martes, 24 de noviembre de 2009

Carta abierta a Roberto Carlos

Apreciado Roberto Carlos:
No voy a ofrecerte mi hoja de vida en su versión completa, porque de lo larga que es se convertiría en un ridiculum. Si quieres saber cómo pienso, móntate en Google y presiona http:// opinaticosinoficio.blogspot.com. Allí escribo, cuando no estoy subsumido en la corrección de exámenes y trabajos, la redacción de guías, planes de evaluación y programas universitarios de extensión.
No te conozco, pero, en un artículo-respuesta a Tedoro Petkoff, enviado por Luis Betancourt Oteyza, encontré algunas aseveraciones que comparto contigo, y otras con las cuales estoy en desacuerdo.
Después de ser derrotado por Chávez en tres acciones bélicas –el 11-A, el paro petrolero y la Plaza Altamira- decidí que, si algún día volvía a tener la oportunidad, mi primera decisión sería ordenar la aprehensión de Tedoro y Patricia Poleo, no para encanarlos indefinidamente ni juzgarlos, sino para acallarlos temporalmente y evitar que sus comentarios a favor de la democracia volvieran a truncar algún giro de timón que condujera precisamente a ese rumbo.
Como comprenderás, lo que dije sobre Teodoro y Patricia, en el momento que lo hice, no le cayó en gracia a mucha gente. A Patricia el pan del ostracismo –que Aquiles Nazoa definía como muy duro y sin ostras- le hizo tragarse sus palabras, con lágrimas en los ojos por la dificultad de deglutirlas. De manera que a ella no hay que encerrarla provisionalmente en alguna habitación del Hotel Ávila hasta que las aguas vuelvan a sus cauces naturales –esa era mi idea-, sino recibirla en Maiquetía con flores y pancartas cuando el destino nos alcance.
Todavía Enrique Ochoa Antich predica que el 11-A fracasó porque Carmona no convocó a un Congreso. Falló porque los oficiales que tumbaron a Chávez, una vez muerto el tigre, se asustaron del cuero. Y porque, en razón de su arrogancia e inexperiencia, los civiles que les acompañaban no quisieron pactar con Luis Miquelena, quien tenía por el mango la sartén de la Asamblea Nacional. Esa es la verdad, duélale a quien le duela.
De Teodoro, ¿qué puedo decirte? Aunque como estudiante universitario y simpatizante de la Democracia Cristiana fui su opositor ideológico, por años, y aún cuando difiero de sus escritos pues no considera otra alternativa para el cambio que el Plan A, no estimo mercantilmente criticable o reprensible que haya encontrado y explotado su filón de oro -que en inglés se conoce como A hole in the market, Un agujero en el mercado-. En este caso pudiera parafrasearse el famoso eslogan publicitario de la Venezuela de antes, ¿qué sería de Venezuela si no existiera Pepeganga?; como, ¿qué sería de TalCual si no existiera Chávez?
Creo, Roberto, que el sólo hecho de que Teodoro se tome la molestia de replicarte resulta sumamente significativo: el que se pica es porque ají come. Que deberías aceptarlo como una motivación para seguir escribiendo.
Sin embargo, te recomiendo pienses dos veces antes de volcar en textos la pasión primaria que te embarga, para no caer en provocaciones, pues ese es precisamente ese es el escenario que dominan magistralmente quienes se formaron en la dialéctica materialista o jesuítica. Sé que en toda comunicación, lo afectivo es lo efectivo. Pero, además de la rabia, hay otros sentimientos a los cuales puedes apelar, sin perder la efectividad en tus mensajes.
Estoy convencido de que los medios impresos, tal como los conocemos desde hace más de 150 años, tienen sus días contados por tres razones básicas: porque se basan en insumos y nóminas cada día más difíciles de costear, porque la tendencia global de la Generación del Milenio –los nacidos después de 1984- es hacia la no lectura y los medios interactivos y porque ya existe un material reciclable a nivel experimental, de bajo o ningún impacto ambiental y que permite la difusión de textos y gráficas en alta resolución. De manera que –como afirmas Jeff Bezos, CEO de amazon.com- la pregunta no es si los periódicos van a desaparecer, sino cuándo sucederá.
