más destacado de sus
miembros, Paul Magloire, fue designado Presidente de la misma hasta 1956, fecha
en la cual sus compañeros de mando le destituyeron.
En 1957 François Duvalier,
médico graduado en La Salpetrière –la famosa Escuela de Medicina de la
Universidad de París–, quien había trabajado en los hospitales de los marines
yanquis, fue electo en un plebiscito, ¡y así continuó el horror!
Francois Duvalier, alias Papá Doc, el tirano más cruento y satánico del Caribe. |
Para afianzarse indefinidamente en el mando,
Duvalier creó a su propia guardia pretoriana, los Tontons Macoutes, y se autonombró jefe supremo del vudú, secta
animista de origen africano a la cual convirtió en religión oficial del Estado.
Provisto de estos dos instrumentos, la represión y la religión, Papá Doc sumió al pueblo haitiano en la más profunda
ignorancia, miseria y terror.
La educación primaria, libre y obligatoria, se
transformó en un privilegio para la clase dominante, que podía enviar a sus
hijos a estudiar fuera. El francés dejó de ser el idioma coloquial, y fue
sustituido por el patois creole, dialecto que, entre otras características,
impedía a los periodistas extranjeros entender las denuncias de las víctimas
del régimen.
Los profesionales emigraron en masa, y muchos de
ellos se fueron las naciones emergentes africanas. Los menos afortunados
migraron a los países vecinos, Dominicana, EEUU, Jamaica, donde nunca fueron
bien acogidos. Al final, Haití se convirtió en uno de los países más pobres del
planeta, dependiente de la ayuda internacional para subsistir.
¿Acaso Venezuela está exenta de tal involución?
A medida los gobiernos de la IV República no
satisfacían las expectativas de los electores, muchos venezolanos creyeron que
los militares representaban la reserva moral e intelectual del país, pues, en
su mayoría, eran honestos y se habían diplomado en las mejores institutos superiores de Venezuela y el
mundo.
Las chicas de clase media soñaban en empatarse con
un cadete–: La Marina tiene un barco, la Aviación tiene un avión, vamo’a ver a
los cadetes que hoy están de graduación.[8] Quienes visitaban Fuerte Tiuna o
alguna otra instalación militar importante del país, soñaban conque aquél
orden, limpieza y cuidado imperantes en el entorno castrense se extendieran,
algún día, al resto del territorio nacional.
Chávez también mató esas ilusiones.
La cúpula militar demostró que se fajaba por el
récord mundial de corrupción, echando mano descaradamente al botín de las
empresas del Estado y a manejar el narcotráfico. El desorden generalizado, tolerado
y hasta promovido a veces por Miraflores, convirtió a Caracas en una de la
ciudades más embochinchadas, inseguras y sucias del planeta, y pudo constatarse
que el 80% de los venezolanos había regresado a la pobreza crítica y extrema,
cuando se descubrió que las cifras suministrados a las FAO por el régimen chavo
madurista eran falsas:
A pedazos se cae
el país. Los bachaqueros[9] se adueñan de Sabana Grande, la gente hace sus
necesidades en la calle, invade terrenos, construye ranchos junto a la autopista.
Todos esgrimen idénticos mensajes: la necesidad económica, la razón social, el
mismo que les repiten sus gobernantes. Abiertamente se proclama que las
sentencias judiciales y amparos deben ser cumplidas cuando sean injustas, a
criterio del ciudadano, el funcionario, el partido. Nunca en los famosos 40
años de la IV República el país soportó tal descomposición, pese a que ahora
permanezcan callados quienes tanto hablaban de “anomia”. El auge de la
inseguridad tiene una relación directa con esa sensación de descomposición, de
inexistencia de la ley, de impunidad de todo tipo, intelectual, política,
moral.[10]
Según el pensamiento estratégico chino, que tanto
atraía a Chávez–: Si las instrucciones no
están claras, si las órdenes no han sido explicadas, tiene la culpa el
comandante. En cambio, si las instrucciones están claras y las órdenes han sido explicadas, mas no se ejecutan
conforme a la observancia, los oficiales son los responsables.[11] O como
dicen los latinistas: Nadie puede alegar
en su descargo su propia torpeza.
