martes, 13 de marzo de 2012

Los banqueros serios también van a la cárcel

El dueño de Antigua y Barbuda
El 6 de marzo próximo pasado, el banquero Allen Stanford, encarcelado desde 2009, fue condenado a 262 días de presidio por un jurado federal de Texas, al habérsele comprobado estafa continuada de más de 7 mil millones de dólares durante dos décadas sobre los cuentahabientes del Stanford International Bank de Antigua, siguiendo el método del Esquema de Ponzi, con el cual captó cerca de 30 mil incautos, a escala mundial, con certificados de depósito que aseguraban intereses estrafalarios a corto plazo.
Empero, la justicia federal estadounidense se mostró muy comedida con estafador tejano, habida cuenta que en un caso muy reciente y similar, Bernard Madoff (29/06/09) fue condenado a la 150 años de prisión por haber obtenido 68 mil millones de dólares aplicando el mismo procedimiento.
Stanford debió cantar La Traviata a 4 voces
¿Por qué tanta diferencia entre ambas decisiones? En entrevista fechada en junio de 2010, Madoff declaró no sentir arrepentimiento ni pena por los daños causados a sus estafados: [...] Que se jodan mis víctimas [...] eran avaros y estúpidos [...] Fueron una pesadilla para mi [...] Me habría gustado se aprehendido hace 6 u 8 años [...] La prisión mi representa una liberación.
James M. Davis, testigo clave del Ministerio Público en el juicio contra Stanford, ex jefe financiero del banco y su roommate en la Universidad de Stanford, describió todo el proceso como fraudulento, incluyendo jugosos sobornos a connotados personeros del gobierno de Antigua y Barbuda, aprovechado este micro país cual paraíso fiscal.
Desde su encarcelamiento, en julio de 2009, Stanford casi perece por la agresión de otro recluso. ¿Venganza o violencia penitenciaria? Además, estuvo en coma por su supuesta adicción a medicamentos prescritos y administrados en el penal. ¿Intoxicación o envenenamiento? Lo que le obligó a pasar la mayor parte de su confinamiento en un hospital federal.
Y es en la declaración del testigo clave y en los intentos por erradicar a Stanford del mundo de los vivos donde, a mi juicio, reside la gran diferencia. Porque Stanford debió cantar La Traviata a 4 voces. Vea usted, qué partes de la ópera le interesaban a los organismos de seguridad de EEUU, y se relacionan con Venezuela.
Stanford y Petrocaribe
En julio del 2004, viajé por negocios a Antigua y Barbuda. No era fácil llegar a Saint John, su capital, por lo cual contraté una avioneta en Margarita.
El proyecto, presentado al Honorable Winston Baldwin Spencer, Primer Ministro desde marzo de ese mismo año y líder máximo del Partido Progresista Unido, fuerza opositora desde que la nación se independizó del Reino Unido (1981), consistía en establecer vuelos regulares –inexistentes a la fecha- entre las dos islas que denominan dicha región insular.
Adicionalmente, el inversionista que pagaba el viaje traía bajo la manga una propuesta de PDVSA sobre Petrocaribe.
Sin embargo y sin saberlo, ambos volábamos con perdigones bajo las alas, pues Stanford ya se había reservado la explotación del mercado aéreo, los puertos y aeropuertos y los Alíes y Ramírez la venta de hidrocarburos procedentes de Venezuela en la nación antillana.
Así surgió la trampa caza-bobos
Fue de contacto obviamente corrupto donde se dio la creación del Banco Stanford en una lujosa oficina en Caracas, así como otras por el mismo estilo en Colombia, Ecuador, México y Perú.
Stanford en Venezuela, al momento de su intervención en el 2009, había captado 473 millones de bolívares, y el Estado le había depositado 18,1 millones de dólares. Pero eran peanuts –maníes- en relación con lo colocado por la boliburguesía en los certificados de depósito de la más septentrional de las islas de Barlovento.
Por eso, cuando estalló el escándalo, los dueños y pilotos de aviones privados hicieron su agosto, ya que hubo entre 30 y 40 salidas diarias de Maiquetía a Saint John. Algo parecido ocurrió –me enteré- en los otros países latinoamericanos con dolientes.
¿Cómo funciona el Esquema de Ponzi?
