El fascismo criollo (V)
Capítulo XII
El fascismo según
Perón y Vargas
El concepto fascismo se incorpora a la historia de América
Latina tras la fundación del partido socialdemócrata Apra, fundado en 1924 por
el ex comunista Víctor Raúl Haya de la Torre
en Perú, y reafirmado durante los
gobiernos de Getulio Vargas en Brasil y Juan Domingo Perón en Argentina.
La superficialidad del análisis político en esos
años, que oscilaba entre el artículo periodístico y el formalismo jurídico, llevaba a las analogías simples. La
importancia del fascismo después de la II Guerra Mundial en los países
democráticos y no democráticos y el renovado interés que la ciencia política
americana otorgó al significado de concepto de totalitarismo –definiendo con él tanto al estado nazi–fascista como
al estalinista–, popularizaron el uso del adjetivo empleo fascista para calificar a los regímenes autoritarios surgidos
aparecidos fuera del contexto
europeo.
"Do not cry for me, Argentina!..."
Así se explica por qué el vocablo se convirtió en la
grosería por excelencia en el lenguaje entre militares, periodistas y ensayista
latinoamericanos. El fascismo de quienes pertenecen a
la izquierda socialista y comunista o a la derecha conservadora y
liberal, se ha integrado por unanimidad tanto
a la imaginería política. Con el crecimiento de las Ciencias Sociales, los conocimientos
sobre la teoría política se
enriquecieron, y hubo que volver a pasar por un tamiz los cosas de Perón y Vargas,
asociándolos más al concepto de populismo. En
los años setenta, volvió a la
orden del día naturaleza fascista de los años treinta.
El fascismo en America Latina se asocia más a
Argentina que a Brasil. que al caso brasileiro.
El nombramiento de Perón como Ministro del
Trabajo en 1943 provocó una imponente movilización popular, y la reorganizaci6n
del sindicalismo que vino luego generó una vasta discusi6n acerca de la
especificidad del régimen instaurado. Empero,
el Estado Novo de
Vargas, decretado en 1937,
no obstante su legislación !aboral de corte fascista, resultó de menor impacto.
El estigma fascista del peronismo fue ampliamente propagado por la prensa
americana y europea, en plena sucesi6n
presidencial.
Mussolini, el inventor del fascismo original
Después de la II Guerra Mundial utilizaci6n del concepto
populista para caracterizar a los regímenes de Perón y Vargas
se generalizó en el argot de las Sociología latinoamericana. Recurriendo
esta aproximación, se infiere que el
fascismo es un movimiento propio
de la clases media en colisión con el
capitalismo, el socialismo, las
trasnacionales y la aristocracia obrera. Se afirma también que las tres
principales familias políticas derivadas de la Revoluci6n Francesa corresponden
a bases sociales diferentes: la derecha,
apoyada en la burguesía; la izquierda, en los obreros, el campesinado y el
lumpen; el centro, en las clases medias.
Si se considera que en toda persona hay dos tendencias, una democrática y otra
extremista, se concluye en que el fascismo es
un extremismo de centro, inclinado a
la derecha y sostenido por las personas acomodadas de los países económicamente
atrasados –como fue el salazarismo
en Portugal– y un
otro de izquierda apoyado esencialmente por los obreros los países emergentes
–como lo fueron el peronismo y
el varguismo–.
Si se quiere comprender mejor
la naturaleza política de los mandatos de Vargas
y Perón, primeramente
hay que correlacionar la
cronología de sus períodos, pues ambos dirigentes latinoamericanos arribaron al
poder con una diferencia de 16 años. Vargas se convirtió en jefe de la
transición al triunfar la Revolución de
Octubre, en 1930; Perón fue electo presidente en 1946. Empero, el tiempo se
constriñe y aproxima a estos dos líderes entre 1950 y 1954, cuando ya son las
cabezas de sus regímenes, también los une, cuando abandonan el poder casi
simultáneamente: Vargas se suicida en agosto de 1954; Perón es derribado en
noviembre de 1955.