Epílogo
Si alguien me preguntara hoy qué debe hacer
Venezuela para superar la tragedia que vive, le respondería, con la mayor
sinceridad, que sólo se me ocurre lo que
no se puede seguir haciendo, ni un segundo más. Al costo de lo que sea, el
país debe movilizarse y desmontar el siniestro y destructor aparato montado por
Chávez y Maduro, siguiendo las órdenes precisas de la tiranosauría cubana.
Quiero dejar en el aire dos orientaciones al
respecto, una económica y otra filosófica que, en el fondo, son convergentes:
1.
El desafío
marxista-leninista, las crisis económicas y las críticas de G. Mosca (1896) y
de R. Michels (1911) relativas a la ficción de la representatividad hacen que
el régimen liberal acepte incrementar, paulatinamente, la incorporación de las
masas obreras en el juego político y la intervención del Estado en la dirección
de la economía. La revolución rusa (1917) y la profunda crisis económica (1929)
condujo al compromiso político denominado Welfare State, mediante el cual la
lucha pacifica –negociada– por el reparto de la renta nacional, con la
mediación del Estado sustituyó a la confrontación de clases. Esta politización
de la economía o democracia keynesiana logró que los asuntos del espacio
político, básicamente los electorales, se tratasen con mecanismo similares a
los del mercado. Un intermediario de la mediación estatal es la burocracia, la
cual trata por todos los medios de hacerse indispensable […] Paralelamente,
bajo la dirección de Lenin y Stalin en la URSS y bajo Mussolini, Hitler en
Alemania y Mussolini en Italia, la organización social bajo un partido único y
la concentración de las actividades económicas mediante estatales monopólicas o
bajo supervisión inmediata del Estado, llevó a los regímenes hegemónicos o
totalitarios. Para mantenerlos, estos regímenes tuvieron que extender su
control hasta la esfera privada y cotidiana del individuo. Todas las
actividades sociales y culturales se incluyeron abusivamente dentro del espacio
político, eliminando, por amenazante, cualquier residuo de libertad […] En los
regímenes autoritarios, ya fueran de izquierda –socialistas– o de derecha
–dictatoriales– el ciudadano es un agente pasivo, obediente y receptor de los
beneficios acordados subjetivamente por la burocracia estatal. El único régimen
opuesto a las prácticas totalitarias y que simultáneamente orientado a superar
los déficits de los regímenes liberales y keynesianos –ingobernabilidad– es el
que fortalece la capacidad autogestión de! ciudadano para alcanzar sus aspiraciones
y satisfacer sus necesidades; el que apoya la libre asociación de los
individuos y reconoce la importancia de sus acciones y propósitos, aún siendo
minorías. En dicho régimen el ciudadano no es un actor pasivo sino agente activo que no espera que el Estado
solucione sus problemas o satisfaga sus aspiraciones con recetas preconcebidas.
En este régimen se estimula la creatividad y el desarrollo del ser humano, sin
distinciones de ninguna clase.[12]
2.
Para el
humanismo, la civilización consiste en desarrollar el valor individual,
intelectual y moral del ciudadano: la persona constituye el centro de la Ley;
la sociedad implica una asociación de hombres libres, de la cual emerge el
Estado. La soberanía está representada por la voluntad de la mayoría y, por lo
tanto, resulta esencialmente dinámica. La labor principal del Estado es
garantizar el respeto a los derechos humanos. Lo único que se le exige al
individuo es que se comporte como ciudadano, en lógica contrapartida a los
derechos que posee […] El totalitarismo, en cambio, aspira a imponer, por
cualquier medio –aún el electoral–, una ideología admitida como fe que repudia las libertades individuales y
representa, por consiguiente, una manera de pensar antagónica al humanismo,
sobre el cual se basa el sistema democrático […] En los estados totalitarios lo
importante no es la persona, sino el colectivo. Sólo éste posee derechos: los
individuos no, a menos que la sociedad se los conceda expresa y graciosamente.