Pero antes de que se produzca la anunciada mutación, quienes a la fuerza –como es mi caso- o por experimentación –como pareciera ser el tuyo- hemos ocupado las barreras de la opinión virtual, tenemos la gran oportunidad de crear las bases del periodismo del futuro. Y para lograrlo exitosamente, hay que manejar con precisión el conocimiento del pasado y el presente.
Diría que hay tres clases de diarios: los oficialista –como el actual VEA o El Heraldo de Laureano Vallenilla Lanz, apologéticos del regimenes y dictadores de turno -, los independientes donde se cumple a rajatabla la línea editorial impuesta por sus propietarios –como los de William Randolph Hearst y una gran mayoría de periódicos que se publican global y localmente- y los que constituyen templos para el ejercicio de las libertades de expresión e información, cuyo paradigma es The New York Times, donde, como lo estableciera su dueño Adolph Ochs desde 1896: Todas las noticias encuentran cabida –All the News that's fit to print.
Hoy la empresa, que posee otras 40 publicaciones entre las cuales se cuentan los prestigiosos The International Herald Tribune y The Boston Globe y cuya dirección está a cargo de Arthur Ochs Sulzberger sucesor del patriarca Adolph, pudo crecer, desarrollarse, multiplicarse y mantenerse paradigmáticamente en el rudo juego de las finanzas porque entendió, desde el principio, que su suerte estaba ligada a la innovación y la cosecha de la diversidad de temas, destinos, opiniones y sucesos.
Fue la familia Ochs la que inventó la carrera del Periodismo, en la Universidad de Columbia, no para que los redactores se sindicalizaran –lo cual hubiese estado en contra de sus intereses patronales-, sino para que la experiencia recabada por los periodistas empíricos –como peyorativamente llaman en Venezuela a quienes no son graduados en Comunicación Social- no se perdiera en el olvido cuando llegara el momento de la jubilación o detención de sus relojes biológicos. Esta innovación fue copiada en todo el mundo, pero, como sucede con las imágenes televisivas transmitidas a distancia, se contaminó con el ruido de entes como la Escuela de Francfort, que quiso hacerse del control planetario de los medios sin aportar ni una puya en la formación de sus activos.
Al lado de The New York Times hubo otros casos similares en el mundo. Uno de ellos, El Comercio de Lima, decano del diarismo escrito en español en Latinoamérica, aplicó las mismas normas de innovación y Ética, y obtuvo iguales resultados. En El Comercio se dio el insólito caso de que aparecían remitidos contra los propios dueños de la compañía, los cuales no eran censurados… siempre que los anunciantes pagaran las tarifas establecidas al respecto.
Volviendo al caso que nos ocupa, amigo Roberto Carlos, no creo que Teodoro, pese a su vehemencia, sea tu enemigo ni el mío, ni que TalCual se haya convertido en una conspiración a favor de Chávez. Aunque me quedo con la posición de El Nacional –a cuyo director y editor en jefe, Miguel Henrique Otero, discrepa de la opinión de muchos de sus artículos, según se puede inferir de los manifiestos del 2-D-, aunque coincido con los planteamientos de Carlos Blanco, Martha Colomina –a veces- y Manuel Caballero –casi siempre- en El Universal, simpatizo con el esfuerzo de Teodoro y, especialmente, de algunos de sus colaboradores como Alfredo Meza, Ibsen Martínez y Laureano Márquez. Además entiendo que la línea de algunos periódicos como Últimas Noticias, que históricamente fueron sumamente críticos contra las gestiones gubernamentales, se debe a procesos de extorsión en los cuales están envueltos los jueces y tribunales de familia que controla Chávez. Pero al lado de algunos malos ejemplos, siguen quedando voces libres como El Nuevo País, Zeta, La Razón, Notitarde, La Verdad y El Impuso que honran y distinguen al oficio de escribir y mantienen vivos los ideales del periodismo, pese a las contingencias adversas que vive la República.
Espero mis reflexiones te sirvan para los siempre inciertos caminos del porvenir.
Luis García Planchart.

No hay comentarios:

Publicar un comentario