martes, 2 de mayo de 2017

¡… Ya no quedaba nadie que me defendiera!

Oclocracia y Rebelión de las Masas

Creo que fue Alfredo Coronil quien recientemente escribió sobre la oclocracia. Sino él, Robert Giles. De cualquier manera, vale la pena recordar el sentido del vocablo, pues observo, con tristeza, que los auto–designados abogados constitucionalistas del régimen y la oposición tolerada no saben qué contestar cuando les preguntan ante los micrófonos sobre la Constituyente propuesta por Maduro. Todos –con inclusión del famoso Escarrá– pedalean.
Oclocracia viene del griego ochlokratía, de ochlos –canalla, turba o multitud– y kratos –poder, gobierno o dominación–. Dicho de otra manera, representa al poder o gobierno del lumpen, es decir, de la clase social más empobrecida y marginada. Todos sus sinónimos son negativos: desorden, tumulto, irracionalidad, incompetencia, insipiencia, irresponsabilidad y degradación en el ejercicio de la política.
La plebe fue en la antigua Roma la clase social más pobre, marginada y subyugada de la sociedad. La que sufría la injusticia social. En cuanto a lo penal, la que pdecía las condenas más duras, deshonrosas e infamantes.
De ahí que la historia del Imperio haya sido, de alguna manera, la del antagonismo entre patricios y plebeyos, o la lucha permanente de los desheredados para alcanzar sus derechos humanos.
De ella se nutrieron los apóstoles para hacer proselitismo, y así lo ha seguido haciendo todos los movimientos políticos y religiosos de Occidente, sin excepción, desde hace más de tres mil años. La lucha de clases es definida dialécticamente en el Manifiesto Comunista como enfrentamientos entre  hombre libre y esclavo, patricio y plebeyo, barón y siervo de la gleba, maestro y oficial del gremio, burgués y proletario.
Según el autor romano Polibio (202-120 AC)–: La oclocracia es el gobierno impuro y abusivo de la turba, o sea, de la muchedumbre extraviada, violenta y desordenada. Polibio distinguió tres formas correctas y tres formas desviadas de gobierno. Entre las primeras identificó  la monarquía, la aristocracia y la democracia, según el poder haya sido ejercido por uno, los mejores o el pueblo, respectivamente. Entre las segundas; la tiranía, la oligarquía y la oclocracia, según haya gobernado un autócrata, los ricos o el populacho.
Concluye polibio en que–: La oclocracia es una degeneración de la democracia. Para otros tratadistas la oclocracia ­es el gobierno abusivo del populacho, al margen de toda ley y de toda costumbre. O, como aseguraba el anarquista francés Pierre Joseph Proudhon (1809-1865)–: El poder entregado a una multitud harapienta, inculta y con ansia de venganza.
Del término plebe surgió plebiscito, que en la antigua Roma era un pronunciamiento popular, que se efectuaba durante la república, para aprobar leyes que obligaban solamente a los plebeyos. Los ciudadanos de a pie, separados de los patricios y senadores, votaban por una ley a petición del magistrado popular a quien llamaban tribuno. La antigua práctica de los romanos pasó al Derecho Público actual bajo las formas de plebiscito y referéndum.
Como a mucha gente le irrita cuando llamo comunistas a los chavo-maduristas, recomendándome en su lugar el término populismo –que a mí no me dice nada, pero tiene el imprimatur de Mario Vargas Llosa–, dejo a un lado a los hijos putativos de Kim Il-sung Mao, Pol-Pot, Raúl y Stalin, y me voy a las entreguerras mundiales, para explicar qué dijo ayer Maduro, que no es otra cosa que el retorno al fascismo italiano, según la versión actualizada y puesta al día por Norberto Ceresole[1].

Chavez y Ceresole: El neofascismo

Un movimiento que anticipó José Ortega y Gasset para España y Europa, y que produjo las guerras mundiales del Siglo XX. Así lo definió el filósofo madrileño, de una manera sencilla y directa–: Lo característico del momento es que el alma vulgar, sabiéndose vulgar, tiene el denuedo de afirmar su derecho a la vulgaridad y lo impone dondequiera. Como se dice en Norteamérica: ser diferente es ser indecente. La masa arrolla todo lo diferente, egregio, individual, calificado y selecto. Quien no sea como todo el mundo, quien no piense como todo el mundo, debe ser eliminado.[2]
El fascismo juzga sistemáticamente a la gente no por su responsabilidad personal sino por la pertenencia a un grupo. Aprovecha demagógicamente los sentimientos de miedo y frustración colectivas para exacerbarlos, mediante la violencia, la represión y la propaganda, y los desplaza contra un enemigo común –real o imaginario, interior o exterior–, que actúa de chivo expiatorio frente al que volcar toda la agresividad de manera irreflexiva, logrando la unidad y adhesión –voluntaria o forzosa– de la población[3].
La desinformación, la manipulación del sistema educativo y un gran número de mecanismos de encuadre, vician y desvirtúan la voluntad general hasta desarrollar materialmente una verdadera oclocracia que se constituye alrededor del liderazgo, y cuya consecuencia es que fuente de legitimidad sea el carisma del caudillo y no el voto del ciudadano[4].