Quienes no aceptan como prioritario el interés colectivo deben ser extrañados
o, sencillamente, ejecutados. La soberanía popular resulta ficticia en los
regímenes totalitarios. pues la detenta
una minoría –el cogollo del partido–; que, a la vez, está representado en un
líder supremo […] El totalitarismo es siempre una forma de gobierno dictatorial
u oligárquico; pero se niega a reconocerlo, e intenta presentarse como una
democracia, buscando a veces la legalidad en su origen, mediante el
sometimiento de su propuesta al proceso comicial. Sólo cuando está seguro de
que el apoyo recibido no compromete a futuro la gobernabilidad del régimen,
asume la omnipotencia en nombre del pueblo […] El totalitarismo pretende poseer
una verdad incuestionable, la cual le fue revelada a su líder máximo. Quien no
la siga, es un herético y merece la muerte o, al menos, la expulsión del
colectivo y el ostracismo. El totalitarismo es una ideología social; aspira a
establecer un colectivismo igualitario y esto es lo que explica sus métodos
sanguinarios, pues se ve obligada a suprimir al adversario, aunque su oposición
sea sólo opinática y sea cual fuere su condición socioeconómica o
sociocultural: “Ser diferente es ser indecente”.[13]
Venezuela fue expulsada de Mercosur por violar
principios éticos fundamentales como el respeto a los derechos humanos, el
imperio de la Ley, la independencia de los poderes públicos y el sometimiento a
la Constitución; se salió de la OEA, la Comunidad Andina y el G–3; algunos
miembros de su cúpula de poder figuran en las listas de personas requeridas por
la CIA, la DEA e Interpol; los miembros del gobierno madurista han sido
sancionados por Canadá, EEUU y la Unión Europea.
Maduro no deja que entre ayuda al país para paliar
la escasez de alimentos y medicinas, pues no quiere reconocer que hay crisis humanitaria,
y la única que se pudo colar, gracias a Caritas, fue robada por el gobierno
para ser vendida a los tarjetahabientes del Carnet
de la patria que presenten un certificado expedido por los dispensarios
dirigidos por paramédicos cubanos.
Esta es la cosecha del aquí y el ahora de quien
fuera uno países más rico de Sudamérica, lanzado por el fascismo criollo a un
abismo por cuyo fondo aún no se vislumbra. Por otra parte, con el cuestionable y cuestionado
acuerdo de paz firmado entre Juan Manuel Santos y Rodrigo Londoño, bajo la
jefatura de Raúl Castro, ha sido la victoria más grande del Foro de Sao Paulo desde
su lanzamiento en 1991. Desde que se iniciaron las negociaciones, se
incorporó al cultivo de coca una superficie de 100 mil hectáreas, un 100% más
de la que había antes.
Como asegura Salud Hernández-Mora, corresponsal del
diario español El Mundo y
colaboradora del periódico colombiano El
Tiempo, no hay narco–cultivo sin
ejército que lo proteja.
Santos, el jefe del foropaulismo y Timochenko celebran la mayor victoria del movimiento en La Habana |
El presidente Donald Trump ha declarado que su
gobierno está considerando seriamente designar
a Colombia como país fracasado en la lucha contra el narcotráfico si no muestra
un "progreso significativo" en la reducción de cultivos de coca y
producción de cocaína [14].
Aunque gran parte de las audiencias tienden a
descalificar todo lo que Trump dice, no deja de ser verdadera su preocupación,
si se la analiza en la secuencia estratégica seguida a pie juntillas durante
este proceso:
1. Control de la
justicia penal colombiana, al haber reemplazado a los jueces demócratas por
militantes o simpatizantes de la guerrilla
2. Acuartelamiento
indefinido para más de 10 mil policías y militares a causa de haber disparado contra guerrilleros no uniformados
3. Juicios por
homicidio contra los oficiales que actuaron durante la toma del Palacio de
Justicia por el M–19 el 6 de noviembre de 1985, basándose en una denuncia del
historiador izquierdista estadounidense David Bushnell sobre la desmesurada
reacción de las FFAA–: Al parecer sin
esperar órdenes del presidente Belisario Betancur, el Ejército lanzó un ataque
contra el edificio […] Los guerrilleros habían pensado que las
fuerzas del Estado no comprometerían la vida de los hombres de ley, pero se
equivocaron […] Durante el enfrentamiento entre la guerrilla y las fuerzas de
seguridad, el presidente no quiso –o no le permitieron– negociar con el M-19. La
operación dejó la impresión –justificada o no–que el presidente recibía órdenes
de los militares, en vez de dárselas a ellos [15]
4. Cesión de la
custodia de los campos cocaleros del Distrito Catatumbo –en la frontera con Venezuela–
al ELN
5. Obtención de 5
radiofrecuencias y una concesión televisiva
6. Cinco escaños en
el Parlamento
7. Amnistía total
para figuras claves, entre ellas, 30 connotados capos del narcotráfico
8. Justicia para
los criminales contra los derechos humanos con magistrados sesgados y penas
atenuadas.
10. Nada en concreto sobre la devolución de los miles de millones de dólares acumulados en actividades delincuenciales como el narcotráfico, secuestro, la extorsión y el contrabando.
10. Nada en concreto sobre la devolución de los miles de millones de dólares acumulados en actividades delincuenciales como el narcotráfico, secuestro, la extorsión y el contrabando.
Hay
que recordar que el famoso acuerdo de paz fue negado en un plebiscito el 2 de
octubre de 2016 por el 50,2% de los votantes optaron por el no. Empero, Santos, prevaliéndose su mayoría
en el Congreso, utilizó el recurso de fast–track para aprobarlo según la filosofía de Juan Charrasqueado: Si no gana, empata; y si empata, mata.
Alentado
por la experiencia colombiana y tras 8 meses de resistencia en la calle, con
cerca de un centenar de muertos, 1 mil quinientos heridos, cerca de 500
detenidos –algunos de ellos sometidos a juicios irregulares en los tribunales
militares–, Maduro, violando por enésima vez la Constitución, llamó a una
Asamblea Constituyente cuyo único objeto fue profundizar el Plan de la Patria –en el cual se sustituye el contrato social por el
corporativismo fascista–.
Después,
tirándole los sobrados a los perros, organizó una elección de gobernadores
–cuya data estaba vencida desde diciembre del 2016– y, contra todas las
encuestas, aseguró haber logrado el 70% de los votos. Aunque la MUD había
asegurado que sus gobernadores no se juramentarían ante la que consideraban
espuria Asamblea Constituyente, 4 de los 5 electos así lo hicieron el 6 de
octubre del 2017.
Es
una gran noticia para los foropaulistas,
pues así se aseguran, a través del Cartel
de los Soles y el apoyo de la boliburguesía
el tráfico de drogas, sobre todo a África y Europa. Además, con la entrega
del Chapo Guzmán a las autoridades mexicanas y su posterior extradición a EEUU,
se liberaron de un pain–in–the–ass (dolor en el culo) que ya les fastidiaba
mucho.
Como
dice Marlon Brando en el filme El Padrino al deshacerse de sus enemigos–: Nothing
personal. It´s just business (Nada
personal, son sólo negocios)...
----------
[1] García Ponce, Guillermo: Características de la Revolución Democrática Bolivariana (2001).
[2] García Ponce, Guillermo: Ibídem.
[3] Diario El
Universal, Caracas (30/09/00).
[4] García Ponce, Guillermo: Ibídem.
[5] Más bien debería llamarse reposero pues, durante su limitado servicio como chofer del
Metrobus de Caracas, fue mayor el tiempo que pasó ausente por permisos de reposo
médico que las horas que le dedicó al trabajo.
[6] Cordeiro, José Luis: Benezuela vs. Venezuela, conferencia en Fedecámaras, Caracas
(23/05/01).
[7] Haitianos contratados a destajo,
estacionalmente, para las zafras azucareras.
[8] Letra de una famosa guaracha de Luis María Billo
Frómeta.
[9] Antiguos buhoneros, hoy vendedores de alimentos,
medicinas y productos escasos a precios de mercado negro.
[10] Masó, Fausto: El método del discurso; en Diario El Nacional. (26/05/01).
[11] Tzu, Sun: El
arte de la guerra (1990).
[12] Mata Mollejas, Luis: Tu futuro político (2017).
[13] García Planchart: Venezuela – Estado de excepción (2002)
[14] Natalio Cosoy, BBC Mundo (14/10/17)
[15] Andrés Grillo: La toma del Palacio de Justicia, Revista Semana, Bogotá (05/30/2004)
Bibliografía
Gabriel Abraham Almond y James Smoot Coleman: La política de las áreas en desarrollo
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M. Amilibia y F. Montes: Introducción a “El arte de la guerra” de Sun Tzu
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