miércoles, 29 de agosto de 2018

El negro panorama de las fake news y la posverdad


Las fake news (noticias falsas) constituyen una categoría de la prensa amarillista o, más bien, de la propaganda política –en el sentido de la inteligencia militar–, caracterizada por difundir de forma deliberada mentiras, verdades a medias o rumores, a través de los medios masivos y las redes sociales.
Su objeto es dañar la imagen de personas jurídicas o naturales ante sus audiencias actuales o potenciales, estén ellas integradas por electores –en el caso de candidatos y partidos políticos–, consumidores –si se trata de fabricantes y anunciantes– o líderes de opinión –referido a corporaciones públicas y privadas e instituciones–.
Para lograrlo, se emplean declaraciones y titulares sensacionalistas, deshonestos o francamente mentirosos, creados deliberadamente para llamar la atención, aumentar el número de lectores e “impresiones” –tiempo que los espectadores dedican a enterarse sobre los contenidos–. La idea es que, a quienes impacten esta informaciones, se conviertan a su vez en propagadores de falsedades y las reenvíen, por medios interactivos o comunicación interpersonal –“uno a uno” y “uno a algunos”, el llamado “efecto Radio Bemba”–.
Las “fake news” deben ser diferencias de la sátira y el sarcasmo,  géneros que caricaturizaran sujetos y objetos de la vida real, utilizando el humor para divertir del público, quien siempre entiende que la exageración, ridiculización o mofa sobre la persona u objeto cuestionado siempre se apoya en una base verídica.
Hubo una implosión exponencial de las “fake news


Zuckerberg, su interpelación rompió récord

Para los medios interactivos, atraer espectadores a sus sites resulta indispensable para incrementar sus ingresos en línea. Si al publicar una historia tendenciosa los usuarios reaccionan comprando el producto o empleando el servicio, el beneficio económico captará a un mayor número de anunciantes y mejorará la eficacia del perverso sistema, al lo menos en la esfuera de su inmediatez.
La fácil y rápida obtención de ingresos adicionales o inesperados vía on–line, la crispación e incremento de la polarización política y la popularidad de las redes sociales, como Facebook Instagram y Twiter, son causas directas de que, en el alud informativo cotidiano, se deslicen “fake news”, en competencia con noticias legítimas.
Consultores políticos como Iván Redondo –actual director de Gabinete de Pedro Sánchez, Presidente de España– y el ex alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani –abogado de Donald Trump, Presidente de Estados Unido–, también se ha convertido en “controladores sicolingüísticos” para difundir las “fake news”, particularmente durante los esfuerzos que sus asesotados han emprendido para acceder al poder y mantenerse en él.
Las “fake news” socavan la credibilidad de los medios honestos y dificultan que los periodistas relaten profesionalmente lo que pasa en el mundo. Un análisis realizado por la analista Buzzfeed descubrió que las 20 noticias falsas más importantes que cubrieron los comicios presidenciales en EEUU durante el 2016,  recibieron más impresiones en Facebook que las 20 principales historias legítimas de los 19 medios que encabezan el ranking de audiencia. Los sites de encubiertos, sin editores identificables, también dificultan extremadamente ña detección de las “fake news” y la penalización de sus autores.
Como destacó el periódico argentino “La Nación”, difícilmente hubo una interpelación en el parlamento estadounidense con mayor rating que la rendición de cuentas a la cual fuera sometido Mark Zuckerberg, cofundador y director ejecutivo de Facebook, el 24 de abril de 2018. La razón principal de esta atención estuvo en los 2 mil 200 millones de usuarios que Facebook manejaba a la fecha, y el atentado claro contra su privacidad, en la conexión Cambridge–Analytica con la KGB rusa y el Presidente Vladimir Putin.
Aunque Facebook pagó con la desafiliación masiva su pecado de infidencia, todavía entre los miles de millones que aún siguen en ella y sumándoles los de Twitter, Instagram y Google, estos híper links manejan el 87% de la data global. Curioso el caso de Facebook, que aloja casi el 90% de cibernautas de habla hispana, quienes decidieron mantenerse mayoritariamente en el feudo de Zuckerberg.
El manejo de la posverdad entre los políticos


Ex alcalde Rudy Giuliani: "La verdad no es cierta"

Dictaduras filocomunistas, como las de Daniel Ortega y Nicolás Maduro, dieron los primeros pasos en la aplicación de la estrategia comunicación de  la “posverdad”, un proceso que implica la creación y difusión de “fake news para sofocar las voces disidentes y atemorizar a quienes intentan unírseles, mas nunca para defender los derechos inherentes e los ciudadanos.
Recientemente y, al menos, en dos democracias occidentales, España y Estados Unidos, los asesores políticos de sus primeros mandtarios, emplearon con absoluto cinismo y total descaro a la “posverdad”: Trump, que ganó los comicios sin mayoría de votos; Sánchez, que lo hizo sin siquiera someterse al escrutinio electoral.
Durante y después de su campaña, Trump comenzó a usar el término “fake news” para definir a la información que le incomodaba. El incordio presidencial llegó a su clímax el 17 de agosto de 2018, cuando más de 300 periódicos se unieron para defenderse de los ataques en su contra, liderados por el Boston Globe. La consigna fue entonces: “No somos enemigos del pueblo”.
Al ser detenidos Michael Cohen y Paul Manafort, dos de los asesores de Trump, por crímenes relacionados con su campaña electoral y fraude bancario, “Rudy” Giuliani aseguró en CNBC, frente a pregunta de Chuck Nodd, entrevistador y director de política la emisora, sobre cuál era la verdad sobre estos escándalos, “La verdad no es cierta”–. Aclaró Giluani que la verdad difería, “… sobre lo que hizo o no hizo, por qué se hizo, qué o con quién habló, cuánto se pagó… lo que Cohen y Manafort declararon no fue la verdad, sino sus versiones. Ante lo que Nodd le interrumpió, enfatizando, “la verdad es la verdad”.
Con la posverdad, España se irá a la mierda


Iván Redondo: Ganó la Presidencia de España... ¡sin siquiera ir a elecciones!

