domingo, 12 de agosto de 2012

A Dios rogando y con el mazo dando


Eppur si muove
Así lo musitó Galileo Galilei, tras abjurar al heliocentrismo del globo terráqueo ante la Santa Inquisición.
Y sin embargo se mueve simboliza la terquedad científica frente a la censura de la fe, la quintaesencia de la perseverancia de un investigador concienzudo ante la autoridad irracional, pues la Iglesia estaba dispuesta a llevar a la hoguera a Galileo, si éste persistía en sostener que la Tierra giraba alrededor del Sol. Como en efecto lo hiciera con Giordano Bruno, por idénticos motivos.
Este velado comentario fue apuntado por un escriba presente en el juicio, y de allí pasó a la Historia: Eppur si muove.
Y es que las organizaciones, de la naturaleza que fueren –religiosas, empresariales, políticas, gubernamentales, laborales-, al ser productos de las imperfecciones de los seres humanos que las idean, desarrollan y mantienen, tienden a  volverse arterioescleróticas y paradigmáticas.
Es en ese punto donde se vuelven atractivas y se van llenando de psicóticos, que las usan para la satisfacción sus propias y casi siempre inconfesables necesidades y pedestres deseos. Estos verdaderos vampiros se ubican en lugares donde ejercer, con la mayor impunidad sus perversiones: las salas de tortura, los patíbulos, los cubículos para interrogar.
Los verdugos y torturadores no son los únicos malucos
Sin embargo, aunque los más evidentes, no son esos los únicos sitios donde se ejerce el terrible oficio de cuestionar y condenar al prójimo.
Ni tampoco la horca, la guillotina o el descoyuntamiento las únicas formas de eliminar a alguien, puesto que el ostracismo moral resulta muy efectivo y contundente, sobre todo aplicado a alguien visible, vulnerable y envidiable, como un científico, un artista o un atleta.
Lo digo porque ayer recibí el e mail de un tocayo muy querido, refiriéndose a mi reflexión sobre la medalla de oro de Limardo, la repulsa que los honores recibidos y sus palabras de aceptación habían causado entre muchos antichavistas, y lo absurdo que a mí me parecía tal actitud.
Le recordé a Raúl, el publicista, la historia de Herbert Von Karajan, director de la Filarmónica de Berlín durante el obscuro III Reich, y de la misma agrupación al momento de la luminosa reunificación de Alemania tras la caída del Muro de la Vergüenza. Dejé en el aire la pregunta, ¿qué habría ganado la cultura mundial si a Von Karajan se le hubiese condenado al silencio, como lo proponían algunos de sus cuestionadores?
Los perseguidores de la intelectualidad francesa
Porque el gran perseguidor de los intelectuales del Siglo XX fue, sin duda alguna, Jean-Paul Sartre. La agarró contra Louis-Ferdinand Céline, cuya obra, Viaje al fin de la noche, publicada en 1932, constituye realmente la primera aplicación a la literatura de las ideas existencialistas expresadas por el filósofo danés Søren Aabye Kierkegaard a finales del Siglo XIX.
Sartre se basó en la no participación de Céline en la resistencia comunista contra los nazis para acusarle de colaboracionista, y negarle la publicación de sus textos tras la derrota de Hitler.
También el dúo Sartre-De Beauvoir condenó a eminentes personajes como la actriz Danielle Derrieux y el escritor Vintila Horia, cuya novela histórica y prácticamente autobiográfica, Dieu est né en exil (1960), ganadora del Premio Goncourt, aunque referida a la vida e infortunios del famoso poeta romano Ovidio, para quien lea entre líneas resulta una analogía muy clara con el infierno al que le mandó la pareja ñángara después de Vichy.
Empero, mal que bien, Céline, Horia y Derrieux sobrevivieron y trascendieron después de tales añagazas; al fin y al cabo, lo que es del cura va para la Iglesia.
