martes, 17 de septiembre de 2019


Colombia no puede quedarse sola


Es una ardua espera;

ver los días pasar,

ver las noches llegar.

Y, excepto las horas,

nada pasa y nada queda.

Quema esta soledad.

Familia, amigos y conocidos,

empiezan a ser anodinos.

Y nada pasa, nada queda.

Y siguen turnándose los soles

a los que oigo reír de que esté sólo.

Solo tengo el desespero

de una ansiedad no resuelta

pues nada pasa y nada queda

De la inacción, por Nemo


 Llegada del Presidente Juan Guaidó y su esposa a la frontera del Táchira con Santander Norte (cortesía de El Tiempo de Bogotá)

Luis García Planchart

A medida que el régimen usurpador de Nicolás Maduro se mantiene empoderado, las posibilidades de que Venezuela recupere sus libertades se vuelven más distantes

Ante la inacción de Estados Unidos y los demás países que reconocieron a Juan Guaidó, a principios del año, como Presidente Interino de Venezuela, y la mutación de las amenazas de estas naciones en discusiones bizantinas en los foros diplomáticas y medidas que, en nada, afectaron el tren de vida del tirano criollo ni la de sus cómplices del crimen organizado, el Grupo de Lima se ha ido despegando del asunto, y, sus cancilleres, dedicándose a otros menesteres.

A esta actitud, hay que sumar la de la población venezolana, pasiva y resignada, manipulada como lo ha estado por la hegemonía cultural en sus necesidades básicas por más de veinte años. Así lo asegura el profesor Mark Steele–: Es gente que ha recibido refuerzos positivos –como el Clap y los bonos del Carné de la Patria–; si se porta bien; refuerzos negativos  –como la represión– y castigos –como la prisión y las torturas–; si se porta mal; al propio estilo skinneriano.

Sin olvidar el aporte perverso que al condicionamiento colectivo, neuronal y sicolinguístico, han hecho los traidores de la oposición, como Pedro Pablo Fernández –quien vendió al partido socialcristiano Copei al ilegítimo–, Claudio Fermín –el mayor cabrón de la política venezolana–, Henry Falcón –que engañó a sus votantes desde la gobernación de Lara, como lo hiciera su compañero golpista, Francisco Arias Cárdenas, desde la gobernación del Zulia– y Timoteo Zambrano –expulsado de Acción Democrática por sapo–.

Frente a esta conjura anti–venezolana, en la cual figuran también políticos como António Guterres, Secretario General de la ONU –comprometido como el resto de los socialdemócratas europeos en la preservación del infame régimen cubano a como de lugar–, Íñigo Errejón –asalariado de Hugo Chávez Frías, Nicolás Maduro y los fundamentalistas iraníes Mahmud Ahmadineyad y Hasán Rohaní– y Giussepe Conte –Primer Ministro de Italiano, a quienes sus paisanos llaman El títere–, por sólo mencionar a tres durigentes de alta envergadura, Colombia se está quedando íngrima y sola.


 Campos de coca en el Distrito Catatumbo del Departamento de Santander Norte  (cortesía de El País de España)

Sola, mientras los narcoguerrilleros comunistas matan aspirantes a los cargos electivos en la presente campaña electoral –ya van siete asesinados– para robarse sus alcaldías y otros puestos por forfeit.
Íngrima frente a la guarimba de su frontera con Venezuela, establecida por elenos, faracos y paramilitares que se rigen, desde el año 2000 –según The Wall Street Journal– por  órdenes de Hugo Chávez de inundar de cocaína a Estados Unidos.

Órdenes que les obligan a trabajar con la narcoguerrilla colombiana –según la nota citada–, pues el objetivo del llamado Cartel de los Soles no sólo ha sido el lucro de sus generales –el cual se da por descontado–, sino –: Usar  a la cocaína como un arma estratégica contra Estados Unidos.

No se trata de un concepto inventado por el eterno y occiso comandante, pues, en el proyecto de dominación planetaria del maximalismo, siempre hubo la idea de desmoralizar al enemigo, haciéndolo narcodependiente o, al menos, así fue planteado en esta región del mundo desde la época del Che Guevara.

En ocasión del III Foro de Sao Paulo, el rol de la droga se volvió a replantear –implícitamente al menos–, al ser escogida como una de las fuentes básicas de financiamiento para reinstaurar la Revolución Cubana al sur del Río Grande –las otras dos fuentes elegidas fueron el petróleo de Venezuela y los recursos naturales de la Amazonia y la Orinoquia, entre ellos, los metales nobles, los minerales raros y las maderas de las selvas tropicales–.

Pese a que Estados Unidos se comprometió formalmente a ayudar a Colombia si Maduro llegara a agredirla militarmente; pese a que Guaidó solicitó la aplicación del TIAR ante la OEA, y dicho organismo la aprobó; pese al impacto que tuvieron las declaraciones de la ex presidenta de Chile sobre la crisis humanitaria y los atropellos de la tiranía en Venezuela; Colombia está sola, como le tocó estarlo durante la gestión del presidente Álvaro Uribe Vélez.

Ahora, el presidente Iván Duque enfrenta una campaña comicial donde hay más de un lobo –y una loba– disfrazados de ovejas, y unos forajidos que se quitaron la caretica para seguir extorsionando, secuestrando y exportando dolor, sangre y miseria al resto del mundo. Frente a la posibilidad de que Argentina vote por el Binomio de Oro de los Fernández; y a la más que probabilidad que  Smarmatic emcumbre al incendiario y cocalero Evo para su tercer período.


 Incendios en la Amazonia Boliviana, para despejar el terreno y plantar coca destinada a Brasil (cortesía de Google)

En Colombia hay, por ahora, 1 millón 800 mil venezolanos. Y en Venezuela queda, al menos, una cifra parecida de colombianos.
Por esa, entre otras razones, Colombia no puede quedarse sola.
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