Arrechera militar
Wolfgang Nahmens Larrazábal.
Antecedentes
El 23 de enero de 1958, un movimiento cívico-militar
derrocó al gobierno de Marcos Pérez Jiménez, quien voló a la República
Dominicana a bordo del avión presidencial DC–4, “La vaca sagrada". El 1°
de enero del mismo año, cazabombarderos Vampire
y Venom surcaron los cielos y
lanzaron algunas bombas sobre Miraflores, despertando a toda Caracas. Por otra
parte, hacia la capital también se vinieron los tanques desde Maracay, al mando
del Teniente Coronel Hugo Trejo, y Radio Maracay transmitió los bandos de los
golpistas.
El asombro fue mayúsculo, incluso para los oficialistas, pues
un mes antes hubo un plebiscito para mantener en el poder a Pérez Jiménez, dándole
solidez a su régimen y legitimidad ante las FFAA.
La Junta la constituyeron el contralmirante Wolfgang
Larrazábal, el oficial de de mayor jerarquía y rango por su antigüedad como
presidente, y los coroneles Carlos Luis Araque, Pedro José Quevedo, Roberto
Casanova y Abel Romero Villate. Al amanecer del 23, los venezolanos protestaron
por la presencia en la Junta de Gobierno de Casanova y Romero Villate,
reconocidos miembros del perezjimenismo; quienes fueron obligados a renunciar y
a los que reemplazaron al día
siguiente los empresarios Eugenio Mendoza y Blas Lamberti .
He escrito algunas crónicas sobre el 23E, pero quisiera
recordarlo hoy en la pluma de mi extinto y queridísimo amigo Wolfgang Nahmens
Larrazábal, prematuramente fallecido por esa epidemia mortal llamada cáncer y
que, sólo en la última década del pasado siglo, acabó con 300 millones de
personas, la población actual de EEUU y México. Repito aquí las palabras del
sicólogo y matemático ruso Peter Ouspensky sobre el pasado–: Lo importante no es lo que fue, sino lo que
pudo haber sido; no es lo que será, sino lo que pudiera ser.
Miembro
de una gran familia naval
Nací entre de militares, para ser más específico, marinos
de guerra. Cuando empecé a tener uso de razón
por allá en el año 1954, mi abuelo Fabio ya estaba retirado de la
fuerza, activos andaban mis tíos Wolfgang, Carlos, Ricardo Sosa; mi padre,
Oscar luego con el correr de los años
otros primos se agregarían a la gran
familia naval. Como Carlitos, Gustavo, etcétera.
Cae la dictadura de Pérez Jiménez en 1958, y yo, que era
un niño, viví junto a mamá y mis hermanos aquellos momentos de angustia, recuerdo
en pantalla grande el 1° de Enero, cuando veníamos a Caracas a saludar a la
familia de mamá por el Año Nuevo –vivíamos en Maiquetía–, y en medio de la
plaza de Catia, papá giró inesperadamente para retomar la autopista de vuelta. Pasararían
a partir de esa tarde 22 días para volver a ver a papá, y de paso enterarnos
que tío Wolfgang era Presidente de Venezuela.
No voy a entrar en detalles de aquellos días porque están
recogidos suficientemente en la historia de Venezuela y de mi familia.
Pero en esa época y los años siguientes hubo un
permanente contacto con los militares y especialmente con la Marina, lo que me
permitió ver, oír y oler a los hombres que con su coraje y temple derrocaron al
dictador de turno.
Luego por esa misma cercanía me entró el gusano de seguir los pasos y aterricé un día en el
Liceo Militar Ayacucho, lo cual me permitió tener un contacto desde la base con
militares de las diferentes fuerzas, recuerdo a los tenientes Bustamente
Morantinos, Rojas Lugo, Pastrán Matute y Pérez Milano, entre otros, hombres
muy jóvenes que nos ayudaron a formar y
a educar.
Pero no contento con esto un día le dije a papá–: Me voy a la Escuela Naval, y él, siempre
muy equilibrado me dijo– Piénsalo bien,
no es una vida fácil, me comentó. No lo comprendí al momento, después de hablar con amigos me convencí que no era
para mi.
Pero no quiero desviarme del tema central. En todos esos
años y los que siguieron, siempre, inclusive hasta ahora, he tenido contacto
con amigos y compañeros, que ya por los años que han pasado la gran mayoría
está retirada de servicio activo.
Chávez
no mereció llamarse “comandante”
Conocer como civil a las FFAA no es fácil y no pretendo
erigirme experto en asuntos militares, solo digo que conozco mucha de esa gente y a sus familias.
Es así que cuando Chávez –no lo llamo comandante, ni
presidente, no se lo merece– trató de subvertir el orden, allá en 1992, me
indignó, ver no solamente a quienes le acompañaron en esa desventura, si no que
le reclamé y le he reclamado a mis amigos de la FFAA, el haber permitido que un
grupo de infiltrados hayan ingresado en las FFAA y en especial en el ejercito,
con la sola idea de tomar el poder y llevar a cabo una revolución que nadie les pidió hacer.
Hice lo que cualquier venezolano pudo cuando Chávez se
lanzó a la candidatura presidencial, campaña en contra, por qué no creí en su
verso ni en su carisma, y, desafortunadamente, estuve en lo cierto.
Hoy, en este instante que escribo estas líneas, veo en la
televisión que la GN y el Ejército atacan a inocentes que lo que quieren es
votar, no me queda duda que aquellos hombres de las FFAA ya no existen y los
que quedan –me refiero a los oficiales–, porque los soldaditos sólo obedecen órdenes,
en su mayoría no son soldados de la Patria sino simples mercenarios, que se
venden al mejor postor, hasta que demuestren lo contrario
No quiero expresar la arrechera que siento al ver estas
actuaciones, pero si quiero decir que el Pueblo una vez más se está levantando
y como pasó en el 1958 vamos a triunfar.
Con control y serenidad pero con mucha decisión vamos a
triunfar.
Ni un paso atrás.
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