martes, 26 de octubre de 2010

El Rey y el Reino

El Nacional dedicó gran parte de los contenidos políticos de su última edición dominical a los tejemanejes del CNE. Lo que allí se dice es rigurosamente cierto, lo advertimos hace más de un año en este mismo blog, sin que se nos hiciera caso, y sólo obtuvimos la recomendación de nuestro querido primo de Barcelona: Ya veremos qué hacer cuando crucemos ese puente.
Bueno, primo. Ya lo cruzamos, el 26S para ser más precisos y, como alerta Armando Durán en su columna de ayer, el Guasón anda desatado por esos mundos del Diablo, comprando armamentos para sus mambrúes, regalando el futuro de nuestros hijos y nietos a Alexander Lukashenko y Mahmud Ahmadineyad, anunciando que a la atomización de Venezuela no la para nadie –se refiere a la energía nuclear, porque a la otra, la desintegración, la social, política y económica del país, ya lleva una morena-, mientra que su banda de forajidos se dedica a confiscar lo que queda de una estructura agropecuaria privada que una vez fuera envidia y ejemplo para el resto de Iberoamérica.
Por otro lado, también ayer, Fernando Bianco, el más cuerdo de los orates que acompañan al Guasón en su epopeya destructiva, reclama la ineficiencia de los gobernadores y alcaldes rojo-rojitos para darle apoyar la cubanización del país, y, con numerosas firmas y un legajo de 70 páginas, reconoce la incompetencia de estos funcionarios electos, pidiendo sean revocados de sus cargos.
En entrevista dada a la prensa el fin de semana, Oswaldo Álvarez Paz recuerda a sus conciudadanos, particularmente a los miembros de la oposición tolerada, que las presidenciales del 2012 no son la única ni, probablemente, la mejor opción constitucional para salir del Guasón, quien se limpia con el paltó de su Armani las normas de la Bicha que le disgustan o desfavorecen.
Álvarez pide coraje, integridad y raciocinio, mas no sabemos hasta dónde puede pedírseles peras a los olmos, pues, aunque muchos de los mud-os estén conscientes de la inviabilidad del Guasón y su proceso, algunos de ellos prefieren negociar con él –no dialogar, que es harina de otro costal y supuesto negado en este caso- y llevar al nativo de Sabaneta, aunque sea entablillado y escarolado, a las elecciones, sorteando los escombros físicos y morales de esta Corte de los Milagros que hoy es Venezuela.
Eduardo Sentei, otrora prócer de la Tres Raíces –ya saben, el 28, el 28, el 28-, quien saltó la talanquera hace algún rato, admite que, al principio, el Guasón le parecía un excéntrico de buena nota, y le comparaba con Nikita Jrushov. Pero que ahora no, y le pregunta a sus lectores qué concluyen frente a los desmanes de su antes idolatrado mentor. Nuestra respuesta es simple, lo mismo que piensas tú pero no lo expresas.
La Iglesia, que tiene milenios lidiando con estos desquiciados de capa y espada, y que, cuando se pasan de la raya les prepara divertimentos como las Cruzadas o las hogueras del Santo Oficio, sabe lo que se nos viene encima si la situación queda a la buena de Dios: Dejadas a su propio impulso –asevera la Ley de la Parsimonia- las cosas van de mal a peor.
Este collage mediático tiene, para nosotros, una sola conclusión: Hay que elegir entre el Rey –el Guasón- y el Reino –Venezuela-. En nuestro caso, la decisión es simple: Optamos por el Reino.

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