domingo, 3 de julio de 2011

Al dinero hay que hacerlo perdonar

Ayer, almorzando con dos primos, me plantearon la pregunta de quién de las opciones presidenciales de oposición era mi favorita. La primera respuesta es que ninguna me gusta.
Se necesita de alguien notablemente honesto, extremadamente valiente e impecablemente digno para dirigir la transición necesaria para re-institucionalizar al país.
Dentro de los candidatos del Parque Jurásico (léanse líderes de los partidos de la 4ª República), ninguno de ellos, a mi juicio, cumple con las condiciones superlativas enunciadas.
Porque fíjese bien, amigo lector, en lo que tendrá que hacer:
1.Remozar a los poderes públicos, botando a sus directivos más cuestionados y, quizás, con caída y mesa limpia en la Corte Suprema, la Fiscalía, la Contraloría, el CNE y los tribunales penales.
2.Recuperar los registros, notarías y servicios de inmigración, extranjería, identificación y policía política (hoy en manos de los cubanos)
3.Promover la captura y enjuiciamiento de los corruptos del actual régimen, por diversos delitos (entre ellos, traición a la Patria)
4.Contratar una auditoría internacional para revisar la legitimidad, legalidad y cuantía de los créditos y débitos firmados por la República en los últimos 12 años; solicitar la nulidad de los préstamos contratados ilícitamente y exigirle a los estados y empresas sanguijuelas el pago inmediato de las obligaciones vencidas y la terminación de las obras contratadas.
5.Licenciar a la Milicia y estudiar qué medida tomar con la Guardia Nacional.
6.Solicitar el desarme de las fuerzas paramilitares como el Frente Bolivariano del Liberación, La Piedrita y los Tupamaros. Caso de encontrar resistencia, ordenar la destrucción de los mismos.
7.Aplicar las medidas de limpieza en los barrios que ejecuta, por ejemplo, Brasil, para reducir la delincuencia urbana.
8.Convocar a una Constituyente para prohibir las reelecciones (o, al menos, limitarlas por un máximo de 2 períodos de 4 años c/u.), así como eliminar o retocar los artículos que le otorgan amplia discrecionalidad a los funcionarios designados a dedo.
Dice mi tocayo coriano Luis que un personaje así no existe, y que cualquiera que se siente en la silla, hombre o mujer, terminará igual que todos los presidentes, pues el problema no es coyuntural sino estructural, lo que no sirve es el sistema.
Es posible que tenga razón, y si la tuviere, cumpliría 70 años (los cumplo mañana) pensando que "he arado en el mar". Pero con todo lo inteligente e informado que es el tocayo, candidato a septuagenario (¡qué palabra tan fea!, habría podido decirse “septuañero”), a él se le olvida que somos del mismo origen que creó las generaciones de 1810, 1928 y 1958.
Bueno, regreso a la pregunta del principio. Del resto del menú, hay tres candidatos que me llaman la atención (pese a que mi amigo y mentor político también coriano, Jesús, los descarta por jóvenes, ya que piensa que al término de sus mandatos querrán quedarse en el poder). La primera es fémina, María Corina Machado,. Los otros dos son Enrique Capriles y Leopoldo López.
Voy a decir lo que no me gusta de ellos.
A María Corina (ama de casa, divorciada y con hijos) le faltan un príncipe consorte y un buen asesor político. Lo demás, le sobra. Es inteligente, educada y atractiva. Mucha gracia me hizo la crítica de una opinática de oficio, cuando observó que en la foto con el Presidente Reagan, María Corina “lucía las piernas perfectamente depiladas”. ¿Y qué quería la colega, que mostrara los cañones pilosos como las campesinas rusas prerrevolucionarias?
Capriles es un buen candidato, pero carece de primera dama. Y eso es grave, vistos los desastres de CAP y Jaime Lusinchi. Le tengo mucho aprecio, respeto muchísimo y quiero a sus padres, pero le guardo cierto resentimiento por lo de la que les conté. Fue su novio y, según rumores no confirmados, el padre del hijo que va a parir. Si fuera cierto, no tiene perdón de Dios, porque la chica es bellísima y brillante.
Leopoldo es el mejor de todos, pero está inhabilitado. Se mueve muy bien, y está haciendo lo que puede hacer.
Me falta uno de mi predilección, Lorenzo Mendoza. Pero Tiíta no lo va a dejar. Además, a este país no le gustan los ricos ni los empresarios, sino los pobres y los políticos. Acción Democrática acabó con su mejor candidato, Alberto (Beto) Finol, a quien de vaina no metió en El Rodeo. El pecado de Beto fue convertir a ILAPECA en (hoy Nestlé) en una compañía próspera.
Pero como decía Ignacio Luis Arcaya, ex Canciller de Venezuela y amigo de Fidel, “En Venezuela al dinero hay que hacerlo perdonar”.

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