lunes, 28 de marzo de 2016

Auge y miseria de una leyenda urbana

Tu destrucción se gesta en la codicia
de esta sed, toda tacto, asoladora,
que deshecha, no viva, te atesora
en el nimio caudal de la noticia.
Te miro ya morir en la caricia
de tus ecos, en esa ardiente flora
que, nacida en tu ausencia, la devora
para mentir la luz de tu delicia.
Pues no eres tú, fluente, a ti anudada.
Es belleza, no más, desgobernada
que en ti porque la asumes se consuma.
Es tu muerte, no más, que se adelanta,
que al habitar tu huella te suplanta
con audaces resúmenes de espuma
José Gorostiza
I
Carlos Raúl Hernández es un opinático de oficio que se ha hecho fuerte en El Universal, tras la venta de dicho periódico a una empresa de maletín en España, negociado que aún investiga la justicia ibérica, pues los compradores, presuntamente, compraron a éste y otros medios para lavar dinero procedente del narcotráfico en Venezuela.
No es que Hernández nos escribiera antes en El Universal. Lo viene haciendo desde hace décadas. Lo que sucede es que, cuando sus colegas fueron echados por la nueva administración, o renunciaron por vergüenza profesional, el fablistán se quedó y acentúo su agresión contra los opositores al régimen castro comunista que no concuerdan con la línea editorial. Hace dos o tres domingos los denominó: Intelectuales mentecatos. Analicemos su descalificación
1.    Intelectual es quien se dedica al estudio y la reflexión crítica sobre la realidad, y comunica sus ideas con la pretensión de influir en ella, alcanzando cierto estatus de autoridad ante la opinión pública como creador o mediador, para defender propuestas o denunciar injusticias concretas, además de difundir o propagar ideologías y realzar valores (Wikipedia).
2.    Mentecato es un adjetivo que describe a alguien de escaso entendimiento o juicio. Un mentecato, por lo tanto, es una persona tonta, poco inteligente o privada de razón. Proviene de la yuxtaposición latina “mente captus”, traducible como “tomado” o “privado de mente”, es decir, con la mente capturada o presa y que no es, por tanto, capaz de emplearla con normalidad. Mentecato, por lo tanto, es sinónimo de tonto, necio, idiota, estúpido cretino. Implica, cuando menos, un insulto o de, al menos, una palabra agresiva y despectiva (DRAE, entre otras fuentes) .
¿Qué es lo que tanto mortifica a Hernández para crear una frase falta de coherencia que hace dudar hasta de su propia cordura? ¿A un Hernández que tan cuadrado estuvo con el revocatorio apañado por James Carter y César Gaviria que legitimara a Chávez tras el Paro Cívico 2012-2013, que lo había llevado groggy contra las cuerdas? ¿A un Hernández que felicitaba dominicalmente a la MUD cuando no  parecía pegar una y, más bien, se quedaba muda frente al sacrificio de 70 manifestantes que protestaban contra el oprobioso gobierno del ilegítimo neogranadino?
II
Como me enorgullezco de pertenecer a la legión de intelectuales mentecatos  despreciada por Hernández y los amos de la rotativa que publica sus  desvaríos, voy a intentar comprender qué le pasa a este caballero.
La mayoría siempre supo hacia dónde iba Chávez y hacia donde va Maduro, y creyó que, en algún momento, merced a la voluntad divina Dios o a una Mano peluda, terminarían estrellados.
La viabilidad de Chávez y Maduro sólo han posibles sido gracias a la ignorancia supina y masiva del pueblo, no sólo del que los respalda sino también al quienes los han adversado los adversa y se han lavado las manos.
Al déficit del liderazgo opositor y la mediocridad oficialista, corresponde un lumpen intelectual que abarrota los cargos administrativos y obtiene las más codiciadas canonjías: las del Ejecutivo, los demás poderes (con excepción de la Asamblea), las gerencias públicas y sus contratos. Los narcosoles, bolichicos y boliburgueses.
Una descripción exacta del comportamiento boliburgués aparece en La nueva clase, escrita por el ex vicepresidente yugoslavo Milovan Djilas (1957), donde desenmascara la podredumbre moral del régimen comunista de Josip Broz Tito. La publicación de esta obra Occidente le costó a Djilas 10 años de reclusión en las mazmorras penitenciarias de Belgrado.
