sábado, 23 de noviembre de 2013

Un hombre que mira al mundo desde el retrovisor


El ilegítimo decretó la ilegítima
El jueves el ilegítimo presidente aprobó, con la ilegítima habilitante, las dos primeras leyes que conducen a Venezuela al socialismo del presente siglo, que no es otra cosa -Fidel Castro dixit- que el comunismo.
Alias Voz de trueno -Luis Vicente León, presidente de Datanálisis, quien les echa un tiro al gobierno y otro a la oposición, le había recomendado al de facto ocupante de Miraflores que se dejara de hablar  huevonadas y actuara-. Lo que en publicidad se conoce como shocking advertising (publicidad de choque).
Y así lo hizo, ordenando saquear las tiendas de electrodomésticos, para tapar la falta de artículos de la canasta básica, los devastadores efectos de la inflación y convencer a los cuestionadores de afuera su triunfo en la elección del 8 del mes que viene, asegurada a priori por el trío CNE, G2 cubano y Smartmatic.
En tan infausta fecha, el ilegítimo no se encadenó.
Dejó que los televidentes siguieran los Premios Grammy, el béisbol profesional y otros programas de una televisión venezolana que ni opina ni informa, pero sí entretiene. Un show hegemónico de 24 horas diarias el cual, de haberlo conocido Carlos Marx lo hubiera intitulado como el Opio de los pueblos.
Pues de en eso consiste el triste espectáculo del policía bueno y el malo, - Villegas, candidato a alcalde; Villegas, portavoz de los enanos-, cisnérica y ahora también empoderado por uno de los carteles del narcotráfico con la compra del multimediático Bloque de Armas -según la página Web chavista aporrea.com, entre otras fuentes-.

Lo que el gobierno quisiera hacerle a los escuálidos
 ¡Sóbate, que eso se hincha!
En su trabajo de grado ¡Sóbate, que eso se hincha!, publicado por la Fundación Carlos Eduardo Frías (2000), los aspirantes a comunicadores sociales Carla Delgado, Marcel Rasquín y José Torres analizan el nuevo rol del espectador como producto de los medios de comunicación, que le han guiado hacia la individualización, y su resistencia a los mensajes clásicos o convencionales.
 Quienes se incorporan a la sociedad de los adultos -aseguran-  pasaron más horas ante el televisor que en las aulas. Se ha reducido su contacto interpersonal. Además, manifiestan actitudes negativas ante el estímulo publicitario: cambian cuando viene el corte comercial, cuando se ven obligados a presenciar un anuncio se predisponen a generar reacciones desfavorables. Todo lo cual resulta consecuencia de la saturación, del exceso de estímulos informativos provenientes de los diversos  medios y sobre todo, de los que aparecen en los medios audiovisuales.
Añadían los entonces bachilleres: En los años sesenta del Siglo XX se podía dirigir el producto al azar, y el consumidor lo compraría. En los ochenta se intentaba contactar al máximo número de consumidores en condiciones de usar el producto. Y, en los noventa, había que ubicar con precisión a los verdaderos usuarios potenciales. Hoy el consumidor es mucho más exigente, más listo. Le educamos y preparamos, a base a mejores ofertas, para necesitar el producto número 13 de nuestro catálogo, incluso cuando sólo aspira al número 12.
No son lo mismo, pero se parecen
Soy consciente de que publicidad y propaganda no son iguales, aunque coincidan en sus raíces y en algunas de las técnicas empleadas durante sus trabajos de campo.
La publicidad funciona promoviendo marcas, productos y servicios entre individuos con características demográficas y psicográficas comunes. El propósito de la propaganda - filosófica, política o religiosa- es ideologizar al mayor número de personas y transformarlos en seguidores, militantes o prosélitos.
Empero, de esa tierra de nadie que son los medios masivos, donde se mezclan todos los mensajes sin orden ni concierto, pueden validarse afirmaciones como las de Luciana Piacentini, quien define a la publicidad como el arte de gobernar la voluntad ajena. Concepto que se podría extender, asimismo, a la propaganda.
O la de Olivero Toscani, creativo de las irreverentes campañas de Benetton, quien afirma: La publicidad excita los deseos, seduce al tonto, le crea necesidades, lo culpabiliza. La publicidad es una carroña perfumada. Siempre se dice de los muertos: “Parece tranquilo, se diría que sonríe”. Algo parecido pasa con la publicidad. Está muerta, pero siempre sonríe.


Lo que los escuálidos quisieran hacerle al gobierno
 La estrategia del muerto que parece sonreír
Se puede establecer como hipótesis, entonces, que la estrategia asumida por el ilegítimo para mantenerse en el poder a como dé lugar es shocking advertising, basada en tres variables:
1.    Una conjunción de inesperada de elementos novedosos o no para impactar al espectador. El saqueo de Daka y otros comercios, así como la compulsiva baja de precios en productos que no son de primera necesidad ni representan un valor porcentual significativo en la tasa inflacionaria
2.    Una acción cuyo objetivo es llamar la tención. ¡Y vaya si lo logró! No sólo entre los compañeritos saqueadores y los camaradas del día después que llegaron con maletas de efectivo, sino que el tema se convirtió en nota de primera página y discusión incluso en medios internacionales como CÑN.
3.    Una omisión que consiste, al menos temporalmente, en bajar el perfil mediático para limpiar los canales de saturación. De ahí que las primeras leyes socialeras se presentaron a través del canal del Estado solamente.
¿Quiere decir esto que el régimen hace propósito de enmienda? ¡Ni de vaina! Políticamente, el castro-comunismo va, la entrega a Cuba va, la destrucción del país va, las canonjías a los petrochulos también van. Económicamente, todo sigue según las teorías de Jorge Giordani, el hombre que mientras la globalidad ve el mundo a través del parabrisas, él lo hace mirando por el retrovisor. Con las salvedades del caso, ya que la nueva clase de boliburgueses, bolichicos y narco milicos necesita sus churupos.

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