domingo, 26 de junio de 2011

El Kino Bicentenario de La Habana

La MUD está empeñada en que el Comandante-Presidente respete la Constitución en tanto y cuanto se refiere a la permisería para alejarse del país y mantenerse fuera del territorio nacional. A fe mía, loable sería este propósito si estuviese acompañado de otras acciones, a mi parecer, más urgentes e importantes.
Veamos algunas.
El ciudadano de a pié sigue si conocer los resultados exactos de los dos últimos comicios. En ambos casos, la información del CEN dejó de fluir cuando las cifras eran irreversibles. En términos porcentuales o absolutos, ¿con qué se come esa irreversibilidad?
De acuerdo a estudios multi-citados en mis blog, provenientes entre otros de profesores de Estadística y Politología de la UCV, en los eventos antes citados hubo al menos 20 mil electores virtuales. En otras palabras, fantasmas, inexistentes, Esto no sólo habría distorsionado al padrón electoral sino a la misma base de datos para los sondeos de opinión pública.
La MUD se sintió complacida cuando el CEN aseveró haber limpiado el padrón. Pero, ¿lo hizo realmente? ¿Cómo le consta a la oposición tolerada que fue eso lo sucedido cuando –salvo los cubanos- nadie tiene una copia del mismo?
Los diputados de la MUD exigen que el Elías Jaua se encargue de derecho de la silla vacía de Miraflores.
¿Y eso por qué, para qué? Ellos deben estar conscientes de que las órdenes políticas –y aún las simples compras de plantas eléctricas con sobreprecio y comisiones en España- se procesan desde y a través de La Habana. Entonces, ¿qué sentido tiene emtonces armar tanta alharaca por si el tipo está o no violando un artículo específico, cuando se ha limpiado el paltó con casi toda la Bolivariana, sin que los actuales legisladores de derecha –como los llaman sus cuates del PSUV- hayan dicho ni ñe?
Mas interesante sería que por los que voté utilizaran el limitado tiempo de sus intervenciones para analizar los rumores. Y hasta se pudiera organizar un san, una gran lotería, con premios multimillonarios, para rifarlos entre quienes acierten por qué el que te conté se ha quedado tanto rato allá. Lo llamaría el Kino Bicentenario de La Habana.

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