La pregunta es, ¿cómo personas aparentemente instruidas e inteligentes pudieron caer en una trampa así? Para responderla, hay que estudiarla un poco.
El método empleado por Stanford es una operación fraudulenta que implica el pago de intereses a los inversionistas con su propio dinero o con el de otros clientes.
Las ganancias qobtenidas por los pioneros son generadas gracias a las promesas de obtener grandes beneficios.
El sistema se va deteniendo según decrece el número de nuevas víctimas.
Este delito debe su nombre a Carlo Ponzi, emigrante italiano que llegó a EEUU en el a finales del primer decenio del siglo pasado, con una mano por delante y otra por detrás.
Gracias a una información originada en España, se percató que los vales de respuesta internacional, obligaciones que permiten obtener respuestas pre-franqueadas con tarjetas postales dobles, eran más caros en EEUU que en el exterior, por lo cual se podrían obtener pingües beneficios al comprarlos fuera y revenderlas dentro del país.
Así fue que Ponzi – un vendedor nato -todo estafador tiene que serlo- esparció la especie de que representaba a muchos inversionistas europeos, y los gringos no quisieron quedarse fuera, apoyándole con capital.
Pero aunque Ponzi recolectaba gigantescas sumas, y la gente hacía largas colas para confiarle sus ahorros, en realidad no compraba nada; aunque sí pagaba beneficios del 100% en 3 meses con la plata de los sucesivos incautos.
En febrero de 1920, Ponzi obtuvo unos 5 mil dólares; un mes más tarde, ya tenía unos 30 mil dólares; para mayo había recaudo unos 420 mil; en julio, su cuenta en el Hanover Trust Bank of Boston manejaba millones.
El 26 de ese mes, comenzó el derrumbe, gracias a la información publicada por el Boston Post cuestionara las prácticas de la empresa de Ponzi. La empresa fue intervenida, y las nuevas captaciones prohibidas.
Muchos de los inversores reclamaron enfurecidos, y Ponzi devolvió el capital a quienes lo solicitaron, lo que incrementó por unos días el apoyo popular de cual gozaba. Hasta planeó reabrir su empresa bajo un nuevo nombre, Charles Ponzi Company, para invertir en empresas globalmente.
En agosto los bancos declararon a Ponzi en bancarrota, y, descubierta su estafa, fue encarcelado pero lo liberaron ipso-facto pues canceló la fianza.
Al salir, volvió a las andadas. Empero, más temprano que tarde, el sistema colapsó y los ahorristas se cayeron por ese barranco.
Todos los bancos juegan con Ponzi
El Esquema de Ponzi no difiere en esencia del sistema que emplean los bancos convencionales para hacer rendir los depósitos de sus cuentahabientes.
Si un microempresario recibe un préstamo, digamos por ejemplo de 10 mil dólares, esa suma –que no se la lleva en su bolsillo- le permite a la institución que lo otorga producir hasta 90 mil dólares de manera perentoria, con los proveedores del nuevo emprendedor Quien, en Venezuela y en un 85 o 90% de los casos, termina por fracasar durante el primer año de su desempeño y se queda con el mono a cuestas.
Tal mecanismo surgió en la Venecia de Andrea Doria con la letra de cambio o pagaré, a través del cual se emiten y endosan obligaciones sin causas ni objetos, con el respaldo de dineros que tampoco existen, pero cuyos intereses acrecientan prodigiosamente la fortuna de los gestores.
Los mahometanos ortodoxos consideran tal procedimiento como usura, un pecado expresamente señalado por el Corán. Por eso, se valen de mediadores para invertir a la usanza occidental.
Contrario a especuladores medio locos, como Madoff y Stanford, los banqueros serios ofrecen intereses que, mientras más reducidos son, más seriedad inspiran a los posibles clientes.
Pero igual van a la bancarrota, como acaba de ocurrir en la crisis financiera global que se inició en el 2008, y todavía sigue victimizando países y gente con desempleo, pérdida de ahorros y de calidad de vida. Como pasó en Venezuela con la quiebra del Latino y sus secuelas; en España con la del Banesto, y aún en Chile. Lo que sucede es que en esos países –a diferencia del nuestro-, los banqueros serios también van a la cárcel.

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