Una Constituyente sin votación directa, universal ni secreta

La Constituyente que Maduro quiere sería una copia facsimilar de la decretada por Benito Mussolini en Italia.
1.    Su propósito es lograr un corporativismo estatal totalitario y una economía dirigida por el Estado
2.    Asevera que la democracia participativa es obsoleta y que la reconducción total hacia un partido único y totalitario resulta indispensable para preparar a la nación como potencia para lograr la paz y solventar eficazmente los problemas económicos
3.    El fascismo es una ideología política y cultural fundamentada en un proyecto de unidad monolítica denominado “corporativismo”, por ello exalta la idea de nación frente a la de individuo o clase; suprime la discrepancia política en beneficio de un partido único y los localismos en beneficio del centralismo; y propone como ideal la construcción de una utópica sociedad perfecta, denominada “cuerpo social”, formado por “grupos intermedios” y sus ”representantes unificados por el gobierno central”, y que éste sea designado “para representar a la sociedad”[5]
4.    El Estado requiere entonces de un liderazgo fuerte ­–con un dictador y un gobierno cívico militar– que forje la unidad nacional y mantenga a la sociedad estable y ordenada. El proyecto fascista–madurista rechaza la especie de que toda violencia es negativa, y ve la en política, la guerra y la dominación medios para el rejuvenecimiento nacional.

¡… Soy el jefe de esa asociación para delinquir!
   

Además de fascista, el proyecto lanzado ayer es totalmente  anti-ético. Roberto Ruiz Santos, ensayista y periodista colombiano, explica la situación de manera innovadora, pues atribuye a la voluntad individual la adopción de valores como parámetros de vida: Cuando el hombre no elige su ética de una manera racional, queda un espacio vacío en su mente, que es la que da respaldo y cimientos a su conducta. Entonces ese vacío será llenado por la moda, o por los, llamémoslos así, los principios que están en boga. Actualmente nuestros hijos pudieran llenar ese vacío con lo que difunden las propagandas de televisión, o la música metálica.[6]

Según Ortega y Gasset, los valores éticos son perennes: Parece lo más verosímil que sea el dinero un factor social secundario, incapaz de inspirar la gran arquitectura de la sociedad. Es una de las fuerzas principales que actúan en el equilibrio de todo edificio colectivo, pero no es la musa de su estilo tectónico. En cambio, si ceden los verdaderos y normales poderes históricos  – raza, religión, política, idea –, toda la energía social vacante es absorbida por él […] el dinero no manda más que cuando no hay otro principio que mande.[7]
No es coincidencia que Maduro se llame ahora Comandante y designe a su esposa como Primera combatiente. En un afiche para reclutar estudiantes, Mussolini se presentaba como ottimo soldato –óptimo soldado–. Ni tampoco que no le pare a la corrupción de sus cuadros. De acuerdo con Il Duce–: Se il fascismo è stato un'associazione a delinquere, io sono il capo di questa associazione a delinquere! –¡Si el fascismo es una asociación para delinquir, yo soy el jefe de esa asociación para delinquir!–.

La "constituyente" de Mussolini

Hay una asombrosa frase para los venezolanos, si recuerdan que la dijo Chávez–: Todo en la Constitución, nada en su contra, nada fuera de ella. Si cambiamos el sustantivo Constitución por Estado, mire usted, amigo seguidor, lo que decía Mussolini–: El pueblo es el cuerpo del Estado, y el Estado es el espíritu del pueblo. En la doctrina fascista, el pueblo es el Estado y el Estado es el pueblo. Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado.
Y el eslogan de Hitler–: Ein Volk, ein Reich, ein Führer! –¡Un Pueblo, un Imperio, un Jefe!–.

