sábado, 4 de abril de 2020

Las condiciones dadas

Luis García Planchart

“Las batallas no se ganan en base al consentimiento”
Arquiloco de Paros
“La política es una continuación de la guerra por otros medios”
Karl von Clausewitz


 "Yo sólo les ofrezco sangre, sudor y lágrimas"

Winston Churchill destacó en sus “Memorias” la lentitud norteamericana al para defender a Europa durante la II Guerra Mundial. Esa lentitud tiene tres explicaciones:
1.    Ningún estratega militar recomienda abrir varios frentes de guerra simultáneamente, y Franklin Roosevelt estaba seguro, tras la invasión a Indochina por parte de Japón, que, tarde o temprano, EEUU y Japón entrarían en confrontación
2.    Aún le quedaba a Roosevelt un camino complicado para restañar las profundas heridas económicas sufridas por EEUU tras el gran crac de la Bolsa de Nueva York, ocurrido en 1929
3.    En las democracias, los votantes se cansan de sus mandatarios y votan en su contra sólo para variar. Además de esta tendencia universal, para ganar las elecciones de 1940, Roosevelt no sólo tenía que vencer internamente a los aspirantes de su partido –algunos de ellos miembros de su gabinete y corresponsables del éxito del New Deal– si no, asimismo, desmantelar una poderosa matriz de opinión, liderada por el héroe estadounidense Charles Lindbergh, quien era antijudío, aislacionista y fascista.
Al ganar Roosevelt las presidenciales para su tercer período, preparó al país para la guerra reclutando a los desocupados para las Fuerzas Armadas y ofreciéndoles trabajo en las fábricas de armamento, así como subsidiando a las automotrices y textileras con los migrantes que habían llegado al norte de EEUU huyéndole a las hambrunas de la recesión.
En otras palabras, EEUU le declaró la guerra a Hitler cuando le convenía, cuando las condiciones estuvieron dadas.



Los tiene bien puestos

Muchos opináticos de extrema oposición se han opuesto a Juan Guaidó con la misma o mayor vehemencia si se quiere que los chavistas y colaboracionistas al servicio del narcorégimen. Aducen para ello que están desencantados del presidente interino porque ha sido blandengue con sus enemigos, y hasta se permiten poner en tela de juicio su valor. 
A diferencia de ellos, creo que se necesita un par de cojones bien puestos para arriesgar la vida y la seguridad de los suyos como Guaidó lo ha venido haciendo desde que se proclamó presidente encargado, que las reacciones en su contra son pasionales, de personas que se empeparon con el vate, y que están llenas de ira porque no ha actuado como ellas habrían querido que lo hiciera.
Además, estoy absolutamente seguro que el desempeño de Guaidó se debe a un plan totumeado por estrategas políticos, militares y económicos en Washington, y que la opción militar se daría después de descartar otras del menú, y cuando las condiciones estuviesen dadas, como ahora lo están.

El narco–estado de Venezuela


Nervios de acero

El primero de abril, una vez concluida las etapas de compilación y análisis  de pruebas y evidencias por la DEA contra el “Cártel de los Soles”, la administración de Donald Trump tenía dos alternativas: perseguir a Nicolás Maduro y a sus secuaces como terroristas, lo que implicaba reconocer a su gobierno como “legítimo” y calificar a Venezuela como “Estado patrocinador del terrorismo” –la condición de Corea del Norte, Irán, Sudán y Siria–;  o continuar desconociendo la legitimidad de origen del régimen narco–chavista, y considerar a sus sostenedores como simples forajidos del crimen organizado.
Para lograrlo, estaba obligado a mantener su reconocimiento a la legitimidad de Juan Guaidó como presidente interino, y, a las decisiones que el presidente encargado tomara en ejercicio de sus facultades constitucionales.
La única guerra que enfrenta EEUU no es contra el coronavirus
Por eso, en medio de la crisis del coronavirus, Trump anticipó medidas militares contra Nicolás Maduro y su combo, después que, una semana antes, El Fiscal General de EEUU acusara al ilegítimo inquilino ocupante de Miraflores de “encabezar una conspiración de narcotraficantes” y ofreciera US$ 10 millones por su cabeza.
Quince días atrás, Mike Pompeo, Secretario de Estado de EEUU, había respaldado una moción de Guaidó de última hora, de esas “no digas que no te di chance hasta el final”, para llegar a una “solución pacífica”. El canciller del narco régimen, Jorge Arreaza, se apresuró en calificar la oferta como de “adefesio”. Es la primera vez en que estuve de acuerdo con lo de “adefesio”, porque si los imbéciles arrogantes que rodean a Maduro se hubieran percatado de que le estaban regalando un jamón navideño, con todo y clavitos de especia, lo hubieran aceptado. Y entonces aquí estaríamos llorando de la rabia quienes queremos que Venezuela viva entre valores de justicia, democracia y libertad.
Así como le pasó a Hitler el siglo pasado, la solución política expiró para Maduro. La solución jurídica también, cuando Fiscal General de EEUU definió a los miembros de la cúpula del régimen como narcos–delincuentes, y solicitó su aprehensión y juicios penales. La única solución que le resta a Maduro es la militar, para la cual, según dice, tiene “nervios de acero”.