A Chávez/Maduro no los han sostenido únicamente La chequera que camina por América Latina, el lobby petrolero de Estados Unidos, los tarifados de Hollywood, el apoyo panfletario de Ignacio Ramonet en Le Monde Diplomatique  o las infelices declaraciones de algunos trasnochados izquierdistas europeos, quienes desestiman a Iberoamérica y la consideran como paisajes donde se veranea, se negocian comisiones bajo la mesa o se satisfacen perversiones sexuales, mas nunca hay para qué tomarla en serio.
Chávez y Maduro se levantaron desafiantes sobre esa dilatada laguna de la desinformación colectiva, infinitamente más extensa que Camaguán en invierno. Y encubrieron con ella su propia superficialidad y limitaciones, aderezadas con una retórica incongruente. Como aseguraba Arturo Uslar Pietri, Chávez es de una ignorancia delirante. Y eso que le faltó escuchar a Maduro como presidente.
III
La imagen pública de Chávez se construyó manipulando y distorsionando a un pueblo inculto y desprovisto de identidad nacional: Las personas de bajo nivel cultural, que constituyen la masa de telespectadores, tienden a tomar partido por las ideas o personajes cuya imagen luce triunfadora…, lo cual se denomina Bandwagon effect.  El éxito mediático de Chávez basó en el modelo de poder (Modellmakt): Quien salta a la palestra pública con ideas y conceptos agresivos y novedosos, determina la pauta a seguir por sus competidores, los que caen en el juego estratégico del enemigo, a veces inconscientemente y otras no tanto.
Fue un traje hecho a la medida de Chávez, no de Maduro, que ocupó originalmente el supuesto nicho de la exclusión social, logrando que sus opositores se enredaran en la maraña y reaccionaran automáticamente contra su discurso oficialista, sin analizarlo y evaluarlo previamente.
Al proceder así, equivocada y persistentemente, los adversarios de Chávez fueron percibidos como débiles, inconsistentes e incongruentes y, de paso, le otorgaron el modelo de poder en bandeja de plata.
El discurso de Chávez nunca se centró en el contenido sino en su presencia, autoridad y carisma, expresados de una manera y con un estilo devastadores. Carlos Blanco, uno de los articulistas políticos más sagaces del país, hoy también excluido de El Universal, puso el dedo en la llaga de la verborrea chavista: El discurso opositor luce, a veces, similar al del régimen. No se trata de traiciones, sino de la asimilación del discurso ajeno en el propio, como por contagio, debido al efecto de la dominación ejercida. El Gobierno habla por su propia boca y por varios de los que se le oponen que, carentes de discurso, apelan al que tiene popularidad. El razonamiento es sencillo: Si Chávez es popular y de este lado se quiere comunicar con el pueblo, nada más natural que adoptar visiones extremas del Comandante. 
Chávez unió el Bandwagon effect y el Modellmakt a la Teoría de la espiral del silencio (Elisabeth Noelle-Neuman), quien categoriza la Humanidad como animales sociales, marcados por un temor genético profundo al aislamiento, y por lo tanto carentes del valor necesario para vivir en soledad. Para ella: El ser humano es muy sensible y reactivo a las ideas en boga, las que ascienden en espiral y, asimismo, a las que pasan de moda o descienden: Si se siente que una opinión asciende, será expresada con toda franqueza. Si se siente que desciende, se la reserva.
Fue la razón por la cual la oposición fue quedando sin argumentos, pues, Cuando una idea o una ideología predomina en los medios, la disidencia se calla y se repliega sobre sí misma.
Los ademanes de Chávez transmitían mensajes muy claros a los espectadores: Gestos muy amplios y dramáticos, alto volumen, dicción perfecta, no se queda callado… Saludo cercano, pero rápido, de tres palmadas. La primera significa, ¡qué bueno que estés aquí; la segunda, te reconozco; la tercera, abandona mi espacio pues hay mucha gente y si podrían creer que te estoy traspasando mi poder. Un abrazo de frente significaba compromiso con el receptor; de lado, calidez. La personalidad de Chávez llegó a hablar mediante su corporalidad.
