domingo, 23 de febrero de 2014

Jesús también fue hijo de carpintero

Niños:
No juguéis a la guerra,
que la guerra es mala.
Jugad a la paz,
 que la paz es buena.
Jingle de una cuña en contra de los juguetes bélicos
Una cínica prédica por la paz
Hoy numerosas personas, entre ellas Maduro, se pronuncian por la paz. Pero la pregunta es otra, ¿y quien paga por los muertos y heridos que han puesto los estudiantes? Pues evidentemente se necesita ser un malnacido y un malparido para refocilarse disparándole a la cara a una hermosa joven de 23 años como Geraldine Moreno, o atropellando a un adolescente de 17 como José Méndez, o abaleando a un encanto de mujer como Génesis Carmona.
Génesis, cobardemente abaleada
A finales del régimen fascista del Tercer Reich, en Berlín funcionaba una guillotina para decapitar a los acusados de traidores. Los ex camisas pardas que habían sobrevivido a La noche de los cuchillos largos y habían continuado sus carreras criminales al servicio de las SS, se reunían para asistir a los espectáculos que terminaban con la caída de cabezas en cestas de mimbres, regadas por un sangrerío.
Sus imitadores de la mal llamada y al borde de la extinción revolución bolivariana, que no es ni la una ni la otra sino todo lo contrario, cartuchos de plomo -considerados como municiones agresivas y no disuasivas por los expertos-, pistolas de 9 milímetros y hasta sus propios vehículos para asesinar a universitarios que sólo piden, marchando pacíficamente, cese a la violencia, coto a la inflación y abastecimiento de productos de consumo básico.
La respuesta de un régimen ciertamente fascista en su violación sistemática de los derechos humanos es plomo del grueso. Porque se sabe caído, hecho que hasta Heinz Dietrich, el teórico del Socialismo del siglo XXI, reconoce en sus recientes declaraciones a CNN en Español y El Universal (sic): Es el fin del modelo económico que Hugo Chávez desarrolló a partir del año 2003, y que hoy es disfuncional para el propio chavismo.
Cuando la vida no vale nada
Como a los ñángaras les importan un carajo las vidas humanas -como lo han demostrado Yosif Stalin, Pol Pot y Kim Il-sung-, Dietrich asegura que las opciones para Venezuela son la guerra civil o la cohabitación. Siguiendo su retorcida lógica habría que concluir en que la única alternativa sería la guerra, pues el dormir con el enemigo, durante más de 15 años, ha dejado a los jóvenes de Venezuela sin futuro, como lo asegura Carlos Blanco en su columna dominical.
Blanco añade: …La brutal represión ha permitido, sin embargo, hacer la radiografía del régimen en su etapa de carcoma terminal. Y advierte que los autores intelectuales de los asesinatos, heridas y torturas a los marchistas serán juzgados y condenados como los fueran los líderes nazis en cortes internacionales, donde los crímenes de lesa humanidad son imprescriptibles.
Geraldine, fusilada a mansalva
Por eso es preocupante la opinión de algún clérigo, al quien no identifico por petición del que me envió el documento, y que sostiene: Si las cosas continúan como se viene desarrollando y la oposición se mantiene en esto de cerrar las calles y caer en la necedad de incendiar barricadas e impedir el paso, de mantener el paro forzado de esta manera, va a suceder lo peor y se va a terminar con ese trago amargo que ya se inició y que vengo anunciando con la inmensa tristeza en que se van a sumergir los venezolanos [] El gobierno -se refiere el autor a las protestas estudiantiles chinas en Tian'anmen, que acabaron en un baño de sangre- en vista de la descomposición que se veía venir, y la suma de tanta gente que se iba incorporando, tomó la determinación de una ley marcial, fuera garantías y toque de queda, que es lo que nos viene; y en la noche, envió los tanques y la infantería del ejército y disolvieron la protesta, con la masacre, por muchos conocida.
Sé que es muy difícil elegir entre la guerra y la paz, pero como papá y abuelo, me veo obligado a repetir la pregunta del principio: ¿Quien paga por los muertos y heridos…? Me pongo en el lugar de los padres de los chamos asesinados por la canalla castro comunista. Me imagino cuán difícil fue para ellos parirlos, cuidarlos, verlos crecer, desarrollarse. Sentirse orgulloso de sus logros. Y verlos morir como fallecieron.

Como educador, además, me duelen los hijos de todos los venezolanos. Especialmente de Bassil Da Costa, a quien el gobierno le negó su condición de universitario, y de quien Maduro dijo: El gobierno sabe quién es. Es hijo de un carpintero de Petare. Pues bien, señor Maduro: También Jesús fue hijo de carpintero.

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