viernes, 17 de junio de 2016

Coja mínimo, mi general
Estamos en medio de un caos:
existimos pero no vivimos,
contamos más el tiempo perdido
que todo lo que hemos invertido.
Somos un avatar de nosotros mismos
ocultando los propios demonios
acumulando tristezas sin motivo
dejando escapar felices momentos,
sumergidos en un sistema sombrío;
con las esperanzas hechas a un lado,
caminando por calles color negro
sin ver hacia donde nos dirigimos-
No nos damos cuenta que el mundo
ni es ni será el mismo con los años:
el sol en su lenta muerte sigue siendo,
el planeta no ha dejado dar sus giros
la luna cada noche sigue brillando,
el hoy está en constante pasado.
El mañana apenas lo planificamos
sólo somos lo que ahora tenemos
un puñado de ideas y pensamientos
cargados de miradas al cielo.
Hoy estamos mañana no sabemos
lo que no y lo que si pasa por algo,
sigamos observando y mirando…
Ramón Morales Márquez: Caos y fe
Un caimán que no era barranquillero

No es Orlando, si no Río Chico

Orlando, capital del condado de Orange, en el Estado de Florida, está empavado.
El 11 de junio Christina Grimmie, cantante y protagonista del programa televisivo The Voice, fue asesinada por un espectador que se le acercó cuando firmaba autógrafos tras un concierto. El homicida se suicidó, sin dejar saber el motivo de su crimen.
Dos días más tarde, 49 personas fueron masacradas por el yidahista Omar Mateen, en la discoteca Pulse, mientras se celebraba en ella la Noche de orgullo gay. Mateen estadounidense de 29 años, estaba fichado como presunto terrorista  y había sido interrogado por el FBI en el 2013 y el 2014. Empero, su expediente policial no le impidió trabajar en una empresa multinacional de seguridad, ni adquirir armas letales, como un fusil de asalto M-15 y una pistola Blog 9 mm.
El 15 de junio, un caimán se llevó arrastrado a  un niño de 2 años, quien jugaba en la arena, cerca de la orilla de una laguna perteneciente al complejo hotelero de Disney World. Ayer, las autoridades localizaron el cadáver del malogrado bebé.

Un  yidahista que no pudo salir del escaparate
Según un parroquiano de Pulse, Omar Mateen un habituée del local. Kevin West aseguró haberlo contactado a través de App de citas gay o haberlo visto la noche antes del ataque. Otro de los asistentes, Cord Cedeño, aseguró–: Compartía su fotografía en los sites especializados, por lo que era fácil reconocerlo. Asimismo, Ty Smith señaló al respecto–: A veces se sentaba en la esquina y bebía solo, otras se emborrachaba y se volvía ruidoso y agresivo [… ] No hablaba mucho con él, pero re cuerdo que en alguna ocasión me contó sobre su padre, y también me dijo que tenía esposa e hijo.
Lo inaudito de este suceso fue el alud informativo que desató en el panorama mediático global. Horas y horas de entrevistas a los sobrevivientes, familiares, vecinos y opinantes de oficio. No porque fuera La balacera más grande en la historia de EEUU, si no porque afectó a un grupo de presión muy influyente, la llamada Comunidad LGBT –lesbianas, gay, bisexuales y transformistas–.
Quien conoce de historia reciente, sabe que el término gay no existía antes de 1960. A dicha preferencia se la llamaba homosexualidad, y a sus practicantes homosexuales o maricones, en lenguaje coloquial. Todo cambió con el sida, el cáncer gay, Un virus extraño que vino de lejos, como lo llamara el investigador Jacques Leibowitch (1986). Para hacer el cuento corto, los homosexuales dejaron de serlo y se hicieron gay, obligando a las multinacionales farmacológicas a producir un retrovirus en brevísimo plazo. Que no lo ha logrado el resto de la humanidad con el cáncer.
Creo que, cuando se es mayor de edad, uno puede hacer lo que quiera con su cuerpo sin herir a los demás. Los límites se conocen muy bien, y no me refiero solamente al uso de condones, si no a las perversiones como la pedofilia. Al cuerpo lo que pida–: solía decir un buen amigo farandulero, cuyo nombre no quiero revelar. Por lo cual es muy triste que Mateen no haya logrado salir del escaparate.
Pero de allí a que el Presidente Obama se movilice personalmente a consolar a los sobrevivientes y deudos de la víctimas de Mateen, que el senador Chris Murphy se desgañite 22 horas echándole la culpa de lo sucedido a la denominada Industria de la muerte y que otras inauditas muestras de violencia global simultáneas pasen casi por debajo de las mesas de redacción es inaceptable desde el punto de vista ético de la Comunicación Social.
Me refiero, por ejemplo, al apuñalamiento de una pareja de agentes en París, transmitida por las redes sociales mientras el monstruo yidahista le preguntaba a su morbosa audiencia qué podía hacer con el hijo que presenciaba el atroz hecho. A la actitud de los fanáticos rusos, que mancharon de sangre las calles de las ciudades de la Eurocopa. Y Cumaná, donde según sus castro comunistas y narcorruptas autoridades, los asesinados por sus colectivos no cuentan, porque uno de los fallecidos era un chino, el dueño de un supermercado, y, aparentemente, para los chavomaduristas, Chino no es gente.

Un Padrino que no es el del cine
Vladimir Padrino López, ministro de la Defensa de la desvencijada República Bolivariana de Venezuela, denunció a sectores opositores en el Parlamento que se han dedicado a ofender a la Fuerza Armada, sin precisar a  quién o quienes alude. Advirtió–: Nos reservamos cualquier acción legal para mantener la integridad de nuestro honor. Llamamos a la prudencia, que no es otra cosa que el control en las palabras para evitar situaciones y despojarnos de la embriaguez de poder […] Hago un llamado a la Fuerza Armada a no caer en provocaciones, porque sé la indignación que produce esto.  
Padrino amenaza con los cuestionados tribunales penales del país, que no son más que apéndices del Poder Ejecutivo. ¿Por qué lo hace? Porque ha visto que a los uniformados cada vez les es más difícil reprimir a las manifestaciones, sobre todo cuando son por hambre. Y que, poco a poco, el Cumanazo pudiera transformarse en un Caracazo.
No, general Padrino, los tiros no van contra las FFAA, si no contra los vende patria, narcotraficantes y asaltantes de camino infiltrados en ellas. Sus nombres figuran en varias listas, entre ellas las del FBI, la DEA y el Departamento del Tesoro. Los chivatos que han ayudado a recopilarlas no son los diputados de la Asamblea Nacional, ni integrantes de la MUD, ni miembros de otros grupos de la sociedad civil. Son oficiales, asqueados de lo que han visto adentro –sea lo que fuera que vieran–, y que decidieron entonar el bel canto en el Imperio. Son las noticias donde, pese a la censura y autocensura, aparecen oficiales, clases y soldados asesinados por ajustes de cuentas, una frase propia de la delincuencia pero no del idioma castrense.
Así es que le sugiero, mi general, que coja mínimo y ponga orden en su pea. Si que aún le es posible hacerlo.

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