Cómo enfrentó EEUU a la droga en Panamá


El "Rey del Machete" le declaró la guerra a EEUU

La pregunta es, además del Plan Colombia, ¿hay en la historia reciente algún episodio que nos dé luces sobre cómo pudiera aplicar EEII su anunciada opción militar?
Si la hay.
Ocurrió hace más de 30 años, durante el mandato de George Bush. EEUU movilizó a más de 26 mil efectivos para derrocar y capturar a Manuel Antonio Noriega, que se autodenominaba “El Rey del Machete”, acusado por delitos similares a los que se imputaron a Maduro y su combo.
Fidel Castro, había convertido a Noriega en su lavador de dinero y a la banca panameña en su caja chica para evadir el bloque estadounidense. Convencido de que EEUU no se atrevería a invadir a la nación anfictiónica y que, lo que tenía que hacer su dictador era fortalecer la represión, La Habana planificó, por si acaso, una estrategia para una “guerra asimétrica” estilo Vietnam, y le vendió a Panamá miles de fusiles AK–47 con sus respectivas; todo lo cual figura en un documento de la CIA desclasificado en el 2013.
Noriega subió al poder en 1981, tras la muerte de Omar Torrijos, quien gobernaba de facto Panamá desde 1968. Torrijos falleció durante un accidente aéreo, un método favorito de los centroamericanos para liberarse de sus políticos inconvenientes, como lo hicieron con el canciller venezolano Arístides Calvani, su esposa y dos de sus hijas, ese mismo año, en Guatemala.

Una oferta que Noriega no podía rehusar, pero lo hizo

La administración de Ronald Reagan le ofreció a Noriega oportunidades similares a las que Maduro ha recibido de Trump, a saber: Que renunciara y se fuera tranquilo con sus “ahorritos” y salvoconductos para sus amigos y familiares; pero la rechazó. Que formara un gobierno de transición y diera elecciones libres; nanay, nanay. 
Nada fue de su gusto, Noriega, y el 15 de diciembre de 1989 le declaró la guerra a Estados Unidos, esperando apoyo militar de Cuba.
El 20 de diciembre, una fuerza combinada, organizada por el Comando Sur, invadió a Panamá.  En las acciones fueron destruidos importantes sectores de la ciudad de Panamá y Colón; y hubo un número indeterminado de muertos, estimado entre 600 y 700.
El 3 de enero de 1990, Noriega, que se había escondido en la Nunciatura Apostólica, se entregó a los marines, y fue trasladado a EEUU, donde fue enjuiciado por narcotráfico y lavado de dinero, y condenado a 40 años de presidio. También en Panamá fue juzgado en ausencia, y condenado por los homicidios de varios opositores y peculado.
Al término de su condena, Noriega fue extraditado a Panamá, y allí murió, a los 83 años de edad, en el 2017, mientras se hallaba bajo arresto domicilio por su avanzada edad y deterioro mental.

Back to Venezuelan situation


Portaaviones estadounidense frente a Venezuela

Volviendo a Venezuela, la gente se pregunta cuándo comenzará a aplicarse la opción militar.
Ya se inició.
La “peste china” anticipa una mega–crisis a escala global, que desbaratará en EEUU los esfuerzos que había hecho Trump para reducir el desempleo y mejorar las condiciones y estilo de vida de trabajadores y obreros. Para ganar las elecciones de noviembre –si es que se celebran entonces o en fecha próximo–, Trump necesita de un as baja la manga. Y ese as se lo repartió Maduro con su intransigencia. Si el presidente de EEUU logra echarlo, logra, como efecto carambola, sacudirse a Ortega y Canel Díaz– Y, así, barrería para un próximo período, y sería considerado como un héroe nacional.
Trump anunció que la operación militar ya había comenzado, y contaba con el apoyo de 22 naciones. El general Mark Milley, presidente del Estado Mayor Conjunto, aseguró poseer información fidedigna que demostraba que los narcotraficantes se aprovechaban de la crisis del coronavirus para potenciar el envío de sus alijos a Estados Unidos, y que, por lo tanto, defendería a su país “sin importar el costo".
Milley rubricó su intervención con las siguientes frases–: “Actores corruptos, incrustados en el régimen ilegítimo de Maduro, dependen de los narcóticos para mantener su poder represivo. El pueblo venezolano continúa sufriendo enfermedades, hambre e inseguridad por el control criminal de Maduro sobre el país. Así como estamos en guerra contra el covid–19, también lo estamos contra los narcos–terroristas".
El diario ABC de España1, por su parte aseveró que el operativo militar contra el narcotráfico de cocaína, metanfetamina y fentanilo cubre el Caribe, el Pacífico y Centroamérica, comenzó el 1º. de abril y no tiene fecha límite; que la Armada de EEUU ha desplegado buques de guerra frente a Venezuela, y que al operativo lo dirige el almirante Craig Fuller, jefe del Comando Sur, quien ya  está al frente de los marines, a Fuerza Aérea y la Guardia Costera, en un complejo dispositivo cuyo objeto es cortar tres narco–rutas existentes: desde Venezuela a las islas del Caribe y a Centroamérica –específicamente a Honduras y el sur de México–; y desde Colombia a Centroamérica. 
El equipo para esta misión incluye portaviones, destructores, cazabombarderos y helicópteros de la Marina; patrullas “cutter” de la Guardia Costera y aviones de vigilancia de la Fuerza Aérea. La Armada también activó sus Boeing P-8 antisubmarinos, traídos desde Europa, el Pacífico y la base de Norfolk, en Virginia. Las vías terrestres y fluviales de orígenes y destinos se chequearán desde el aire.
O sea que, las condiciones de dieron.


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