En la aurora del régimen chavista, los principales medios internacionales adoraban  esta gestualidad. John Lee Anderson, de la revista The New Yorker vino expresamente a construir un perfil de Chávez.  El Financial Times destacó a un corresponsal de primera en el país, Andy Web Vidal; lo mismo hicieron The Washington Post (Scott Wilson) y The Wall Street Journal  (Marc Lifsher).  Los medios locales también mordieron el cebo y aún recios adversarios a Chávez, como Teodoro Petkoff y Rafael Poleo, apostaban a que su gobierno tendría un final feliz, un sofisma que hizo demasiado daño.
Como le sucedió a Mussolini, Hitler y Stalin, Muerto el perro se acabó la rabia.
La resonancia cognitiva del ciudadano de a pie no devino de la paranoia mediática creada por Chávez, si no de los cobres y otros favores que les entregó.
La alternativa democrática no vino de la agudeza de la oposición tolerada, si no de la persecución política, convertida en terrorismo judicial, contra Leopoldo López, Manuel Rosales, Carlos Ortega. Del desmantelamiento físico y  presupuestario de la Alcaldía de Caracas y el nombramiento de Jacqueline Farías, para amarrarle las manos a Antonio Ledezma. Del acoso contra los ex gobernadores Henrique Salas Feo y César Pérez Vivas. De la negativa a extenderle salvoconducto a Nixon Moreno, quien finalmente debió huir de ella y pasar a la clandestinidad  al enterarse de que los camisas rojas planeaban un atentado contra su vida.
Venezuela no es Cuba, aunque cada día se le parece más, ni  Maduro es Chávez, aunque quisiera ser como él. A Juan Vicente Gómez se le temía y respetaba.  Marcos Pérez Jiménez infundía pavor.
Según Manuel Caballero: Chávez nunca inspiró miedo ni respeto, pues nunca actúa de frente ni se responsabiliza por sus propias decisiones. Amenazaba, simplemente, y después les dejaba el “trabajo sucio” a los fiscales, jueces y grupos militares y mafiosos afectos. Tampoco al pueblo le intimidaban su Fuerza Armada y Milicia, pues percibe a estos contingentes como organizaciones con fines de lucro, a cuyos negociados sólo les faltaría legitimarse con  alguna sentencia que el TSJ aprobase.
IV
Lo que aterran al hombre y la mujer comunes son problemas más concretos, urgentes y cotidianos: la escasez de alimentos básicos y medicinas para su sustento y salud, la inflación galopante. Que sus hijos deserten de la educación o sus hijas sean violadas por algún guapetón de barrio. Perder sus empleos porque la empresa privada donde laboran baje su santamaría, o porque algún chivato les denuncie como enemigos del régimen. Morir en un atraco, un robo, un secuestro, un cruce de disparos entre colectivos, el hampa común, los cuerpos de seguridad o grupos paramilitares como La Piedrita; triste destino de más de 125 mil personas, contabilizadas hasta el tercer trimestre del 2015, en crímenes violentos ocurridos desde 1998.
Es el miedo de cada día, no a lo desconocido, sino a lo observado cuando salen y regresan a sus hogares, encienden sus radios y televisores, escuchan en bocas de amigos, vecinos y familiares. Es un largo metraje de terror que nunca termina, ni siquiera al dormir, pues sigue como pesadilla.
El miedo es un sentimiento, en otras palabras, forma parte del hardware o software de arranque del ser humano. Hay muchas maneras de superarlo, pero la más efectiva, por automática, proviene del instinto de la supervivencia: Hasta la bestia más mansa lanza un zarpazo cuando se ve acorralada.
El juego-miedo, desarrollado en Venezuela por más de 17 años, tiene dos polos: El acorralamiento (económico, político, jurídico, social, delictivo) y La dosificación de la muerte para los enemigos del proceso. El 11-A hubo 19 víctimas fatales y más de un centenar de heridos, ninguno de ellos militar. Fue una orden implacable del Sombrerero Loco, personaje clave de Alicia en el País de las Maravillas: ¡Qué le corten la cabeza! ¿A quién? A sus enemigos, a  los que no piensan como él. Si se quedara solamente en la narrativa de Lewis Carrol, no habría por qué preocuparse. Pero lo que sucede por estas calles no es ficción, sino  una bestial realidad que supera cualquier fantasía.
