viernes, 13 de diciembre de 2013

Rescatar la verdadera patria de Bolívar


¡Renuncia, Aveledo!
Mis seguidores saben que he criticado acerbamente no sólo a la Mesa de la Unidad Democrática sino,  especialmente, a su secretario ejecutivo, Ramón Guillermo Aveledo. Empero, hoy debo felicitarlo pues el político anunció haber puesto su cargo a la orden. Y espero que no surja algún pendejo solicitándole que no renuncie.
 En la presente fase de introspección, definida por el propio Aveledo, el otro que debería dimitir como sempiterno candidato presidencial de oposición  es Henrique Capriles, pues es obvio que más de un millón de electores le volteó la espalda al virtual plebiscito decretado por la MUD, al votar por opciones diferentes a las propuestas por la oposición tolerada.
¡Renuncia tú también, Capriles!
Una fase de introspección donde deberá también analizarse el nuevo rol de las FFAA de Venezuela, dentro de un país que funciona a todas luces como una colonia cubana expoliada inmisericordemente por los tiranosaurios Castro Ruz, a través de su obediente ficha Maduro y gracias a la cochupancia de los boliburgueses civiles y militares.
Porque Venezuela padece tuna situación indigna, injusta y despreciable -aunque no inmerecida, ya que todo pueblo tiene el gobierno que se merece- de dependencia; de la cual no es posible salir ni dialogando ni votando, pues tales actos únicamente son viables y factibles entre semejantes, mas no entre dispares. Por lo cual, lo quieran o no Aveledo y Capriles, la posible salida es semejante a la del 23 de enero de 1958.
Los articulistas y la transición
Como lo caracteriza Jesús Petit Da Costa: Por tanto, nuestra primera e insoslayable tarea es la patriótica de liberar a Venezuela de Cuba, la que comienza por desplazar del poder al gobierno títere. Todas las batallas políticas deben librarse en función de este objetivo: la liberación nacional. En función de este objetivo supremo, que debemos asumir todos y cada uno de los venezolanos, podemos hablar de victorias o derrotas.
Así también lo reconoce Luis José Semprúm, quien califica la actitud de la MUD al respecto: como una contradicción colosal, producto de alguna tara ideológica o de algún oscuro acuerdo con el gobierno, porque esos mismos líderes opositores que repudian una crisis militar, celebran con bombos y platillos los acontecimientos del 23 de enero de 1958, cuando se produjo justamente un alzamiento cívico-militar contra un régimen dictatorial.
Y como, asimismo, plantea Carlos Blanco: Un movimiento cívico-militar para rescatar la libertad y la democracia se hace necesario, en la medida en que se plantee el rescate del valor de la civilidad, de la ciudadanía y se proponga la reinstitucionalización de la Fuerza Armada.
El inevitable giro al timón
Yo estoy convencido que entre los oficiales de mando de la FFAA hay la voluntad, la capacidad y el pundonor necesarios para darle un giro al timón de 180 grados. Que saben que mientras más temprano se dé el cambio, menos costoso saldrá.
Pero también poseo la convicción que no actuarán sin el apoyo de civiles, integrados o no en partidos, pero sí razonablemente organizados. ¿Y por qué lo creo? Porque con la elección de 8 de diciembre próximo pasado, la MUD legitimó el gobierno de Maduro aún en contra de sus acciones anteriores. Debe recordarse que, hace menos de 2 meses, los mudistas pidieron ante la ONU el desconocimiento de los resultados de las presidenciales del 2012, sostenían públicamente la doble nacionalidad del Primer Mandatario y demandaban la intervención de los multilaterales por presunta violación de los derechos humanos.
Los cambios requeridos ahora son una consecuencia de los procesos históricos y de las construcciones colectiva vividas a partir de 1999, y poseen consecuencias trascendentales que los hacen percibirse como súbitos y violentos, pues se trata de una ruptura del orden establecido. Y en dichos cambios no es el pueblo quien los lidera, sino la clase media o pequeña burguesía, y de ahí su sistemática destrucción, tanto en Cuba como en Venezuela.


El verdadero rostro de Bolívar
Por lo cual, los que aún quedan porque no quieren o pueden emigrar, deben decidir qué deben decidir, si morir de mengua -como ocurrió con más de la mitad de la población de Camboya durante la tiranía comunista de Pol Pot- o vivir en la verdadera patria de Bolívar.

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