viernes, 21 de junio de 2013

Los estudiantes son una puntada en el hígado


México tiene un nuevo Santa Anna
Enrique Peña Nieto, presidente de México, recordando a su antecesor Antonio López de Santa Anna, hizo dos afirmaciones importantes este miércoles en Londres: que no recibirá a Henrique Capriles, porque su gobierno ya reconoció a Nicolás Maduro como Primer Mandatario de Venezuela; y que Pemex acudirá a las trasnacionales para la explotación de sus reservas petroleras.
Peña Nieto rememora a Santa Anna, pues el general jalapeño vivió de espaldas al resto de Latinoamérica, hasta que le tocó exiliarse en Colombia; dejando que los gringos destruyeran la identidad mexicana al cogerse la mitad del territorio azteca. Sentimiento nacional que sólo retornó cuando fueron nacionalizados los hidrocarburos, y se creó Pemex.
Puede que Jing compre la Cadena Capriles
Por otra parte, Daniel Ortega, presidente de Nicaragua y petrochulo del régimen castrochavista, sabedor que las arcas de Venezuela a duras penas sirven para sustentar a la abominable tiranía comunista de Cuba, designó a un misterioso chino, Wang Jing, como inversionista mayoritario  y representante legal de la empresa que construirá, a un costo de 40 mil millones de dólares, el canal interoceánico por Nicaragua.
A Jing ni siquiera lo conocen o tutean en su casa, porque la, HK Nicaragua Canal, carece de experiencia en ingeniería civil y su otra compañía sita en China se ocupa de las telecomunicaciones.  Empero –según afirma la prensa opositora- lo que quiere Ortega, quien también le concedió a Jing licencia para operar telefonía móvil en el país por un valor aproximado de 700 millones de dólares, es levantar fondos para reelegirse en las presidenciales del 2016, independientemente de la suerte del canal.
A lo mejor Jing también resulta ser el desconocido comprador a ser anunciado por la Cadena Capriles, cuyo nombre aún no ha sido revelado por los vendedores. ¿Quién quita?
Zambrano le pide al Papa interceder con Maduro
Mientras estos hechos ocurrían en Londres y Managua, el diputado Alberto Zambrano tuvo un brevísimo encuentro con el Papa Francisco I en Roma. Cuyo objetivo –según declaró al salir- era pedir amnistía general para los presos políticos y exiliados de la dictadura venezolana, pero que al final se transformó en una rogatoria para que la Conferencia Episcopal Venezolana actuara de mediadora entre la oposición y el gobierno, a fin de establecer un diálogo honesto entre ambas partes.
Y, asimismo, en Brasil, millones de manifestantes se lanzaban a las calles para protestar contra la corrupción del gobierno socialista y el aumento del pasaje del transporte público. En Brasil, donde la renuncia al modelo económico maximalista y la adopción plena de la economía de mercado logró incorporar a un número mayor que la población de Venezuela de pedigüeños a consumidores en menos de una década.
Ante las protestas, la camarada Dilma recomendó a los gobernadores escuchar a los manifestantes. En circunstancias parecidas ocurridas con los estudiantes y profesores universitarios en Venezuela, el mayor general Miguel Rodríguez Torres, Ministro de Justicia, envió un grupo de encapuchados a la Plaza del Rectorado de la UCV para que secuestraran y quemaron dos buses, uno de la Unesco y otro del Pedagógico.
Después, tuvo el tupé de acusar a los ucevistas de estos actos de terrorismo oficial. Así es él, y ésa es su costumbre, tirar la piedra y esconder la mano, desde que Danilo Anderson fuera el Fiscal General, y compitiera con el vice delincuente hijo ‘e putivo en extorsionar a los firmantes de la lista de Carmona. Y conste que no lo aseguro yo, sino el diputado Pablo Medina en su libro sobre el  asesinato del alto funcionario.
Los reclamos de los universitarios duelen
Los reclamos de los universitarios duelen…
A los marginales que administran el Tesoro para mantener el gobierno ilusorio de Cuba, que ofrece a cambio médicos que no son médicos, medicinas que triangulan y una red de burócratas para realizar funciones que siempre hicimos los venezolanos.
A los uniformados corruptos y narcotraficantes, que ven en pico de zamuro sus prebendas, frente a un estallido social donde oficiales probos asumieran el poder.
A los boliburgueses, que disfrutan con una glotonería cuasi concupiscente el raspado definitivo de la olla del Festín de Baltazar.
A la oposición colaboracionista, que olvida la deslegitimación y se abalanza sobre el reparto de cambures a darse en las elecciones de alcaldías, legislaturas y ayuntamientos; soslayando la entrega de la soberanía a la República a Cuba, los 200 mil muertos causados por los ahora inexistentes pranes y sus forajidos desarmados, y otros detallitos por el estilo.
Los estudiantes son una puntada en el hígado, para muchos pero no para quienes están en la resistencia, pues el término oposición ha pasado a convertirse en Venezuela en su antónimo, como sucedió con transparencia

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