Los partidos de oposición venezolanos, sobre todo aquellos que tienen conexiones internacionales, deberían ser muy cuidadosos con los consultores políticos que, seguramente, vendrán para las próximas jornadas comiciales, si es que las hubiere.
Lo afirmamos responsablemente, pues algunos de ellos, por desconocimiento de nuestra realidad heterodoxa, y otros, pagados por Chávez, que ha resultado un maestro en reclutar una variopinta de extremistas del mundo entero, abiertos o camuflados, debe estar moviéndose en esa dirección desde hace ya bastante tiempo.
La Guerra Civil Española no se inició cuando Francisco Franco se levantó en armas contra el régimen marxista, sino muchos años antes, el 12 de abril de 1931, una fecha aciaga en la historia democrática planetaria, momento en el cual los anarquistas y comunistas manipularon los resultados de una elección municipal y proclamaron un victoria que, pese a ser espúrea, causó la abdicación de Alfonso III, su destierro –del cual no regresaría jamás-, el bochinche republicano, un conflicto que contabilizó más de un millón de muertos, la inmigración de centenares de miles de españoles para sobrevivir a las miserias de la posguerra y la dictadura vitalicia de un Generalísimo por la gracia de Dios.
Pero lo que se movió entonces y lo que se mueve ahora en la Madre Patria es candela pura, electoralmente hablando. El 11 de marzo de 2004, a sólo 72 horas de los comicios nacionales, el terrorismo islámico se convirtió en una fuerza inédita en dicho escenario , logrando que con la masacre de 12-M José Luis Rodríguez Zapatero sobrepasara la barrera de los 18 puntos que le separaban del portavoz del gobierno, hasta el momento ganador en todas las encuestas.
Algún día se sabrá, quizás cuando los actores no estén presentes, como la crónica anunciada de un acto terrorista, con advertencias y evidencias a montón, no se detectó y previno; por qué el gobierno atribuyó el mismo, equivocadamente, a ETA y no a Al Qaeda y por qué muchas pruebas vitales sobre la permanencia de los terroristas islamistas y sus acciones anteriores y posteriores al monstruoso crimen, así como muchas pruebas, fueron desestimadas o se perdieron. Y destacamos que algún día se sabrá, pues nada puede permanecer por siempre oculto, como sucedió años más tarde y cuando nada se podía hacer con el fraude de 1931.
Venezuela tampoco ha estado exenta de esta clase de manipulaciones.
En 1978, el comando de campaña del candidato opositor, Luis Herrera Campins, recibió como regalo la asesoría de David Garth, un estadounidense coordinador de elecciones provinciales y municipales. Golillero como lo son todos los políticos, Herrera Campins se cobijó bajo el manto garthiano, y mandó al carajo a sus colaboradores de siempre, que se había agrupado en una empresa propiedad de su viejo compañero de aula Alberto Betancourt.
Garth se deshizo de las consignas que habían encumbrado a Herrera Campins en el tope de la preferencia –Luis Herrera arregla esto, de Graterolacho; y ¿Dónde están los reales?, nuestra- y se inclinó por un lema vacío de contenidos: ¡Ya basta! Lo que casi le costó el triunfo, de no ser por un incidente fortuito, ocurrido en el populoso barrio de Caucagüita, al cual Pilar Iribarren –fiel amiga y compañera del candidato socialcristiano- le sacó el máximo provecho.
Años después nos enteraríamos que Garth pertenecía al mismo club de Joseph Napolitan, consultor del candidato y partido de gobierno, y que la información sobre el desempeño de ambas campañas se intercambiaba libremente durante sus reuniones celebradas en Nueva York.
La que sí fue clara víctima de estas maquinaciones fue Irene Sáez en 1998, cuando arrancó con una clara ventaja de 30 puntos sobre Hugo Chávez Frías, y que contaba con el apoyo de técnicos electorales españoles. Al igual que Henrique Salas Römer, quien aseguró que su línea estadística de intención de voto iba en ascenso implacable y, al final, se cruzaría y superaría a la de Chávez. Cosa que, por supuesto, no ocurrió, pues a quien Salas le quitó los votos no fue, precisamente, a Chávez sino a Saéz. En esa época, Chávez buscó los consejos de un personaje enigmático, conocido como El Dominicano, que, eventualmente ayudaría a Irene a convertirse en gobernadora de Nueva Esparta. De éste y otros capítulos aquí narrados contamos con amplia data, la cual ponemos a la disposición de los interesados, pero que no copiamos para no extendernos en demasía ni aburrir al resto de los lectores.
Lo que no nos consta pero sí nos produce profunda sospecha son los roles jugados Jimmy Carter y César Gaviria en el ménage electoral venezolano del 2004. Esperamos que, asimismo y en so momento, la verdad será revelada.
Ayer, en una entrevista con Larry King, Chávez demostró que se ha aprendido muy bien las lecciones sobre el manejo de los medios, que se encuentra súper bien asesorado y que cuenta con los servicios de una trasnacional de la comunicación sociopolítica –cuyo nombre Nelson Bocaranda y yo conocemos bien, pero que por prudencia nos lo reservamos-.
Pero es importante que nuestros políticos, sobre todo aquellos que hasta ahora han jugado en las ligas menores o que eran demasiado menores para jugar en liga alguna, sepan cuál es el paradigma de los asesores políticos: There is not a free lunch –Ningún almuerzo es gratis-. Y para que se cuiden de las golillas, pues pueden ser incluso pagadas por el mismo Chávez, para ejecutar su misión de caballos de Troya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario