miércoles, 26 de mayo de 2010

El hombre con el cuarto de res a cuestas.

I
Uno de los primeros actos del gobierno comunista de Fidel Castro fue la confiscación de las embotelladoras de Coca Cola.
Gabriel García Márquez, testigo de excepción del suceso, narra una anécdota referente al mismo en la Introducción del Diccionario Clave de uso del español actual. Tras la ocupación de dichas instalaciones, los técnicos del régimen decidieron desarrollar fórmulas propias para lanzar un refresco revolucionario que sustituyera a la odiada gaseosa yanqui. Cuando el Ché Guevara probó la primera botella del líquido -relata la prensa de la época-, exclamó: ¡Sabe a cucaracha…! Sin embargo –según el Gabo- lo que dijo fue otra cosa: ¡Sabe a mierda…!
Algo parecido sucederá si el igualmente gobierno comunista del Guasón se apodera de Polar. El sucedáneo de Pepsi Cola sabrá a mierda, sin que quepa duda alguna.
Recordar es vivir.
Durante el paro cívico del 2002-2003, ciertos oficiales que siempre habían codiciado hacerse del control alimentario del país, convencieron al Guasón de que eso de fabricar harina precocida de maíz era más sencillo que pelar mandarinas. Una huevonada, pues… Y produjeron un polvo para desplazar del mercado a PAN –la marca de Polar-.
El resultado –según la opinión de numerosas amas de casa y también de nuestra particular experiencia- fue una especie de engrudo, que cuajaba lentamente y que, al amasarlo, se percibía al tacto como si contuviese granos insolubles de arena.
El desprecio que el Guasón y la nomenclatura roja sienten hacia las empresas y empresarios privados les obnubila de tal manera que están dispuestos a llevárselos por delante, aunque los venezolanos tengamos que volver a moler los granos de maíz como lo hacían nuestras abuelas y bisabuelas. Si es que hay maíz disponible.
Pero las cifras de la última encuesta Keller, publicadas hoy mismo en el portal de Globovisión, revelan que la opinión mayoritaria está absolutamente en contra de estas apropiaciones indebidas –ya que no puede llamárselas expropiaciones, pues están fuera de cualquier marco constitucional o legal-.
Han sido, en todo caso, atracos.
De la lectura entre líneas del reporte Keller y otros estudios opináticos y actitudinales a nuestra disposición también salta, a la vista, un hecho dramático: la ruptura entre el ciudadano de a pie –el pata en el suelo- y el Guasón. Los pobres que apoyaban al Guasón, en casi un 60% e in crescendo, le consideran hoy responsable personalmente –a él y no a los paga pedos sobre quienes usualmente descarga la responsabilidad sobre las innumerables y repetidas fallas de su gestión-. El 83% rechaza un sistema semejante al de Cuba para Venezuela. Más del 70% repudia las invasiones y confiscaciones a compañías y fundos productivos, y, en imagen, el desempeño de las corporaciones privadas supera en más del doble a las estatales.
La defensa de la propiedad privada ha sido asumida en las vías públicas por los trabajadores de las empresas afectadas, los proletarios, quienes reclaman a viva voz y sin miedo sus derechos.Vox populi.
II
En su tercera acepción, el DRAE define atracar como: Asaltar con propósito de robo, generalmente en poblado. Y la legislación penal venezolana resulta mucho más específica, pues considera que el atraco –a diferencia del asalto- se efectúa a mano armada. En los casos de Polar Lara y Nueva Esparta, con las armas que la República les confió a los militares, no para que despojaran a los legítimos propietarios de sus derechos, sino para que los preservaran. Por lo cual, más temprano que tarde, tendrán que pagar por sus delitos, sin que pueda alegarse aquello de la obediencia debida.
Veamos lo que sucede en nuestro propio vecindario. Sobre la Calle el Mirador de La Campiña, los abastos y panaderías allí ubicados han recibido la visita inesperada de Indepabis y la Guardia Nacional. Tras constatar que no hay acaparamiento o especulación, no les ha quedado otra que retirarse con las manos vacías.
Sin embargo, no ha transcurrido mucho tiempo entre las inspecciones y los atracos. Pareciera que, al conocer los puntos débiles de seguridad, los interventores venden la información al hampa común o regresan ellos o algunos de ellos, y cargan con las mercancías de su apetencia. Para lo cual necesitan camiones, porque las botellas y los víveres que se llevan pesan y ocupan espacio.
Son conjeturas, ¡claro está!, pero también la regla, pues ningún comercio previamente visitado se ha salvado de un posterior atraco; y, además, es muy poco probable que se den cinco coincidencias en cinco cuadras.
III
En declaraciones exclusivas al periodista Jorge Rial –un fablistán argentino que se ocupa de la farándula en televisión, pero que en su programa radial Ciudad Gótika a veces trata temas serios-, el Guasón ha insistido en culpar de todos los males que padece Venezuela al imperialismo y a la burguesía. A Guillermo Antonini Wilson, por ejemplo, le llama excremento. Se manifiesta extasiado por los millones de argentinos que, pacífica y entusiastamente, celebraron en las calles de Buenos Aires el Bicentenario. Sin percatarse de que, en Caracas, eso no sucedió ni podría suceder gracias a la bipolarización que él mismo desató.
En cuanto a los burgueses, ¿a qué burgueses se refiere? ¿A los que fabrican alimentos y y generan empleos, o a los que consumen whiskies de 18 años en medio de pachangas sin límite de tiempo?
Hay una instantánea que nunca desaparecerá de nuestra memoria visual. La del saqueador de un supermercado el 27-F, quien cargaba a la espalda con un cuarto de res.
Una caricatura grotesca del logotipo de la Emulsión de Scott, convertida en icono del régimen del Guasón. Pues son los boliburgueses –y ese dato también está en los sondeos- el único grupo socioeconómico que aún lo respalda. Hasta que se canse de que le echen las culpas del caos cambiario y la inflación, o de que invadan sus centros de producción monetario y también le voltee la espalda.
O hasta que la bancarrota llegue –la cual, anticipan los economistas, será tan grave como la de Ucrania o aún peor-. Y vuelva a darse la torcida imagen del hombre con el cuarto de res a cuestas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario