Robert Morris Morgenthau, nacido el 31/07/19, es Fiscal de Nueva York desde 1975. Su fama en los predios judiciales no sólo se basa en su larga carrera como acusador –recuérdese que en Estados Unidos los representantes del Ministerio Público son electos por votación popular-, sino también en el resultado exitoso en el cual terminan sus casos, cada vez que los inicia con declaraciones públicas.
El 27 de Febrero del año en curso, anunció que no optaría a una nueva reelección pues, al cumplir 91 años, no es que estuviese cansado o enfermo, sino que prefería abrirle caminos a los mejores penalistas aspirantes a hacer carrera en la Fiscalía de Manhattan.
También –agregó- que deseaba despedirse del estrado con un juicio estelar.
Fiel a su tradición de veracidad y credibilidad y –según nota publicada por el diario El Universal de Caracas el 8 de los corrientes- aseguró que según investigaciones realizadas por su despacho se había demostrado la vinculación de Irán con la banca venezolana, cuyo objeto sería que el régimen fundamentalista de Teherán evadiese las sanciones impuestas por la ONU y adquiririera, entre otros bienes, la materia prima y precursores qwue requiere la fabricación de bombas de hidrógeno.
Esta conexión también tendría como finalidad construir en Venezuela una villa nuclear, sueño del presidente Chávez para afianzar su proyecto de desestabilización y dominación geopolíticas en el Hemisferio, y el cual las autoridades estadounidenses han desestimado por considerarlo como rugidos de un ratón: En general nadie se preocupa lo suficiente por el peligro que implica la conexión entre Irán y Venezuela, advirtió Morgenthau. Dado que Venezuela no ha sido objeto de sanciones internacionales o de Estados Unidos, los bancos norteamericanos procesan las transacciones bancarias de sus pares venezolanos presumiendo la buena fe de que dichas operaciones se realizan de manera legítima.
¿En qué basa Morgenthau sus aseveraciones y establece los lineamientos para las acciones que debería seguir en lo adelante el organismo a su cargo?
En primer lugar, en la jurisdicción legal que la Fiscalía de Nueva York tiene sobre delitos relacionados con el lavado de dinero, competencia que adquirió extraterritorialidad gracias la inclusión del terrorismo y la corrupción en la misma categoría del tráfico de drogas, así como en desarrollo informático de la banca global pues, aunque estos negocios ilícitos se realicen fuera de Estados Unidos, pues basta con que alguna información cruce por la red de las instituciones norteamericanas –por ejemplo, un simple e-mail que da instrucciones para transferir algún fondo de un lado a otro- para que caigan en la competencia de Morgenthau.
En segundo lugar, en el alud informativo sobre negociados delictuosos desencadenado por las quiebras de las burbujas financieras y los escándalos piramidales de Madoff y Stanford, que ya no son abanicos sino turbinas que desparraman ñoña sobre empresas y nombres considerados hasta hace poco como paradigmas en solvencia moral y económica , hasta el fatídico año –para mal de ellos y bien de la Humanidad- del 2008. Estos contenidos no sólo nutren los expedientes de Morgenthau, sino que pusieron bajo la lupa de funcionarios del Impuesto sobre la Renta y cuerpos de seguridad de Estados Unidos paraísos fiscales como los de Suiza, Gran Caimán y Andorra –donde, por cierto, también los cobres de nuestros bichitos fueron congelados hasta nuevo aviso-; logrando que los gobiernos antes permisivos revisaran sus políticas sobre el secreto bancario.
En tercer lugar, al caso de Morgenthau versus el Banco de Crédito y Comercio Internacional –BCCI-, cuyos intríngulis servirían como libreto del mejor thiller, si es que alguien se atreve alguna vez a filmarlo.
Como algunos lectores ni siquiera habían nacido en 1991, permítanos resumir esta historia de la vida real. El BCCI fue fundado en 1972 por el ciudadano pakistaní Agha Hasan Abedi en Luxemburgo. Desde allí, extendió sus operaciones a 77 países, con más de 400 oficinas y representaciones y una capital de 20 millardos de dólares, el cual, para el inicio de la última década del siglo pasado, le posicionaba como el séptimo banco privado en el ranking mundial.
Daniel González, vice Chairman del BCCI para América Latina, tras la intervención de la institución financiera por las autoridades reguladoras de Estados Unidos y el Reino Unido, confesó que su misión era captar fondos de cualquier fuente, sin objeciones sobre el origen de los mismos. Narró cómo, para lograr su propósito, se reunió con personajes notables como Fidel Castro, Alan García –quien ejercía la Presidencia de Perú-, Pablo Escobar Gaviria –Jefe del Cartel de Medellín-, Carlos Saúl Ménem –Presidente de la República Argentina-, Carlos Andrés Pérez –Presidente de Venezuela- y Alberto Mongue –Presidente de Costa Rica-.
En Venezuela, las delaciones de González provocaron la expulsión de Adolfo Ramírez Torres de Acción Democrática y el inicio del proceso que terminaría prematuramente con el gobierno de CAP, ya que el affaire estalló a los tres meses de haberse juramentado para su segundo mandato. En Argentina, destaparon la triangulación en la compra de cazabombarderos para su reventa a Centroamérica, un caso que todavía está pendiente en los tribunales australes. En Cuba, como alguien tenía que pagar el pato por el líder máximo de la Revolución, el general Arnaldo Ochoa y tres altos oficiales, el coronel Antonio de la Guardia, el mayor Amado Padrón y el capitán Jorge Martínez Valdés, fueron procesados en un juicio sumarísimo por el delito de alta traición a la patria y a la revolución y ajusticiados.
Tras entregarle el gobierno al Chino Fujimori, Alan García se autoexilió en Argentina y debió esperar por años antes de que la gente se olvidara de los rumores que sobre su conducta se disiparan. Y ni siquiera Luis Alberto Mongue, un gobernante apacible, amable, prudente, que buscó siempre el consenso, puso salir ileso de la maledicencia generada por el $20-billion-plus del BCCI.
En Estados Unidos, la prestigiosa firma de auditores Price & Waterhouse fue demandada por garantizar la colocación ewn el BCCI de 175 millones de dólares en 1998. En el Reino Unido y contra el Banco de Inglaterra surgió un pleito del Emir de Abu-Dabi, accionista principal del BCCI en 1999 por, aproximadamente 400 millones de dólares, y otros procesos que se extendieron hasta el 2005, y cuyos resultados nunca dejaron satisfechos a cualquiera de las partes.
Algunos entendidos consideran que, dada la inclusión de elementos de alta toxicidad presentes en el más que probable caso a ser incoado por la Fiscalía de Nueva York contra la conexión financiera Caracas-Teherán, lo que sucedió con el BCCI podría quedarse como una novela de segunda a su lado. It’s just peanuts! –dicen.
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