sábado, 20 de octubre de 2012

Exorcismos contra los hijos de Satán


La paloma y su ramito de olivo
Alias Iván Márquez, tesorero de la guerrilla narcoterrorista FARC, se sentó en Oslo, vestido de flux, y dijo –con su cara bien lavada- haber volado desde la selva tropical con un ramo de olivo por la paz de Colombia.
Hay que tener guáramo pues el tal Márquez es responsable directo de los secuestros, las vacunas y los millones de seres humanos que mueren prematuramente o destruyen sus vidas a causa del tráfico y consumo de drogas.
Presentándose como lo hace, Márquez más bien luce como un empresario, pero eso sí, de esos que critican al capitalismo y al Imperio. Lo que llaman la izquierda light o caviar.
Empero, ni siquiera lo del ramito de olivo resulta sincero en su discurso o actitud, los cuales forman parte del Manual de la Guerra Revolucionaria. Para León Trotsky, su autor, los revolucionarios parlamentan con sus enemigos para ganar tiempo, cuando las situaciones en los escenarios de batallas les son desfavorables. Y la única paz que persiguen es la que imponga el vencedor sobre el vencido. Como la que logró el Che Guevara en Cuba, tras enviar al paredón a 3 mil de sus oponentes.
Un ramito de olivo luce aprehendido en el pico de una paloma, diseñada por el camarada Pablo Picasso como símbolo mundial de la paz.
Y puede que al genial artista le haya traicionado el subconsciente, pues la paloma no sólo es un pajarraco inmundo, transmisor de enfermedades graves para el ser humano y cuyas heces destruyen los pisos de los campanarios de las iglesias de los pueblos, sino que –además- es uno de los pocos plumíferos que se come a sus propias crías, si éstas no se ponen a buen recaudo tras salir de sus respectivos cascarones.
Más malos que Guardajumo
Claro que comerse a sus crías es perdonable, sobre todo si dicho canibalismo se ejerce por falta de comida,
Pero lo que no puede ser olvidado es el componente colombófilo que existe en el alma humana, y que obliga a algunos de los más dañados a comportarse como seres asquerosos, parasitados, contaminantes y verdugos de quienes se opongan a la verdad que –según ellos- les fuera revelada.
Me refiero a personajes cargados de antivalores, manipuladores para su propio beneficio de la historia y la realidad objetiva, incapaces de entender las opiniones que les disgustan del prójimo. Más malos que Guardajumo, como se decía en la Independencia sobre las atrocidades de un oficial español que superaban a las del infame José Tomás Boves.
No, no acuso a inquisidores como Tomás de Torquemada, cuyas fechorías se ubican en el Medioevo, sino a los más recientes reinados del terror, implantados en contra del Derecho Natural, por comunistas como José Stalin, Pol Pot y e Mao Zedong, autores intelectuales de millones de sus compatriotas. Señalo a los líderes de las guerrillas procomunistas de Colombia, Perú, Paraguay, a los capos de sus aliados estratégicos que son los carteles de la droga y, asimismo, a los gobiernos y funcionarios narco-complacientes en el mundo entero.
Estos últimos grupúsculos representan en América Latina los brazos armados del Foro de Sao Paulo –la Nueva Internacional Comunista o Socialismo del Siglo XXI- y carecen, a mi entender, de toda moralidad, pues, más que inmorales, resultan inmorales.
Son, como le comentaba a un primo, íncubos y súcubos, que es la apariencia humana con la cual se revisten los demonios del Averno cuando quieren copular con los hombres y las mujeres o poseer sus almas.
Porque, en verdad, son diabólicos. Conozco a algunos desde que estudie con ellos en el liceo y la universidad, y sé que carecen de límites para desarrollar sus instintos infernales y poner en marcha sus acciones vesánicas. Lo único que temen es a la muerte, pues, al haber renunciado a Dios, creen que después de esta vida no hay otra oportunidad.
Una maldad hecha corazón de mi patria
Sólo esta maldad, hecha ideología y hasta modo productivo, representada paradójicamente por el emblema del Chavo y el eslogan el corazón de mi patria, pueden explicar los amañados juicios y destructivos tratamientos carcelarios de Boris Simonovis, María Afiuni y los socios de Econoinvest.
Los castro comunistas de aquí dirán que si, después de todo, Pol Polt envió a millón y medio de conciudadanos a los campos de concentración y exterminio de su país, ¿qué son unos pocos presitos para alimentar el corazón de la patria del Guasón y Jorge Giordani?
Es por eso que, frente a una nueva jornada electoral, en la cual se vislumbra un repliegue de quienes votaron en las presidenciales por la opción opositora, lo que queda de la unidad democrática tras la crónica de una muerte anunciada por el golpe de Estado electoral, debería dejar sus escrúpulos a un lado e iniciar una campaña de exorcismo contra los hijos de Satanás. Esto es, si quiere recuperar el poder alguna vez.

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