Henry Ramos Allup, Presidente de la Asamblea Nacional, declaró ante la atribulada periodista Carla Angola y su acongojada teleaudiencia, conmovidas hasta los tuétanos por la abominable sentencia de la jueza Marjorie Calderón contra los comisarios y policías criminalizados por el Estado como responsables de las bajas del 11-A, que: Los dirigentes de oposición tenemos que caminar con pies de plomo, para evitar que se les tildara de golpistas en los corrillos internacionales.
Me habría gustado ver a Charles De Gaulle o  Leonardo Ruiz Pineda si algún dirigente opositor, durante los gobiernos de Pétain o Pérez Jiménez, les hubieran sugerido, como propone ahora a los venezolanos Carlos Raúl Hernández, ofrecer la otra mejilla, tras haber sufrido una avalancha de balas, perdigones y lacrimógenos.
Aún Mohandas Karamchand Gandhi, pionero del pacifismo en el Siglo XX, tuvo que cargar con el karma de más de 650 mil muertos antes de concretar su sueño independentista. Y él mismo murió abaleado, en 1948, víctima del fundamentalismo.
V
La resonancia cognitiva como arma ideológica se sustanció en un documento de amplia difusión al inicio del régimen: La reunión de circunstancias y hechos favorables al actual tránsito pacífico no quiere decir que esta coyuntura sea eterna e inmutable. El tránsito pacífico o violento de la revolución depende de factores objetivos y no exclusivamente de la voluntad de la dirección revolucionaria. La vieja política cohabita con la V República, pero no la acepta voluntariamente, es una cohabitación forzada por su derrota y debilidad, por su actual inferioridad de fuerzas. La vieja política genera constantemente contrarrevolución para desestabilizar el proceso de cambio. Nadie puede jurar que los viejos factores de poder no sean tentados por la desesperación y la aventura, lo que obligaría a la dirección revolucionaria a enfrentarlos en otros terrenos. 
De ahí viene la famosa frase: ¡Vienen por mí!  Y la actitud ambigua de Chávez cuando Raúl Castro le pillara en flagrancia, a comienzos del 2009, conspirando con los defenestrados y auto criticados Felipe Pérez Roque y Carlos Lage, según aseguró el ex Canciller mexicano Jorge Castañeda a la Revista Newsweek.
En cuanto a la disonancia cognitiva para fracturar a la oposición, Alberto J. Vollmer, perteneciente a una de las más antiguas, distinguidas y pudientes familias venezolanas, sostiene: Los robos y atropellos perpetrados contra el patrimonio nacional, [...] no lo han sido sólo en materia económica, sino que hemos permitido que nuestro patrimonio moral haya sido vulnerado en forma significativa. Los miles de millones de bolívares que se robaron miles de pícaros, a quienes todos conocemos en Venezuela, son nada en comparación con el deterioro sufrido por el país en su tesoro ético, heredado de nuestros libertadores y mantenido por las generaciones anteriores. Se ha [...] permitido que se haya robado y despojado a la confianza, a la esperanza, a la cultura y a todos los demás valores de nuestra tradición y nacionalidad... 
Horacio Martínez complementa tal concepto: En la disonancia cognitiva interviene el factor Romeo y Julieta. La tragedia ocurre porque Capuletos y Montescos se oponen a su relación. Los amantes, en fuerte compensación a dicha oposición, rompen las reglas y valores, y tal acción les cuesta la vida. Lo que pudiera ser enunciado como una Ley de Newton psicológica: a una fuerza dada, se le opone otra de igual magnitud y dirección divergente, o, dicho de otra forma, una reactancia psicológica. La moraleja del drama consiste en que, cuando la persuasión fracasa no solamente dejan de pasar cosas, sino que, a veces, se producen conductas opuestas y de igual intensidad a las propuestas, cuyos resultados son catastróficos. 
León Festinger sostiene que en la mente toda persona puede distinguirse conocimientos o cogniciones, esto es, todo lo que sabe sobre sí misma, su conducta y circunstancias; y que algunos de estos elementos pudieran ser contradictorios, no sólo lógica sino psicológicamente.
