miércoles, 5 de abril de 2017


Sobre la amistad y el utilitarismo

Puede una gota de lodo
sobre un diamante caer;
puede también de este modo
su fulgor oscurecer;
pero aunque el diamante todo
se encuentre de fango lleno,
el valor que lo hace bueno
no perderá ni un instante,
y ha de ser siempre diamante
por más que lo manche el cieno

Rubén Darío: La calumnia

La gran confusión generada en Venezuela por la destrucción de los valores éticos y morales perversamente organizada desde La Habana por el proyecto foropaulista –ahora no se puede decir comunista, pues para la nueva ortodoxia el comunismo dejó de existir, y yo me niego a emplear el término populista, asociado a mi entender más al fascismo peronista y a su creadora, Eva Duarte que al Plan de la Patria de Hugo Chávez– ha tergiversado, entre otras, a la naturaleza de la amistad.



Lo digo porque un par de amigas –espero que lo siguen siendo– parecieran no entender ahora cómo manejar nuestras relaciones, muy diferentes a las de pareja y de familia.
Comencemos con las relaciones de familia. Creo, como dice el aforismo, que: Los amigos son una disculpa de Dios por algunos parientes que nos dio. No creo que valga la pena ir más allá de lo antes dicho.



Las parejas, muchas veces y tras la explosión de las hormonas caen en una relación amor–odio, un estado de dualidad, pues donde hay amor, debajo hay odio, como parte intrínseca del amor. Entre la mayoría de las personas existe amor–odio hacia ellas mismas, lo cual es humano y natural. Se aman y se odian, y lo proyectan al entorno.
Hay que concientizarse sobre del ángel y del demonio que habitan en el ser humano, para poder aceptarse, actuar en consonancia, con claridad, comprendiendo lo que se hace el por qué y para qué y como cambiar para el propio bien.
Cuando comienza una relación de pareja, ambos muestran el lado divino, maravilloso, perfecto, incomparable. Con el tiempo, las parejas comienzan a desenmascararse, porque es imposible protagonizar el rol de lo que uno no es de manera indefinida. Y ahí empieza el show del Dr. Jekyll a Mr. Hyde, de la persona más hermosa a la más horrible.
El amor no implica resolver nuestras necesidades a costa del otro, sino de desarrollar nuestra propia riqueza interior y madurez. Cuando se espera que los demás aporten felicidad, amor, se crean dependencias, expectativas, deseos y anhelos totalmente falsos. Nadie es responsable de hacernos felices, ni un amigo, ni un hermano, ni un enamorado y aunque quisiera hacerlo, tampoco podría.
Las relaciones funcionan como un espejo, reflejando aspectos desconocidos y profundos de cada ser. Son proyecciones positivas o negativa y esto levanta un velo que opaca la realidad y la distorsiona.



Las relaciones revelan la educación recibida, las carencias de la infancia, las descalificaciones durante la niñez. Si a la persona se la ama y reconoce,  su autoestima y comunicación será sana siempre.
¿Cómo cambiar de grande? La forma más compleja, las terapias: la más simple, la meditación: Si tú meditas, cambias. Si cambias, el entorno cambia. Si no lo haces, Cuando tú cambias, el resto cambia. todo lo demás sigue igual. El cambio está en ti mismo.
Analizo la relación de amistad.
Según Juan Miguel Matheus –Cicerón y la amistad, El Universal, 16/10/2013–, el filósofo griego analiza en su obra, De Amicitia, los fundamentos de uno de los fenómenos más radicalmente humanos: en forma de diálogo, simulando la interlocución entre honorables personalidades romanas en edad de senectud. Por amistad entiende la comunión entre personas alrededor del deseo de bien y la virtud. Nunca podría entablarse amistad en torno al mal y al vicio, pues ello equivaldría a complacencia o complicidad. De la amistad así entendida puede predicarse la cualidad moral de los boni, es decir, de la gente virtuosa. Y es esta última que, a través de la fides confianza recíproca– imprime textura moral a la República. Así la amistad no es solo una realidad privada, confinada a lo doméstico, sino el cimiento más sólido de un orden político justo, al cual Aristóteles denominó: Ciudad de amigos.
Cicerón establece varios supuestos para que exista la amistad verdadera…
1.    Los verdaderos amigos no se cuentan, ¡se sostienen con ambas manos y bien fuerte
2.    Un amigo es quien sólo habla mal de ti contigo. De mí hablan horrores, pero se los consiento
3.    Un amigo se ríe de nuestros chistes, aunque sean malos, y se conduele de nuestros problemas aunque no sean graves. Escucho con paciencia sobre rollos que no me interesan, y procuro reírme de chistes que maldita la gracia que me hacen
4.    Amigos por siempre significa para toda la vida. No hasta que algo salga mal y dejan de hablarse, o para hablar del otro a sus espaldas. Odio a la maledicencia en todas sus instancias, y no considero amigos a quienes chismean sobre mí. Creo que los cuatro grandes males que trajo la Conquista al Nuevo Mundo fueron: La caspa, las enfermedades infectocontagiosas, la envidia y la maledicencia
5.    Los verdaderos amigos son como los libros, no hacen muchos, sino que sean originales, buenos, interesantes y bien conocidos
6.    Los amigos son ángeles humanos, pues son capaces de tocarnos el alma
7.    El amigo verdadero no te deja solo jamás. Ríe y llora contigo. Te critica a la cara y te defiende a tus espaldas
Y añado un octavo, en reconocimiento a la infotecnología del Siglo XXI: No hay mejor red social que una mesa rodeada de amigos.



La democracia requiere de la amistad porque necesita igualdad en las relaciones humanas. Así como la amistad solo es posible si median la igualdad y la reciprocidad, la democracia solo existe si hay igualdad ante la ley y recíproca solidaridad entre todos los ciudadanos.
Cicerón creía que la amistad basada en la verdad, y no en la adulación o complacencia era el mejor freno que tienen los políticos y gobernantes para no sucumbir antes las tentaciones del poder. Un estadista necesita amigos leales a su lado quienes, mediante consejos oportunos y sanas reprensiones, le adviertan sobre la corrupción y el abuso de poder.
Cuando la gente se realiza por medio de la amistad, es más apta para participar del bien común y consagrarse a la búsqueda de éste.
Es claro que los venezolanos debemos aspirar a una Venezuela convertida en ciudad de amigos, una auténtica República sustentada en la amistad ciudadana. Sanar al país del virus autocrático y totalitario para darle paso a la virtud, y que sean los personas virtuosos quienes gobiernen. Para lo cual hay que cultivar la fides ciceroniana como virtud personal y cívica, para poder creer en la fuerza del pueblo para derrotar la injusticia y mantener en pie el sistema de libertades. Sanar al país supone hacer brillar la esperanza a través de lo concreto que el bien de la amistad puede hacer florecer en cada uno y entre todos  los venezolanos.
Espero que estas reflexiones sobre la amistad y el utilitarismo les toquen el alma a mis amigas. Si es que ellas quieren seguir siéndolo…



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