Según “El País de España”, Giuliani dio en el clavo “sin querer queriendo”, al reconocer ante las cámaras que la verdad ya no importa. Lo que sí importa ahora es su percepción de credibilidad, con el apoyo inmediato e irreflexivo de Internet. Los números por sí solos no valen para nada. La posverdad no sólo se queda en la comunicología, sino que traslada también a los demás poderes, entre ellos el ámbito judicial.
No se trata de medir cuánto miente un político buscando apoyo, sino establecer si la política va a seguir o no asumiendo la verdad como su valor intrínseco. En caso contrario, se destruirá, y arrastrará con ella a las libertades ciudadanas. Así pasó en Venezuela y Nicaragua, estuvo a punto de pasar en Argentina, Brasil, Colombia y Ecuador. Y está pasando ahora en España
En un artículo del 14 de agosto de 2018, publicado e “ABC Internacional” e intitulado “El agente de Maduro y la tortura”, Hermann Tertsch, su columnista, afirma “Venezuela sufre sin cesar un dolor de espanto por miedo, violencia, hambre, tortura y privaciones sin fin.… que no se habría dado sin la implicación de asesores comunistas españoles durante la construcción de la dictadura y sin la increíble pero ya muy constatada implicación como estrecho colaborador de Maduro, el criminal que preside aquel régimen, de un expresidente del gobierno de España… José Luis Rodríguez Zapatero, cuya influencia en el gobierno de Sánchez también es muy grande. Zapatero es hoy el asesor común de Maduro y de nuestro jefe de Gobierno. Y Sánchez está bajo la influencia combinada del asesor de Maduro y de Podemos que debe su existencia y obediencia a aquella dictadura. Ante estos datos, quizás debieran alarmarse un poco más los españoles…”
Román Cendoya, autor ensayo “Del homo sapiens al homo digitalis”, rechaza que el ser humano esté condenado a convertirse en un “fake human”. El ciberespacio debe tamizarse con pensamiento crítico y, según su sedimento, preguntarse dónde termina el control sicolingüístico con fines políticos, para garantizar los derechos individuales y las instituciones de la democracia republicana. De no hacerse, España se iría a la mierda.
“However, against this backdrop, allow me here to recall the old adage that it is always darkest before the dawn” (“Sin embargo, ante este oscuro panorama, me permito recordar al  efecto ese viejo adagio que expresa: ´Nunca se pone más oscuro que cuando va a amanecer”).


domingo, 5 de agosto de 2018

Maduro: Una despedida para “su mejor amigo”



Ayer Nicolás Maduro montó un show mediático. Empleó, como trasfondo, la celebración del octogésimo primer aniversario de la Guardia Nacional, cuyo “honor ni se divisa”. En medio de ese tipo de cadena de radio y televisión, donde no deja de decir sandeces, hubo una explosión, paró el discurso, y la imagen hegemónica mostró a los uniformados ”paticas pa´que te quiero”. Hasta el caballo blanco de Bolívar salió trotando antes de tiempo.
Más tarde Jorge Rodríguez, el psiquiatra loco y resentido que maneja la información del Estado, revelaría que hubo algunos guardias heridos –supongo que se atropellarían ellos mismos en la carrera–, leyó el supuesto mensaje de los responsables del incidente y señaló que la trama había sido descubierta, en tiempo récord.
Es posible que dicho espectáculo, de pésimo gusto, haya sido preparado bajó las órdenes de Ramirín Valdés, el VP Cubano que dirige la Colonia de Venezuela a través del G2 y Padrino López. Si así fue, revela que Ramirín, a sus noventa y dele, ya esta chocho y no da para más. Porque, a los narco–gobernantes y a sus amos, les salió el tiro por la culata, ya que nadie en su sano juicio les cree el cuento. Y si alguno lo creyese, se lamentará para sus adentros de que la acción haya resultado fallida.
En la noche, Maduro volvió a hablar, asegurando que se había salvado de un atentado, gracias a la pericia de sus francotiradores, que bajaron dos drones cargados con explosivos C4. Para lo cual, debieron haber empleado fusiles con silenciadores, pues sólo se escuchó –y grabó– un solo cohetazo.
Finalmente, Maduro ayudo a su ex “mejor amigo”, Juanma Santos. El colombiano necesita reposicionarse, tras las cagadas que ha puesto con las elecciones y las gestiones de paz con el ELN. Al denunciarlo ante la prensa global como autor intelectual del presunto atentado, Maduro le pone a competir en la centroderecha con Álvaro Uribe. O al menos eso cree él, pero los caliches no tienen nada de huevones.

En fin, quien observó el lenguaje corporal de Maduro, debe haber visto que actúo como actor de telenovela, con un apuntador electrónico en la oreja –“chícharo”, como lo llaman en algunos países de Latinoamérica–, recibiendo instrucciones. Y tocándose el bigote, con ademanes precisos, para dar los comprendidos.