jueves, 3 de mayo de 2012

Correr y caminar

Civilización y barbarie Facundo o Civilización y barbarie en las pampas argentinas fue escrito por Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888), pedagogo, docente, periodista y militar argentino durante su segundo exilio en Chile (1845). Amén de su extraordinario valor literario, en esta obra Sarmiento analiza el posible desarrollo político, económico y social de Sudamérica, su necesaria modernización, su inmenso potencial y su peculiar idiosincrasia y sociocultura. Para el historiador Felipe Pigna: Facundo fue mucho más que un libro, fue un panfleto contra el tirano Rosas, ahí Sarmiento describe al caudillo y propone eliminarlo. Pero también Sarmiento estima que no necesariamente matando al perro se acaba la rabia, por lo cual se dedica a la política y llega a gobernador de la Provincia de San Juan (1862-1864), Senador Nacional (1874-1879) y presidente de la Nación Argentina (1868-1874). No sólo de pan vive el hombre En lugar de entregarse a los placeres mundanos, lo que es usual entre los caudillos que se empoderan en estas latitudes, Sarmiento se dedica a desarrollar la educación publica e impulsar el progreso científico y cultural de su país. En Facundo, Sarmiento crea una hermosa imagen sobre el ser humano y su existencia, que la he internalizado y hecho propia: Los hombres a veces corren. A veces caminan. A veces se sientan, a la sombra de un samán. Para descansar y, más tarde, correr y caminar. Civilizar a la infinita llanura Fue Sarmiento, nacido en una choza de barro, más inteligente, noble y útil que la mayoría de los latinoamericanos de su generación, con inclusión de los próceres de la Independencia y sus pretendidas o reales heroicidades. Entendió que esa geografía desolada de la pampa patagónica, exacta en sus condiciones extremas a nuestra llanura infinita, bebía y tenía que ser civilizada por gente capaz. Por lo cual abrió las puertas de la inmigración a las familias de Europa. Sufrió en carne propio el dolor del ostracismo, y por esa razón, una de sus primeras visitas en Francia fue a Boulogne, a departir con desterrado y execrado general José de San Martín, víctima por su grandeza de mismas y bajas pasiones que hoy se ceban en estos países, lo cuales en verdad son proyectos o paisajes, más que estados nacionales. Esa misma causa llevó a Sarmiento a ofrecerle su apoyo incondicional al general José Antonio Páez, padre de la República de Venezuela, quien vivió decorosamente en la Argentina, ejerciendo la función de gerente general de la compañía Swift, inventora y pionera del enlatado de carnes, hasta que el Centauro de los Llanos obtuvo su nombramiento y salario como General de División de la República de Bolivia, y se marchó a Nueva York. En su estada en Buenos Aires, Páez plantó con Sarmiento un samán que todavía está en pie. A diferencia del de Güere, que lo tumbó el comején chavista. El día del maestro Por todo lo que Sarmiento hizo en pro de la cultura popular, la Conferencia Interamericana de Educación estableció, en 1947, como Día Panamericano del Maestro al 11 de septiembre en recordatorio rça su fallecimiento. He escrito las líneas anteriores pues algunos de mis fan más consecuentes me reclamaron por la falta de mi blog. Les pido paciencia, pues he estado ocupándome de otros asuntos igualmente importantes, de los cuales en algún momento se enterarán. Si Dios quiere. O, por favor, quédense con la imagen de Sarmiento ...más tarde, correr y caminar.

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