Ofrece el ejemplo de que si sé que el semáforo debe ser respetado, al saltarme la luz roja estoy contraviniendo mi propio compromiso. A estas contradicciones Festinger, las denomina disonancias cognitivas. Cuando se presentan, el individuo se obliga, para su propia protección,  a minimizarlas: No le pares, al fin y al cabo, ¿quién no se salta un semáforo? Esta elaboración implica un cambio en su conducta, si es posible. Y si no lo es, lo cual ocurre en muchos casos, le induce a modificar sus conocimientos, o la revaloración de las mismos.
Para Dick Morris, romper un compromiso es como renunciar al alcohol: Quien lo hace, enfrenta un conflicto permanente entre su sed interior y la obligación de abstenerse. Por eso, el que quiera reposicionarse deberá luchar contra la conformidad y la rutina, y afirmar su determinación de abrir una nueva senda.
VI
La tercera pata sobre la cual el régimen castro-narco-madurista se afianza es la corrupción. Sin normas ni tribunales que penalicen a los corruptos de manera contundente, eficaz y ejemplar, o que sólo se activen contra los disidentes del régimen, tampoco existe presión social para que los chavistas se porten bien, y más bien priva lo que el poeta Juan Liscano llamó Instinto al botín.
En tal entorno, el fetichismo del oro se impone sobre cualquier considerando, la sociedad se muestra totalmente permisiva ante al comportamiento antiético y, más bien, lo considera parte de su idiosincrasia: El crimen sí paga; no me den, pónganme donde haiga; en este gobierno, el que no roba es un pendejo.
Ortega y Gasset no sólo reivindica a los valores éticos, sino que los considera perennes: Parece lo más verosímil que sea el dinero un factor social secundario, incapaz de inspirar la gran arquitectura de la sociedad. Es una de las fuerzas principales que actúan en el equilibrio de todo edificio colectivo, pero no es la musa de su estilo tectónico. En cambio, si ceden los verdaderos y normales poderes históricos -raza, religión, política, idea-, toda la energía social vacante es absorbida por él […] el dinero no manda más que cuando no hay otro principio que mande.
De ahí que los comunistas venezolanos hayan logrado, en un porcentaje significativo de la población, la ruptura definitiva con el compromiso ético y la consistencia o validación del mismo que la sociedad venezolana estableciera desde sus inicios republicanos, gracias entre otras perversiones, a la oferta implícita de enriquecimiento e impunidad para los que estén con el proceso.
Esto se  evidencia dramáticamente en la formación de mega-carteles oficialistas y mafiosos, los cuales se reparten todo lo que el país produce, lícita e ilícitamente:
1.    El más peligroso es el de Los soles, que, según la DEA, maneja la droga y las aduanas. A él se le atribuye la muerte del periodista Orel Zambrano, director de Radio América y columnista del periódico Notitarde, asesinado por un sicario en un centro comercial de Valencia (16/01/2009). Zambrano investigaba las conexiones entre los militares, los boliburgueses y los sicariatos en Carabobo, especialmente el deceso de Francisco José Larrazábal Álamo, abaleado el 5 de enero del 2009 en su haras San Francisco. También se le atribuye a la organización la iniciativa que terminó por centralizar los puertos y aeropuertos provinciales, para encubrir y proteger las fechorías que allí se cometen en la importación de víveres, denunciada por el gobernador Salas Feo, y el tráfico de estupefacientes.
2.    El más notorio es el llamado Dollar Today, convertido en noticia pública internacional por al juicio celebrado en Miami contra el director de Venoco, Franklin Durán, durante el cual actuaron como testigos los también indiciados Guido Antonini Wilson y Moisés Kaufman, y los escándalos del Stanford Bank y Rosemont Corporation.
3.    Otros carteles se ocupan de la industria, la propiedad urbana y la propiedad rural. O sea,  del resto.
Nadie puede expresarle abiertamente sobre estos temas, ni aún en privado, pues pudiera ser que alguno de sus interlocutores sea compinche de estos sindicatos criminales.

El problema es que, como vaticina la gaita La grey zuliana: Acabaron con la plata/ y se echaron a reír,/pero les puede salir/el tiro por la culata. Porque en el aire se huele que ya pasó el auge y comenzó la miseria de Chávez, una leyenda urbana.

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