martes, 13 de septiembre de 2011

¿Incluir o excluir? ¿Recluir o eliminar?

Gadafi y Reza Pahlevi
Hace poco le oí decir al Guasón que, tras más de 40 años de gobierno de su “hermano Gadafi”, mucho le extrañaría que lo de Libia estuviese por terminar. Que, según su propio juicio, ahora es cuando había Gadafi para rato. Se lo comenté a mi amigo y tocayo Luis Manuel, el coriano, y me dijo que a lo mejor la bestia terrorista ya estaría cómodamente aposentado aquí, en la Bolivariana.
Aunada a esta declaración, la prensa internacional reportó la llegada a Nigeria de un convoy procedente de Libia, cuya carga más destacada serían lingotes de oro, presumiblemente –según la onco-lógica de nuestro Primer Magistrado- una contraofensiva que lo reubique en la silla de Trípoli.
Personalmente creo que Gadafi se prepara para el exilio, tal como le aconteciera a su correligionario el Sha de Irán. Cuando Mohammad Reza Pahlevi se dio cuenta de que unos fundamentalistas mochiludos le habían movido el piso e iban por su pescuezo, se montó en el avión presidencial –en esos tiempos, un modesto Boeing 707-, lo piloteó hasta El Cairo e inició su vía crucis personal.
En Egipto le dijeron a Reza Pahlevi que allí no se podía quedar. Como también se lo anunciaron sus hermanos el resto de los países levantinos. Y hasta en España, donde el monarca iraní había compartido portadas de la Revista Hola con Francisco Franco y el Príncipe Juan Carlos, le mandaron a freír monos.
A Reza Pahlevi le dio cáncer, enfermedad que –a mi parecer- posee un alto contenido de estrés. Mi amigo Robert, su asesor mediático, logró que el gobierno estadounidense le concediera visa para ser tratado en el Mount Sinaí de Boston. Pero eso sí, tras su operación, Reza Pahlevi debería abandonar para siempre el territorio de la Unión Americana.
Robert le recibió en el Aeropuerto Kennedy en un Cadillac que Reza Pahlevi había encargado. Estaba fabricado con Blindaje 5, contra cualquier atentado. Tuve la oportunidad de recorrer en dicho vehículo las calles de la Ciudad Manzana.
Tras la intervención quirúrgica, el único país que recibió a Reza Pahlevi fue Panamá, bajo el gobierno de Omar Torrijos. Lo recibió, sí, pero se lo cobró con creces.
En Contadora funcionó la ídem pues, cuando el ex Sha –ignoro si es o no correcto esta expresión- llegaba al counter desk de un hotel y le decían “Buenos días”, le cargaban 100 dólares a la cuenta. Al desayunar, un par de huevos le salía por 300 dólares. Y así se fue indignando hasta que se murió de la propia arrechera.
Que es lo mejorcito que pudiera pasarle a Gadafi.
Ocariz y la Rómulo Gallegos
El gobierno castrense-comunista ha decidido eliminar las denominaciones de los políticos de la IV República con los cuales se conocían las obras públicas principales construidas bajo sus administraciones, cambiándolas por sustantivos más aparejados con el Socialismo del Siglo XXI. Vg: Ya la Autopista Centro Occidental no se llama Rafael Caldera, sino con el nombre de un aborigen que nadie usa ni recuerda.
Una de las pocas excepciones a este desespero por desaparecer cualquier traza del régimen de libertades que vivió la nación entre 1958 y 1999 es la Avenida Rómulo Gallegos, llamada así en honor a un extraordinario maestro, demócrata literato y ex Presidente de la República, derrocado por la Junta Militar en 1948.
Pero al Alcalde Carlos Ocariz, o no le gusta la Gallegos o sólo tiene su radar enfocado en los barrios del Municipio Sucre, porque el único cariño que le ha hecho a dicha arteria vial es pintar los bordes de las aceras de amarillo -¡qué negoción resulta la pintura amarilla!- y sembrar matitas en la isla del medio.
Del asfaltado, naranjas chinas, limón francés. Y de las aceras, ni se diga: Hace más de un año se cayó un jabillo, entre la Universidad Humboldt y el Instituto de Nuevas Profesiones, y aunque la madera fue retirada de inmediato –los encargados del mantenimiento ya descubrieron que vale mucho en los aserraderos y carboneras-, la acera donde estaba enraizado quedó como una tienda sioux. De manera que, para no caerse y descalabrarse, ha que mirar siempre hacia el suelo.
En la Gallegos, además, pulula una banda de antisociales mentada “Los Estudiantes”, no porque hayan seguido algún curso en especial –salvo las materias dictadas en las penitenciarías Rodeo I y Rodeo II-, sino porque se especializan en despojar de sus blackberries a las universitarias, golpeándolas para demostrar lo machos que son; en despojar de sus vehículos a los profesores, abaleándoles por la espalda una vez conseguido el botín; y en atracar las panaderías y otros centro de consumo adyacentes para cargar con el dinero de docentes y estudiantes, sus celulares y el producto de las ventas de los comercios afectados, aterrorizando de paso a sus víctimas con amenazas de muerte.
En la zona a que hago referencia, además de las dos instituciones educativas citadas, se ubican el Instituto Agustín Codazzi, uno de los núcleos de la Universidad Pedagógica, la Universidad José Mª Vargas y varios liceos y escuelas primarias, de manera que los balandras disponen de “carne fresca” desde antes de las 7 AM y hasta después de las 9 PM para cometer sus fechorías.
Gracias a la protesta de calle que protagonizó la comunidad de la Humboldt a finales del primer semestre del presente año, Ocariz accedió a parquear una patrulla en la Gallegos en las horas pico, con lo cual se acabaron los atracos dentro del campus. Pero no así los del vecindario, ya que la Policía de Sucre les teme a estos homicidas –ya se cargaron a tres personas en la estación de servicio que queda a menos de una cuadra de VTV-, pues los agarran y al ratico los sueltan los jueces y fiscales al servicio de la robolución.
De manera, amigo lector, que así están las cosas. Por lo cual los verbos a discutir no deberían ser incluir o excluir, sino recluir o eliminar.

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