Vargas y Perón aprovecharon la guerra, para modificar
sus economías agroexportadoras por la sustitución de importaciones. La industrialización, combinada con el proteccionismo estatal en las
industrias básicas y las inversiones extranjeras fue la llave del éxito.
La principal diferencia estuvo en la relación gobierno y
masas.
Vargas desarrolló un lento y progresivo proceso de
movilización social, que comenzó en los años
cuarenta y se potenció entre 1950 y 1954, para desembocar con las reformas sociales de Joao Goulart, heredero
político de Vargas, entre 1961 y 1964,
que originó origen de la intervenci6n militar
de 1964. Per6n, por
el contrario, provoca
en el primer
periodo (1945-1948).
Capítulo XIII
¿A dónde va
América Latina?
Desde la fundación en 1990 del Foro de Sao Paulo por el longevo dictador comunista Fidel Castro y
el presidente del partido de los
trabajadores de Brasil, Luis Ignacio Lula Da Silva, se abrió una nueva etapa
para el fascismo latinoamericano. Al evento asistieron muchos de los futuros
mandatarios de la región, entre ellos Hugo Rafael Chávez Frías.
El Diablo, para legitimar al "foropaulismo", negoció con Jesuscristo Súper Star
En el siguiente encuentro, efectuado en La Habana tres años más tarde, se exaltó a la Revolución Bolivariana y el triunfo de Chávez; a Rafael Correa y su Revolución Ciudadana en Ecuador; la posibilidad del triunfo indigenista de Evo Morales en Bolivia. Con todo ese abanico de celebraciones, brotó el entusiasmo entre los participantes, y se armó un proyecto de integración regional, totalmente inédito, cuyo primer capítulo fue la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños –Celac–.
En esta reunión, el objetivo principal fue lograr la
unidad de las fuerzas de izquierda, los partidos y movimientos progresistas, de
aquéllos que consideraban necesario un sistema diferente al capitalista para
salir de la pobreza y la explotación inicua que las trasnacionales, el sistema
financiero internacional y los EEUU ejercían sobre los pueblos de América
Latina.
Lo más resaltante fue el nacimiento del foropaulismo o versión actualizada del
fascismo. Se aprobó allá relanzar a la Revolución
Cubana en América Latina, financiándola con el petróleo venezolano, la coca
andina y la madera amazónica.
En su discurso final, Fidel Castro encendió la mecha
del detonante–:
Es por ello que
el otro punto que nosotros llevamos a la conferencia cumbre, como una cuestión
esencial, fue lo relacionado con la integración de América Latina, y cuando
hablamos de ella como aspiración de América Latina, hablamos de su integración
económica y política. No es una cuestión de sentimentalismo […] Los tiempos son muy difíciles, pero tengo la
más absoluta convicción de que con el valor y la inteligencia de nuestro pueblo
y con la solidaridad de ustedes, que de forma tan espontánea y tan generosa se
ha expresado en esta reunión, el pueblo cubano, en el que tendrán ustedes el
más firme y leal compañero de lucha, sabrá luchar, sabrá cumplir con su deber y
sabrá llevar adelante su propósito de salvar la patria, la Revolución y las
conquistas del socialismo.[1]
El mensaje caló hondo entre el nuevo liderazgo latinoamericano,
pero cada asistente lo interpretó a su manera.
Los Kirchner decidieron adaptar la idea básica a su
esquema extremista de centro, que les
funcionaba bien, castigando de cuando en vez a los inversionistas buitres, como lo hicieron al manejar el default de
la deuda externa. Evo Morales comenzó a planear su asalto al poder con el
dinero de la coca, para vencer al capitalismo de Santa Cruz. Ollanta Humala vio
en el llamado del tiranosaurio cubano, su tabla de salvación en el chavismo.
Ortega, las FARC, todos salieron bailando en un solo pie.
Para Hugo Chávez el primer Foro fue una revelación,
y el tercero una revelación.
