viernes, 15 de enero de 2010

¡Abajo el pishing…!

Querida prima:
La invasión de la privacidad de la información electrónica no es reciente, aunque la frecuencia y magnitud con que este delito contra un derecho humano se comete global y cotidianamente, a escala global, ha ocasionado que los proveedores de estos servicios establezcan protocolos para proteger a los usuarios, y que hayan surgido varias asociaciones de éstos para analizar los reclamos y endurecer las leyes.
El acto delictivo de intromisión en sí se conoce ahora como pishing, un sustantivo intraducible al español. y cuya definición tampoco está muy clara en los diccionarios físicos y virtuales del idioma inglés.
I
El pionero del pishing fue Robert Maxwell, un emigrante checo que surgió de la nada, y que saltó de judío paupérrimo a héroe de la II Guerra Mundial como oficial al servicio del Ejército de Su Majestad.
Su mimetismo, oído para los idiomas y habilidad innata para el promocionarse a sí mismo, lo llevaron a crear uno de los grupos mediáticos más importantes del mundo –Editorial McMillan, The Daily Mirror y The New York Post, entre otros-, en un plazo relativamente corto y dentro una sociedad elitista y conservadora como la inglesa, donde el ascenso social era prácticamente imposible para un extranjero de su perfil. En sus momentos de mayor apogeo, llegó a poseer una de las mayores fortunas del Reino Unido, estimada en más de un mil quinientos millones de libras esterlinas. Además, se convirtió en una celebridad, y llegó a alternar con la crema y nata de los ricos y famosos de esa nación insular, cuya lista incluía a la mismísima Reina Elizabeth II y muchos de sus más conspicuos cortesanos.
Pero Maxwell nunca se desprendió sus raíces semitas, y, al lado de sus actividades visibles, trabajó activamente como agente del Mossad. Empleando de tapadera a una de sus empresas, hurtó a uno de sus correligionarios estadounidenses el software Promis, hizo que los científicos israelíes lo reestructuraran en una de las instalaciones más reservadas de Tel Aviv y lo vendió a las más famosas agencias de seguridad del mundo, a finales de la Guerra Fría.
Su programa estaba provisto de una back door -puerta trasera- que permitía a Israel monitorear las actividades de inteligencia y contrainteligencia de la CIA, la KGB el Stasi y otros organismos de este género.
Promis operaba de una manera muy simple, sumando cambures, peras y manzanas, en su caso, variaciones en los consumos de electricidad, telefonía y movimientos de las tarjetas de crédito y cuentas de sospechosos de enemigos de los países participantes, correlacionándolos con los desplazamientos de los mismos. Fue así como, el Mossad pudo ubicar y eliminar a los responsables de la matanza de los atletas israelíes en las Olimpíadas de Munich.
El lado oscuro de Maxwell consistió en que, pese a su habilidad para juntar dinero, su capacidad de gastarlo era mucho mayor. Por lo cual, después de haber llevado a cabo operaciones de tipo piramidal, cayó en bancarrota y las solicitudes de créditos adicionales que les hizo a los banqueros suizos, ingleses e israelíes para salvarse le fueron denegadas.
Por lo cual intentó chantajear al Mossad, para que presionara a la banca hebrea. Un pecado que nunca le sería perdonado, y que le costaría la vida, pues su cadáver fue hallado flotando, cerca de Tenerife, después de anclar su yate en aguas territoriales españoles para asistir a una cita secreta que había concertado días antes. Y sobre cuyos resultados se mostraba absolutamente optimista.
El cuerpo del difunto fue rescatado por la Fuerza Aérea Española y conducido al tanatorio de Santa Cruz, donde, pese a la petición expresa de su viuda –que venía en camino por vía aérea-, le extrajeron y dispusieron de todas las vísceras, haciendo borrando cualquier prueba sobre las causas del deceso.
Sin embargo, dado que el judaísmo –a diferencia del cristianismo y el islamismo- no invoca ni les pide favores a sus muertos, simplemente les recuerdo y les venera, los restos mortales de Maxwell fueron enterrados en el Campo de David, como reconocimiento póstumo a los miles de judíos cuya emigración negoció y financió desde las naciones tras la Cortina de Hierro.
Todos estos detalles figuran en la acuciosa investigación El espía del Mossad, realizada por el periodista Gordon Thomas, y cuya lectura te recomiendo ampliamente, pues aún cuando se trata de un ensayo absolutamente documentado, parece más bien un thriller de John Le Carré.
Y considero poco probable que algún día sea versionado a la gran pantalla, pues su contenido y conclusiones resultarían políticamente incorrectas para quienes conceden la mayoría de los préstamos a los realizadores de largometrajes. Que tú, indudablemente, ya te imaginas quiénes son.
Finalmente, el pishing de Maxwell fue descubierto por los tecnólogos del FBI, el único organismo que nunca adquirió el Promis y, antes bien, siempre sospechó sobre inocencia de tan extraordinario software.
II
Hace ya algún tiempo, me enteré de que Miraflores andaba buscando jóvenes para adiestrarlos en Internet. Les ofrecía becas, trabajos fijos después de los cursos y, a los más aventajados, posgrados en el exterior.
Es sumamente probable que, la persona que se ocupa de aplicar los pishing a mis correos provenga de esta camada.
A diferencia del pishing de Maxwell, cuya eficacia se mantenía por el secreto total, o sea, por que en la información monitoreada no quedaban rastros de las observaciones no autorizadas, los hackers al servicio del proceso y otros de su misma ralea, conjurados para propósitos ilegales –como la clonación de tarjetas , el vaciado de cuentas bancarias, la pedofilia, el narcotráfico y el terrorismo-, actúan como los ladrones que atracan hogares: no sólo se llevan todo lo de valor que allí encuentran, sino que también dejan sus orines y excretas a la vista, como los perros sarnosos, para marcar territorialidad.
No niego la posibilidad de que, algunos mentecatos, utilicen el pishing para compensar alguna minusvalía mental, social o física que pudiesen tener. Así como quienes carecen de pareja o dinero se masturban, para aliviar sus necesidades sexuales, ciertos piratas de las redes hackean, para resolver las suyas.
Mas, a mi parecer, estos pobres diablos representan un porcentaje minoritario de los implicados, el lumpen proletariat de la informática. A la mayoría la mueve Don Dinero, pues, como asevera José Ortega y Gasset, el dinero manda donde no hay otro valor que se imponga.
III