Ideología, racismo y clericalismo

Las diferencias entre la ideología y el desempeño los regímenes fascistas fueron notables. En Alemania, el nacional–socialismo añadió un componente racista, al cual los italianos no le pararon mucho. Para el franquismo y el salazarismo, fue más importante el aspecto clerical. Mas, como Maduro pareciera absorber todo lo dañado de la humanidad, ayer se vanagloriaba en televisión de su parecido al Negro Primero, inclusive en el bigote, desconociendo que, durante la Independencia, negro era negro y no mestizo. Según Umberto Eco–: Es miedo a la diferencia. El primer llamamiento de un movimiento fascista, o prematuramente fascista, es contra los intrusos. El fascismo es, pues, racista por definición.
Según el Ludwig von Mises[8], la raíz fascista se halla en las ideas colectivistas del socialismo y, precisamente, en la escisión nacionalista del marxismo, pero comparte con el comunismo el rechazo al mercado libre, a la sociedad burguesa, a la separación de poderes y a la propiedad privada; a la vez que exalta a un grupo como elegido por la historia el cual, debe y puede vulnerar el principio de igualdad ante la ley al reclamar derechos especiales sobre los demás –clasismo, racismo, sexismo–. El fascismo apenas variaría, en la práctica, sobre a qué grupo y cómo se debería administrar la propiedad confiscada a los individuos.

La fallida Ruta de la Arepa

En Venezuela, afortunadamente, el rechazo al chavo-madurismo del mundo pensante ha sido casi unánime. Uno que otro cineasta, actor o músico: pero nada que lamentar. Y es que para los artistas e intelectuales, el fascismo rechaza la tradición racionalista y adopta posturas de desconfianza en la razón y exaltación de los elementos irracionales de la conducta, los sentimientos intensos y el fanatismo. Se busca, con todo cinismo la simplificación del mensaje, con absoluto desprecio por sus destinatarios. Una paradoja es explicable, pues el corporativismo, el proyecto político del fascismo, haría que todos los sectores de la sociedad deban obligatoriamente integrarse y trabajar unificadamente al mando del gobierno. Como aseguró Joseph Goebbels–: La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas... Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad.  
Hannah Arendt pensaba que la masificación social contemporánea llevaba al individuo a la soledad, el terreno propio del terror, la esencia del gobierno totalitario. El fascismo se legitima afirmando la dependencia del individuo respecto al Estado, liberándole de esa manera de su miedo a la libertad–: aseveró Erich Fromm. Su individualidad carece de sentido, porque la realización de una persona sólo se entiende dentro de los vínculos sociales de los que el Estado es la culminación. Cualquier forma de acción individual o colectiva ajena a los fines del Estado es rechazada. No existen derechos individuales ni colectivos.
Se lleva a cabo una estatización de todos los ámbitos de la vida: económica, social, política, cultural e ideológica. El rasero social se efectúa con todos los medios de propaganda, uniformes, lenguaje castrense, íconos, lemas, concentraciones y movilizaciones colectivas de todo tipo buscan formar la conciencia unitaria, llegando a extremos folclóricos –como la Ruta de la Arepa, propuesta por Chávez, que falló por falta de producción de harina de maíz–.

La preocupación católica en Venezuela


SS Pío XII

Una vez generalizada, y demostrada la impunidad de quienes la ejercen, la represión política opera como un mecanismo por el cual no solamente sufre quien directamente recibe el castigo, sino que la sociedad entera pierde la libertad.
Por lo que vale la pena recordar la controvertida actuación de Pío XII durante el gobierno fascista de Mussolini y, especialmente, en sus relaciones con Alemania –país al cual había conocido muy durante su desempeño como Nuncio Apostólico–. Los críticos de su gestión le calificaron de cómplice, al no condenar claramente al régimen nazi.
Pese a lo cual, en la encíclica Mit brennender Sorge –Con viva preocupación–, dictada 14 de marzo de 1937 en once mil iglesias germanas, cuando era aún sólo el Cardenal Eugenio Pacelli, contenía graves señalamientos contra Hitler–: Quien identifica a Dios con el universo, materializando a Dios en el mundo o deificando al mundo en Dios, no es un verdadero creyente. Ni tampoco lo es quien, siguiendo una pretendida concepción precristiana del antiguo germanismo, pone en lugar del Dios personal el hado sombrío e impersonal.
La lectura de esta encíclica causó una gran impresión en Alemania, y el régimen impidió su publicación en la prensa, requisó las copias de las diócesis y cerró todos medios que la editaron. Fueron detenidos varios clérigos, acusados de homosexualidad y corrupción, hechos a los cuales se les dio amplio apoyo noticioso.
La identificación de Pío XII y con iglesia católica española con el nacionalismo durante la Guerra Civil Española –calificada como cruzada– y el régimen falangista posterior fue peor considerado aún., al punto que, en 1998 el papa San Juan Pablo II realizó una autocrítica de la postura del Vaticano ante el Holocausto y la Revolución Española, pidiendo perdón; aunque defendió a Pío XII, cuyo proceso de beatificación anunció allí mismo.