Aprendió a manejar los medios audiovisuales imitando
al finado Renny Otolina, el mejor presentador de la televisión habla hispana, y
dedicó horas a estudiar sus viejos vídeos.
Decidió, como el Führer, particularizar su discurso básico
según el auditorio. Al hablarle a los sin tierra, les prometió apoyo oficial
para sus invasiones; a los desempleados, préstamos sin interés; a los indigentes,
autoestima; a los jóvenes, idealismo y revancha.
Una y otra vez atacó a los corruptos, a adecos y
copeyanos, que trajeron pobreza y desocupación, acabaron con la agricultura y
arruinaron la clase media. A quienes le seguían lealmente y le tapaban sus
errores, les empleó como promotores, en un trabajo político diario y muy bien
remunerado.
Los marginales lo escuchaban en éxtasis, sintiendo
que, ¡al fin!, sus sueños iban a materializarse, y ellos ocuparían los primeros
puestos en la Revolución. Convencidos de la seriedad de sus planteamientos, se
apoderaron de las plazas públicas e intentaron hacerlo con las universidades
nacionales, adorando al comandante presidente como amo del discurso y rey de la
movilización popular, con una pasión cuya fuerza y vitalidad sólo él, entre los
políticos de su generación, logró generar.
Chávez invadió todos los espacios mediáticos, públicos
y privados, y controló todas las instituciones del país. Así como Mussolini quería
recuperar la grandeza de la Roma Imperial para Il Faccio[2], Chávez se proponía recrear a la Gran
Colombia, añadiéndosela al Brasil gobernado por Lula y, ¿por qué no?, reiniciar
la Revolución Tricontinental dejada
trunca por el Che Guevara.
Por eso apoyó a las FARC, al indigenismo y al
panarabismo, que visualizaba como picos de la sierra neo–marxista. Creía en la guerra revolucionaria, y consideraba a Marulanda
a la par de Ho Chi Min, Castro y Mao. Pero su ilusorio proyecto murió con él en
La Habana, en circunstancias y fecha tan inciertas que han hecho creer a muchos
de sus camaradas que la causa de su fallecimiento no fue precisamente el
cáncer, sino la desatención o mala praxis de los médicos cubanos. Al morir, en
lugar de una gloriosa Gran Colombia, lo que Chávez legó dejó fue una paupérrima
Cubazuela, desprovista, además, de moral y luces.
Las alianzas entre la guerrilla colombiana y los carteles
de la droga intensificaron en Venezuela y sus fronteras con Colombia la
producción, el tráfico y el consumo de estupefacientes a niveles nunca vistos,
el robo a granel de automotores, el atraco a instituciones financieras, la
tortura atroz a los enemigos de la causa
y la vacuna o peaje para que los
extorsionados evitaran mayores males. Cuando cayó de Fernanhino, capo del cartel más poderoso de Brasil, declaró ante
las autoridades al referirse a las FARC–: Les
enviaba 10 millones de dólares mensuales por sus servicios.
El general mexicano Jesús Gutiérrez Rebolledo, "Zar de la droga" y narcotraficante
Las FARC comenzaron aplicando el secuestro en Venezuela a
los empresarios agropecurarios, justificándose en los prejuicios y preconceptos
de la izquierda latinoamericana sobre la propiedad privada de la tierra, aunque
los hacendados venezolanos nada tuviesen que ver con los antiguos latifundistas
rusos.
Después, la lista de secuestrables se extendió a otras personas
y actividades económicas, así como a sus hijos y parientes más cercanos. La guerrilla
plagió a Richard Boulton, piloto; a Maritza Serizawa, médico –a la soltaron a solicitud
de Chávez–; a Enrique Aguirre, ingeniero; a Hildegart Sanoja, ama de casa; y a tres jóvenes estudiantes: Cástulo Ferrer,
Hermir García y Adelmo Rangel.[1] Asimismo,
en el año 2000 llevaron a Colombia al primer lugar mundial en secuestros, con
más de 3 mil víctimas, un equivalente al 61% de la sumatoria global.[2]
Aunque las FARC negó su vinculación con la mayoría de estos
hechos y sólo los reconoció cuando podía presentarlos como políticamente correctos, los cabecillas de los secuestradores fueron
siempre los mismos, a sus víctimas las encanaban en territorio colombiano y la
liberación de los cautivos se logró, casiexclusivamente, negociando
directamente con la guerrilla.