La pregunta es, ¿cómo proceden estos sicofantes del hamponato?
En primera instancia, se meten en tu buzón y le insertan virus, que lanza contaminantes desde tu dirección a las de tus relacionados. Estos mensajes pueden ser identificados por los receptores pues en la ventanilla que resume el tema suele aparecer la frase, sin asunto –no subject-. Es una especie de, ta´s avisao, y tanto yahoo como gmail poseen protocolos para eliminar los parásitos –yahoo abuse y gmail abuse, ambos en inglés y español-. Fue lo que le sucedió a tu primo Gabriel.
La segunda instancia consiste en apoderarse de tu identidad y/o password, y vaciarte los archivos, un proceso que comienza con los mensajes recibidos. Si esto te pasa con gmail, lo más seguro es que pierdas tu dirección, que fue lo que me sucedió a mi. Yahoo posee empero una seguridad más poderosa, que tu puedes añadir con una imagen –que sólo tú posees- y un color determinado de la gama RGB.
La tercera instancia no quiero ni imaginármela, pero no la tema, porque como decía Simón Bolívar, uno no puede vivir aconsejándose con sus temores. Todos mis correos y escritos son legítimos, y éstos últimos conllevan investigaciones similares a las que llevaba a cabo cuando escribía los editoriales de El Diario de Caracas. Además, heredé esa vena de arrecho que tenía papá, quien más de una vez se fue a las manos para finiquitar una discusión literaria en la que terminó sintiéndose agredido por su interlocutor. He vivido plenamente, nadie me quita lo bailado y no puede cerrar el otoño de mi existencia hundido en el culillo frente a las maquinaciones del G2 cubano y sus sargentos cipayos locales.
Otras recomendaciones que te daría es abrir cuentas en IP –proveedores de Internet- diferentes a la estatal telefónica. No es que sean más seguros, sino que parecieran estar menos vigilados. Todavía no se ha terminado la instalación del cable de fibra óptica entre Caracas y La Habana, pero ten la seguridad de que, cuando eso ocurre, los trapos sucios de los venezolanos se lavarán en los sótanos de la satrapía comunista del Caribe.
Finalmente, como esta carta me ha quedado tan chévere, voy a publicarla en mi blog, para compartirla con otros panas. Espero que me perdonen usar en esta entrega la primera y segundas personas del singular, lo cual –no me preguntes por qué razón, pues la desconozco- resulta un pecado en comunicación social. Así es que, a ellos y a ti les invito a gritar una nueva consigna durante la marcha-protesta del 23 de enero: ¡Abajo el pishing…!

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