No me defiendas, compadre



A los católicos venezolanos les preocupa que Francisco I pudiese actuar como lo hiciera Pio XII. Su Santidad ha dicho, recientemente–: Hubo una intervención de la Santa Sede bajo pedido fuerte de los cuatro presidentes que estaban trabajando como facilitadores. Y la cosa no resultó. Y quedó ahí. No resultó porque las propuestas no eran aceptadas, o se diluían, era un sí-sí, pero no-no. Todos conocemos la difícil situación de Venezuela, que es un país al que yo quiero mucho. Y sé que ahora están insistiendo, no sé bien de dónde, creo que de los cuatro presidentes, para relanzar esta facilitación y están buscando el lugar. Yo creo que tiene que ser con condiciones ya, condiciones muy claras.  Parte de la oposición no quiere esto. Es curioso, la misma oposición está dividida, y por otro lado parece que lo conflictos se agudizan cada vez más. Pero hay algo en movimiento. Estuve informado de eso, pero está muy en el aire todavía. Pero, todo lo que se puede hacer por Venezuela hay que hacerlo, con las garantías necesarias, si no jugamos al “tin tin pirulero”, y no va la cosa.
El general Ítalo del Valle Alliegro le reclama–: ¿Es esto todo lo que tiene que decir sobre Venezuela un hombre de su estatura moral, cabeza de la iglesia católica, quien debe estar bien enterado de lo que sucede y ha sucedido en Venezuela durante todos estos años, que debe saber qué hace un mes el país está de pie en contra de una narco-dictadura cruel y abominable, que debe conocer de la muerte de más de 30 venezolanos, a manos de la represión militar y criminal? […] Estas tristes y frívolas declaraciones del Papa Francisco obligarán a nuestra admirada Iglesia católica venezolana a tratar de interpretar positivamente sus palabras. Pero es que una y otra vez el Papa parece abrir la boca para desanimar a los venezolanos, para desmontar las protestas de los venezolanos, para insistir en una negociación inmoral que él –como jefe de la Iglesia– debería ser el primero en rechazar. Su comportamiento en Cuba y, ahora, en Venezuela, nos alejan de él (italo.alliegro@gmail.com)
También la MUD ha protestado, en términos no menos airados: Los venezolanos estamos hoy más unidos que nunca en torno a la demanda de un cambio político en el país. Y los factores que conforman la Mesa de la Unidad Democrática también lo están, tanto en sus propósitos como en sus acciones.  La última evidencia de esto es el reciente Manifiesto, firmado por unanimidad y sin excepción alguna por todos los partidos políticos de la Unidad esta misma semana, en el que se señalan claramente los objetivos unitarios de esta lucha, a fin de restituir el orden constitucional en el país.
Francisco I señaló una vez que si de algo se arrepentía era de no haber escuchado a las Madres de la Plaza de Mayor, en sus justos reclamos por los bebés desaparecidos durante las dictaduras militares argentinas. Es el momento de reaccionar sobre lo que sucede en Venezuela, para no lamentarse ni pedir perdón después, como lo señaló Martin Niemöller–: Primero vinieron por los comunistas, pero como yo no lo era, no levanté la voz. Luego por los socialistas y los sindicalistas, pero como yo no era ni lo uno ni lo otro, tampoco hablé. Después vinieron por los judíos, y como no soy judío, tampoco opiné. Cuando vinieron por mí, ya no quedaba nadie que me defendiera.




[1] Sociólogo y politólogo peronista, montonero y agente cubano quien fuera asesor del gobierno castro–comunista del general Juan Velasco Alvarado en Perú (1969), portavoz de Juan  Domingo Perón durante su exilio madrileño (1971) fundador del Ejército Revolucionario del Pueblo en Argentina (1972), asesor de Salvador Allende (1973), de Manuel Piñeiro, el director de la Dirección General de Inteligencia de Cuba, y miembro la Academia de Ciencias de la URSS, especializado en América Latina. Una joyita llegó a Venezuela con si impresionante currículo, de la mano del eternamente difunto comandante.
[2] Ortega y Gasset, José: La rebelión de las masas, Madrid, 1979.
[3] Pirenne, Jacques: Historia Universal, Volumen VIII
[4] Weber, Max: Economía y Sociedad
[5] Wikipedia
[6] Extracto del discurso donde fuera bautizada el libro El final de la grandeza, obra póstuma de ex presidente Laureano Gómez, pronunciado por Ricardo Ruiz Santos, periodista y compilador de los trabajos del ex presidente colombiano, en Bogotá, el 25 de Noviembre de 1993.
[7] Ortega y Gasset, José: La rebelión de las masas, Óp. Cit, Íbid.
[8] Von Mises, Ludwig: La acción humana, Décima Edición, 2010, Madrid.

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