Un secuestro conllevaba meses de preparación. Además del
más concienzudo estudio de los hábitos y costumbres del objetivo para seleccionar
el momento ideal de su captura, los victimarios tenían que conocer, con mayor
precisión que el mismo gobierno, los guarismos, locaciones y montos de sus
haberes. Por eso, pocas veces erraban al tasar el rescate. Al plagiado o bien lo
ocultaban soterrado durante largos períodos, o bien lo ruleteaban por varias
conchas[3], hasta su
liberación.
El presidente Andrés Pastrana y Tirofijo Marulanda dialogan cordialmente
Hemir García, venezolano de 18 años, de clase media, pasó
8 meses de penoso cautiverio, hasta que su familia, empeñándose hasta los tuétanos,
pudo juntar los cobres del infame e infamante rescate. Él ofreció el siguiente
y desgarrador testimonio:
Sé que estuve en
Colombia porque atravesamos el Río Arauca. Por las noches caminaba mucho, a
veces me trasladaban en lancha, con los ojos vendados, y durante el día me
ocultaban en las montañas, en campamentos improvisados. Como venezolano me
sentí traicionado, por eso le pido al gobierno que sincere su política y que
sea diligente, para lograr un acuerdo de respeto a favor de las víctimas de
este horrendo delito. No, no me iré de Venezuela. No podemos permitir que el
país se nos escape de las manos.[4]
Planear un secuestro en Venezuela insumía hasta medio
millón de dólares, dinero indispensable reclutar a numerosos cómplices y
perpetradores, desde el financista hasta los carceleros. En este grotesco
comercio participaban funcionarios activos y retirados de la seguridad del
Estado, efectivos de las FFAA, delincuentes de cuello blanco y de cuello azul.
Los aprehensores usaban uniformes
militares y empleaban armas de alta potencia –ametralladoras Uzi, fusiles FAL y
pistolas Glöck–, fabricadas o comercializadas por la industria venezolana de
armamentos.
Si el secuestrado oponía
resistencia, era liquidado inmisericordemente, como hicieron con el abogado
tachirense Pablo Andrés Díaz en 1997, a quien lo cosieron a tiros sus captores
cuando pretendó huir. Llegó a tal punto la osadía de los secuestradores de las
FARC que designaron públicamente, en la prensa colombiana, al ganadero
venezolano Otto Ramírez como objetivo
militar, al haberse opuesto a pagar la
vacuna o, como le decían eufemísticamente los choros, el impuesto revolucionario.[5]
El secuestro de venezolanos,
apoyado en una supuesta justicia de la
causa revolucionaria, fue causante, entre otras distorsiones, de que la aseguradora y reaseguradora Lloyds de Londres creara una póliza especial para los plagios en Venezuela y la
negociación con los captores en Colombia, que numerosas propiedades cercanas al
territorio ocupado por la guerrilla se remataran a precios de gallina flaca y
que el blindaje de automotores se convirtiese, reservado en otros países para
los políticos y personajes cébres, en una actividad dilatada y súper rentable.
[1] Castro Ruz, Fidel: Discurso de Clausura del Foro de Sao Paulo,
La Habana (1993)
[2] Se refiere al trigo, y
visualiza, icónicamente, el hecho de que cualquiera puede quebrar, con
facilidad, una espiga; pero ninguno puede hacerlo con un haz. Aseveración que
ha sido simplificada en la frase de calle: ¡El
pueblo, unido, jamás será vencido!
[3] Diario El Nacional, Caracas (22/07/00).
[5] Lugares de ocultamiento.
[7] Diario El Nacional, Caracas (13/05/01).
No hay comentarios:
Publicar un comentario