viernes, 13 de abril de 2012

Prohibido olvidar

Pronunciamientos y propaganda del 11-A
He leído con mucha atención todo lo publicado por los medios denominados independientes sobre la conmemoración del decenio del 11-A. De los demás ni hablar, pues no pasan de ser copias mal hechas de Pravda y Granma, donde desde la primera hasta la última víctima llevan un mismo nombre: verdad.
Una de las opiniones que más extrañeza me ha causado es la de Colette Capriles, porque se refiere a sucesos que ya forman parte de la historia reciente del país con el mismo sesgo con que lo hicieran otros dos de sus colegas, Teodoro Petkoff y Patricia Poleo, durante esos nefastos días en que se perdió la República.
Capriles vuelve a sacar a relucir el temita del sifrino armado hasta los dientes y el incordio que para ella representaron los pronunciamientos, sin aclarar si el motivo de su irritación lo ocasionan los contenidos de las propuestas y contrapropuestas que se manejaron entonces, o más bien el carácter militar de las mismas.
No quería ahondar más en el asunto, pues he escrito dos o tres relatos sobre el mismo, y creía que mi contribución a la certeza histórica –tal como lo recomendara Søren Aabye Kierkegaard- era más que suficiente en cuanto a mi me tocaba.
Empero, la bandana que aún conservo con la leyenda Prohibido olvidar, y el recuerdo de la marcha que realicé con Cristina hasta El Silencio, ese día de ira e infamia, frente a la nauseabunda y procaz propaganda actual del régimen castro comunista y la sumisión a ella –Quien calla otorga- de la oposición que se autodenomina democrática me obligan a volver a repasar mi memoria, antes de que se me olvide lo q que ha de olvidárseme.
No hay golpe civil
En primer lugar, amiga Capriles, estoy de acuerdo con su homónimo Henrique de que los golpes los dan los militares y no los civiles.
La única opción de los civiles que quieren actuar de manera castrense es enguerrillarse, aplicando para ello la doctrina La guerra revolucionaria de León Trotsky.
Así lo hicieron Mao Zedong, Abimael Guzmán, Fidel Castro, Manuel Marulanda Vélez y el Subcomandante Marcos, en varias naciones y con diversos resultados.
Decir otra cosa sería asumir que el hombre de franela rosada aseguraba un comportamiento a priori respetuoso hacia los derechos humanos de los trabajadores del Canal 8 de parte la horda comandada por el teniente Diosdado Cabello que tomó el la estación el 4-F.
El 11-A hubo una insurrección civil
Entonces, lo primero que se me ocurre, amiga Colette, es puntualizarle la impropiedad del término golpista aplicado a un civil, sobre todo inerme, acompañado de su esposa, cuando se junta con numerosos componentes familiare, en una manifestación de un millón de venezolanos protestando por algo que después resultó cierto: la vocación hegemónica, comunista y entreguista de la Patria a la ocupación extranjera del líder a quien le pedíamos renunciar por las buenas.
Lo que pasó el 11-A sólo se había dado en dos ocasiones anteriormente –y por las mismas causas-: el 19 de abril de 1810 y durante los días que antecedieron al 23 de enero de 1958. Es en ambos momentos, únicos e irrepetibles, donde caben los calificativos y alabanzas del Himno Nacional: Gloria al bravo pueblo/ que el yugo lanzó –en nuestro caso, intentó hacerlo- … Y si el despotismo/ levanta la voz,/ seguid el ejemplo/ que Caracas dio…
La impunidad de lesa humanidad
Ahora bien, estimada amiga, llegué hasta la Plaza O´Leary, pero Chris –mi querida y difunta compañera de vida- deseaba ir más allá, del Teatro Junín hacia
Puente Llaguno.
La convencí que no siguiéramos, porque mis rodillas no me iban a ayudar mucho en el caso de una corrida. Así es que nos devolvimos en metro, ignorantes de lo que estaba pasando, y mientras almorzábamos en el Da Guido, pudimos contemplar los horrores de los salvajes chavistas que asesinaron a 19 compatriotas, y quedaron impunes para garantizarle a Tiburón 1 su no comparecencia ante el Tribunal Penal de La Haya.
Como le aseguró el general Marcos de Jesús Pérez Jiménez a mi amigo Alberto hallándose preso y mal recomendado en San Juan de los Morros: Un golpe no se lanza de la noche a la mañana, requiere de una preparación precisa, y que se de un conjunto de condiciones.
Lo del 11-A no fue un golpe –lo del 4-F sí lo fue-, sino una insurrección civil. Que fracasó porque los militares se chorrearon, y, tras herir al tigre, se aterrorizaron con el cuero.
Lo digo porque, si a Dios se le ocurre darme 10 años más de vida, no deseo repetir el mismo cuento. Entonces, Colette, quédate con esta frase: Prohibido olvidar.

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