Por qué sí hay que votar
Se que este blog no le va caer bien a mucha gente que aprecio,
entre ellos Lorena Guevara, Jesús Petit Da Costa y Alfredo Coronil. Pero,
después de una larga reunión que celebré ayer con personas de mi querencia,
llegué a la conclusión de que sí hay que votar el próximo domingo.
¿Por qué?
Porque es la única forma de que el venezolano de a pie entienda que
no hay manera electoral o incruenta de ganarle al régimen narco–comunista.
La trampa, denunciada el 30 de julio por el mismo presidente
Smartmatic para salvar su empresa –y, probablemente, su pellejo–, está
montada. Planificada por Ramiro Valdez y el G2 en La Habana- Con la
complicidad descarada de los magistrados del CNE- Con la supervisión y el visto bueno de los hermanitos
Delcy y Jorge Rodríguez.
Los porcentajes que lograrán la MUD y el PSUV ya fueron anunciados
por Luis Vicente León, oficioso aunque no oficial portavoz del desgobierno, en entrevista
dada hace dos semanas a un periódico colombiano: 60 y 40%, respectivamente. Lo implica 8 ó 9 gobernaciones para los comunistas y el resto para la oposición tolerada.
No hay que ser astrólogo para saber con cuáles estados se quedará el
régimen, con aquéllos por donde se desplazan el narcotráfico y el contrabando de
extracción, que hoy son las principales y quizás únicas fuentes de enriquecimiento de la boliburguesía y el
Cartel de los Soles. Además, von entidades que, como Aragua, le resultan estratégicas al ejército en ella práctica de sus políticas de ocupación, extorsión y represión nacionales.
Debo aclarar que, entre los candidatos de la MUD, hay gente honesta,
bienintencionada y preocupada por el bienestar de sus regiones. Me refiero,
específicamente, a María Beatriz Rodríguez, candidata por Portuguesa; Laidy
Gómez, por Táchira; José Manuel Olivares, por Vargas y; Guillermo Call, por
Monagas. A uno de ellos le conozco personalmente, como a Guillermo. De los demás, tengo referencias excelentes. Si yo fuese elector en alguna de sus circunscripciones, no me
temblaría la mano para votar por cualquiera de ellos, aunque después les cometan
fraude, como es probable que suceda con Laidy por lo que ya comenté antes.
Un país que se cae a pedazos
Pese a la híper inflación creciente y a la escasez de medicinas,
todavía Venezuela no ha llegado a lo peor, aunque se dirige en línea recta hacia
allá gracias a su conductor suicida, quien falleció al seguir el ejemplo de Chacumbele[1],
declarando que pagaría las acreencias de Venezuela en yuanes, moneda que ni
siquiera acepta el indigente más menesteroso de Yemen del Sur.
Mas, aunque esté liquidado sin siquiera darse cuenta, sus camaradas
pretenden sostenerlo en Miraflores hasta el 2019, pues, a diferencia de EEUU,
aquí no hay cambio presidencial por saturnismo –enfermedad que produce el
plomo al entrar en el cuerpo humano–. En cambio, por dicha causa han sido despojados
de sus mandatos varios presidentes estadounidenses, habiendo sido el más
reciente John F. Kennedy. Por lo que hay que esperar a ver quien carga con el
muerto, que no es fácil porque nadie le quiere.
Mientras tanto, el país se despedaza por falta de moral, ley y orden.
Cualquiera hace lo que le da la gana, desde asesinar por un móvil hasta
publicitar un comercial en Globovisión donde se afirma la cura milagrosa del
Alzheimer, si te incorporas al rebaño del pastor que sólo cobra un módico
diezmo de tus ingresos por afiliarte a su secta.
La semana antepasada se anunció el adelanto de las utilidades y una
mensualidad del Seguro Social para ayer. El viernes pasado, el IVSS se desdijo,
y atribuyó a la oposición la falsa expectativa. A cambio, Corposalud repartió
medicinas con la presentación de recetas y carnets de la Patria, aunque las
malas lenguas comentan que los medicamentos pertenecían al lote que el régimen
le decomisó a Caritas a mediados de año. Y aunque aún no hemos llegado al
asedio de Leningrado, donde no quedó un perro ni un gato vivo, en mi vecindario
desparecieron las palomas, algunas como alimentos de la Corte de los Milagros
que le regaló a La Campiña PDVSA, otras para ser sacrificadas en los ritos
satánicos de los babalaos, otro regalo que Venezuela recibió de la Revolución
Cubana.
Por eso sí hay que votar. A ver si el pueblo agarra una arrechera de
padre y señor nuestro y se va, sin líderes, a pedirle cuentas a los
responsables de esta gran tragedia. Y no tenemos que esperar al 2019, como lo
quieren los politicastros de izquierda y derecha, los zares de la droga, los
boliburgueses y los beneficiarios del excremento del Diablo.
[1] Chacumbele era un policía
cubano, parrandero y mujeriego, casado con una mujer extremadamente celosa
y posesiva. La dama se enteró que su
amado infiel estaba con otra y, como se lo había jurado en varias
oportunidades, armada de un filoso cuchillo lo buscó toda La Habana y le
apuñaleó. El mismito se mató alude al
que, con mala conducta, busca la muerte.
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