Los que si se quedaron arruinados fueron los dueños de las imprentas que habían tenido la desgracia de haber tirado  documentos oficiales durante la ocupación, ya que fueron confiscadas –léase bien, confiscadas y no expropiadas-.
Se trata de un procedimiento mediático estándar, en tres fases, de los marxistas leninistas cuando se sienten guapos y apoyados:
1. Descalificar y silenciar a los intelectuales que les pudieran hacer sombra
2. Apoderarse de la ideas en boga, y proclamar su autoría aunque hayan sido creadas por otros
3. Confiscar los medios de comunicación.
Se lo aplicaron a mi papá, Luis Miquelena y Luis Vallenilla, para apoderarse de la rotativa del diario La Calle en 1958, lo que en efecto lograron sin desprenderse de un centavo.
El primo de Barcelona también protesta
También hubo otra crítica, de mi primo de Barcelona y en referencia al blog de la medalla.
Manuel se focaliza en lo que considera mi odio compulsivo hacia la MUD. En realidad, yo dejé de odiar hace tiempo, pues, en mi camino espiritual, el odio no está permitido. Ni siquiera vale como excepción el Guasón, lo cual me cuesta un trabajo horrible.
Lo que puntualizo, no por neurosis, son informaciones que manejan muchas personas en la actualidad, y las cuales, supongo, no deben ser desconocidas para las cúpulas y los asesores del candidato opositor.
Lo que critico, porque hace que se enciendan todas mis alarmas y aumente mi crispación, es por qué, si las conocen, las callan, las tergiversan o intentan mantenerlas de bajo perfil.
Las verdades que nadie quiere asumir
En este escenario particular, no queda otro recurso, para acertar, que pensar mal.
Fíjese, lector@, en la columna Carrusel Político que publica Luis Felipe Colina en La Razón, con fecha 29 de agosto pasado, figura la siguiente nota: Fuentes castrenses aseguran que el proceso de reelección del comandante-presidente candidato Hugo Rafael Chávez está lo suficientemente blindado por una ventaja sobre los 800 mil votos.
Es la misma cifra que he calculado, según el número total de electores, el porcentaje histórico de votos para las presidenciales en Venezuela y 2 millones de votantes virtuales, según estima el general Carlos Julio Peñaloza, que configuran el fraude ya cantado. Todos estos datos me han permitido señalar que, aún superando por 10 puntos al Guasón, Capriles perdería por 800 mil votos.
Hoy afirmo algo aún peor: Aunque gane por el porcentaje que sea, las órdenes al CNE son no reconocer el triunfo de la oposición. Y esto lo sabe el entorno del Flaco.
Otro aspecto son los quintacolumnistas insertos en la oposición. La experiencia demuestra que, en el drama del 11-A, no fueron precisamente los militares quienes dieron al traste con las clarísimas oportunidades de cambio, sino los civiles por razones espurias: ¿Y cómo quedo yo ahí?
No  los voy a mencionar, pero ellos saben quienes son, y también los conocemos la mayoría de los que vivimos esas horas nefastas para la República.
Finalmente los temores, y la desconfianza hacia los milicos.
Recuerdo que un oficial me aseguraba que, para que las FFAA volviesen a actuar como lo hicieron el 11-A, los civiles deberíamos aportar, al menos, 5 mil muertos.
Como me recordó anoche el  tocayo airado, ya van más 160 mil bajas en manos del hampa; mucho más que el resultado de la sumatoria de todas las víctimas fatales de la Primavera Árabe.
No quiero terminar estas líneas con pesimismo. Ciertamente hay una alternativa, una opción, un camino. Pero depende de todos y cada uno de nosotros, de nuestro valor, de nuestra voluntad y de nuestra capacidad de oponernos a Goliat, y derrotarlo con la honda de nuestros valores. No es fácil, pero si posible. Y, el primer paso, es denunciar el fraude montado y ponerlo en evidencia, antes, durante y después del proceso del 7-0.
Y también pedirle al Señor una manito: A Dios rogando y con el mazo dando.

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