lunes, 8 de mayo de 2017

Insurrección y organización

Repito hoy lo que ayer publiqué vía watsup, adicionándole algún material interesante. Lo hago porque, como dice mi amiga Julieta, los blog son para los viejos, aunque tampoco los fans de las redes sociales parecieran tener paciencia para leer más de 140 caracteres, aunque el mundo vaya mucho más allá de esa estúpida y limitada cifra. Así es que, quien quiera leer, que lo haga; y el que no que se quede con su limitada misión y visión del acontecer.
Así como no puede haber un liderazgo naïve, que surja de la propia rebelión de calle, tampoco puede haber una insurrección desordenada, sobre todo si el enemigo está súper organizado y, además, posee mayores recursos para la pelea. El régimen juega a que los marchistas se cansen y vuelvan a sus labores cotidianas. En colegios que antes ocupaban los hijos de la clase dirigente de la IV República y ahora han sido colmados por los de la nueva narco–clase, la familias se niegan a pagar sus mensualidades atrasadas, porque no quieren pagarle a los maestros para que vayan a marchar en contra de Maduro. Además, las madres de los educandos se han convertido en espías, que van, libreta en mano, a chequear que educador va y quien no va, para entregarle la lista al comisario político a quien le tocará actuar. Y éste es sólo un pequeño ejemplo de la estructura sobre la cual se  basa el poder del castro–chavismo.


Lo difícil del momento


"No pasarán" – dicen los esbirros del régimen

Robert Giles publicó, recientemente, lo que sigue–: No cabe duda que Venezuela vive el momento más decisivo y definitorio de su historia republicana. Ha vuelto sobre nosotros el tiempo en que el pueblo debe plantarle la cara a su destino. Nada inédito. En el pasado nuestros muertos ya lo hicieron y, en medio de las más crudas contiendas, fueron dejándonos este país que es el todo de nuestras vidas, pese a esa infortunada secuencia de los violentos atavismos que desencadenaron nuestras revoluciones desde 1810 hasta hoy. Nuestra historia no es un hecho vacío, no se realizó nunca en vano. Al final la carga que toda historia tiene se acumula y nos permite sobreponernos a la catástrofe que profetiza el colapso trágico, se ha despertado y lo constatamos en la heroica, muy heroica, resistencia que viven nuestras calles…
Venezuela enfrenta una hegemonía mediática casi total. Cada vez que el canal televisivo le dedica una pequeña porción de espacio a algún miembro de la oposición tolerada, Maduro mete una cadena nacional. Además –y esto pasa en los últimos días– el periódico El Nacional ha sido excluido de la lectura diaria de la prensa.
En un editorial de El Nuevo Siglo de Bogotá, fechado el 5 de los corrientes, se resume uno de los tantos shows del régimen así–: Maduro, en su calidad de dictador grotesco, deja perpleja a la audiencia en cuanto en la cercanía de Miraflores, rodeado de empleados públicos y agitadores pagos, mientras sus esbirros golpean a los opositores e incluso les causan la muerte, se muestra bailando, moviendo las caderas como si estuviese en una feria. ¿Cómo puede entenderse algo así mientras el pueblo es maltratado a mansalva por tanquetas y elementos armados y enmascarados? ¿No le duelen a Maduro los muertos y heridos, los jóvenes que como el violinista Armando Cañizares han sido vilmente asesinados?
Obviamente, querido colega editorialista, los opositores muertos le saben a mierda a Maduro. Igual que al resto de los que, ahora, no pueden ser llamados comunistas, pues se ofende a Mario Vargas Llosa, quien jura que todos ellos yacen enterrados bajo las ruinas del Muro de Berlín.

Urge un cambio en la estrategia

Y éste es otro punto que los manifestantes no entienden, la necesidad imperiosa e inminente de lanzar una estrategia, donde la astucia prive sobre el coraje, antes de que la llama iniciada hace un mes se extinga. Lo que preocupa enormemente a Elinor Montes, quien en su blog escribió un artículo intitulado Urge un cambio en la estrategia (06/05/17) asegura–: Atacada así la gente por todos los flancos toca a la dirigencia establecer una nueva estrategia adecuada no a una lucha política convencional sino a una realidad de guerra de exterminio contra la disidencia que tiene el derecho y el deber de defenderse, de luchar por su libertad y solicitar ayuda internacional porque estamos hablando del enfrentamiento de un Estado totalitario que usa con saña el armamento que dispone contra una población civil indefensa que sale a manifestar pacíficamente con escudos de plástico, pañuelos impregnados de agua con antiácido y bicarbonato de sodio, pancartas y banderas.



