martes, 12 de enero de 2010

Pasando un puente…

Hola, bichito.
Por segunda vez te la comiste. Te introdujiste en mi e mail de yahoo, borraste los archivos y te apoderaste de su contenido.
Gozoso, casi al borde del orgasmo, los llevaste donde tus amos los cubiches, que te enseñaron cómo hackear, y penetraste en La vida de los otros, el título de una película que narra los pormenores de un sujeto de tu calaña durante el infame régimen comunista que tuvo Alemania Oriental hasta que, hace más de dos décadas, se cayó el Muro de Berlín, solito, como se caerá el muro estúpido del que te conté, tu jefe y líder máximo, más temprano de lo que tú crees.
No se si la técnica de lo que haces la aprendiste aquí o en La Habana. Si fue allá, además de ron y tabaco, has debido tener alguna aventurilla con una jinetera, pero no con ninguna mujer decente. Y lo digo por experiencia propia, ya que mi nuera es hija de cubanos en el exilio, y mis nietas portan orgullosas –sin saberlo, debido a su corta edad- los genes de los mártires que se inmolaron por la Independencia de Cuba, y de las millares de víctimas que perecieron en manos de la satrapía comunista, liderada por los hermanos Castro Ruz.
Espero que cobres a tus mentores doble precio por la información sustraída. Y digo doble precio, porque a partir del viernes pasado, el oriundo de Barinas devaluó la moneda nacional, y los insumos que requieres para tu pérfido oficio de lambucio, rastracueros y chivato te van a costar dos veces más.
Además, eres un absoluto comemierda –en la acepción cubana del término-, pues todo lo que escribo y recibo en Internet o ha sido publicado en los medios, o es producto de mi experiencia personal, o me ha sido comunicado por personas de mi entera confianza
Y ten la absoluta seguridad de que, cuando suceda lo inevitable, quien esto escribe, develará tu anonimato y te las va a cobrar completas, porque este señor mayor, de 68 años cumplidos, aunque cristiano, no cree en poner la segunda mejilla después de la primera bofetada. Y van dos, huevón. Cristiano como soy, me siento más como un cruzado que como un mártir. Así que estás avisado.
O, como decía mi difunto padre: Pasando un puente dijo una loca, cada quien jode cuando le toca.

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