Elinor Montes, atropellada en la Ave. Libertador

El arte de la guerra según Sun Tzu

Cuando se habla de estrategia hay que referirse a la estrategia militar, del griego stratigos o strategos, que literalmente significa liderazgo del ejército, y se refiere a la planificación general utilizado por las organizaciones para alcanzar los objetivos fijados. El líder o estratega debe tener la seguridad de explotar la situación en su provecho, según lo manden las circunstancias; por lo cual no debe estar vinculado a procedimientos determinados. Así lo aclara Sun Tzu en El arte de la guerra.
El propósito de la estrategia es llevar a las tropas al campo de batalla. Es una de las tres facetas del Arte de la guerra. Las otras dos son la táctica, o ejecución precisa de la planificación y las maniobras previstas; y la logística, destinada a abastecer a los combatientes y asegurar su disponibilidad y capacidad para la lucha.
Algunas pistas sobre la estrategia militar suelen hallarse en los refranes populares:
El que pega primero, pega dos veces
Al enemigo que huye, puente de plata
No poner toda la carne en el asador
La unión hace la fuerza
Divide y vencerás.
Muchos entendidos repiten como loros que Sudáfrica se liberó del apartheid pacifica, democrática y electoralmente; que la India se independizó de igual manera; y que algo parecido ocurrió en Polonia con Lech Wałęsa. No quiero repetir lo que ya he publicado en blogs anteriores, o lo escrito por mi tocayo Luis Betancourt. Son viles mentiras, ni siquiera excusables por ignorancia. Las elecciones en esos tres países fueron los capítulos finales de procesos históricos largos, cruentos y dolorosos.



La muerte de Cañizares conmovió al mundo, y puso a Dudable contra Maduro

Además de estrategia, la oposición que realmente quiere salir de Maduro –hay una que, definitivamente no lo quiere– tiene que desarrollar las habilidades de inteligencia y contrainteligencia. La primera, para acopiar y preseleccionar información que pueda emplearse contra el adversario; la segunda, para usarla. La inteligencia cubana del G2 funciona tan bien que hasta convencieron a Leopoldo Castillo y Miguel Henrique Otero sobre la muerte de Leopoldo López. Hasta el papá del preso político más famoso de Venezuela expresó, desde Madrid, su gran preocupación sobre la salud y locación de su hijo.
Finalmente, hay que estudiar los lineamientos establecidos por Lev Davídovich Bronstein, más conocido como León Trotsky (1879–1940), político y teórico revolucionario soviético, protagonista de la revolución bolchevique en Rusia en 1917, asesinado en México con un zapapico por Ramón Mercader, sicario de Stalin. No necesariamente para aplicarlos aquí y ahora, sino para entenderlos y tomar de ellos lo que fuere útil a la planificación. Y hasta para anularlos, si fuere el caso.
Trotsky concibió el desarrollo de su Guerra revolucionaria en cinco etapas:
1.    Agitación y propaganda o, sencillamente, agit-prop. Su contenido y forma, estrictamente políticos, se caracterizan por la oposición legal y la promoción pública.
2.  Subversión. Aquí el objetivo perseguido es generar un clima pre–revolucionario mediante desórdenes callejeros, manifestaciones gremiales, huelgas y sabotajes; cuyas convocatorias y resultados son amplificados por la propaganda. De este manera, se siembra el caos y el escepticismo entre los adversarios, provocando con ello su desunión, desmoralización y derrota. Hito vital en esta fase es desorganizar los servicios públicos,  responsabilizando al sistema por su ineficacia. Para  lograrlo, son infiltrados por agentes encubiertos quienes, simulando lealtad al régimen, se dedican a sabotearlos casi a diario. Otra modalidad subversiva consiste en aprovechar cualquier contingencia para formar un gobierno transitorio, de esos llamados de unidad nacional, dentro del cual se permita a los militantes claros o a los simpatizantes identificados con la causa acceder a los puestos claves y entronizarse en ellos.
3.    Guerrilla. La organización es lo suficientemente fuerte para atacar a los cuerpos de seguridad del Estado y a las tropas regulares, con atentados, emboscadas, golpes de mano, partisanos en el campo, sabotajes y terrorismo urbano. Aunque estas tentativas no mellen la moral del Ejército, al  desmoralizar al poder constituido, contribuyen a la victoria final.
4.   Insurrección. Al contar los rebeldes con áreas suficientemente grandes para usarlas como santuarios, instalan en ellas un gobierno de apariencia legal, el cual les procura relaciones y prestigio internacionales; crean un ejército regular y comienzan a manipular a la población residente, política e ideológicamente.
5.  Contraofensiva general, que se inicia cuando el adversario se encuentra físicamente agotado y moralmente perdido.
Hay dos preguntas básicas que el abogado Juan Manuel Rafalli le responde a Valentina Lares Martiz, corresponsal de El Tiempo de Bogotá en Caracas sobre la vialidad y factibilidad de la prostituyente planteada por el régimen:
P: ¿Qué opina de que el gobierno diga que extiende la propuesta de constituyente como una instancia de diálogo?
R: Ninguna constituyente en el mundo está hecha con esa finalidad, ninguna tiene por objeto salir de un proceso que se puede resolver con una elección común. Los mecanismos de diálogo son otros, incluyendo las elecciones ordinarias. El único objeto que puede tener una constituyente es transformar el Estado y generar un nuevo orden jurídico, y ellos están planteando siete puntos, entre ellos meter en la Constitución programas sociales que dependen de leyes y de la administración pública.
P: ¿También está el objetivo de “contener la violencia política”; otro es “recuperar el principio de cooperación entre poderes” y otro, “mejorar el sistema económico”…?
R: Para eso no se tiene que refundar el Estado, lo que se tiene es que cumplir la Constitución actual.

Ahora bien, para captar el panorama general, los problemas y las oportunidades que Venezuela tiene de salir de este tremedal, hay que dejar a un lado el bochinche –como calificara el generalísimo Francisco de Miranda a la actitud que llevó a los patriotas a perder la I República–, y actuar consciente y estratégicamente; ya que sin organización no hay insurrección.

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