lunes, 2 de septiembre de 2019


La estrategia bisagra

Luis García Planchart

Colombia comparte con Venezuela una frontera de más de 2.219 kilómetros.
Desde que Venezuela se transformó en servidumbre de paso para las narcoguerrillas del ELN y las FARC –a raíz de la subida al poder del comandante golpista Hugo Chávez Frías–, los caminos verdes de la frontera funcionaban con la estrategia de la guarimba; esto es, las guerrillas se enfrentaban al Ejército de Colombia, y atravesaban la los límites al otro país para resguardarse.


Con la usurpación del gobierno por parte del tirano Nicolás Maduro, y la necesidad que su cúpula cívico–militar tiene para mantenerse empoderado de los negocios de elenos y faracos –envíos de coca a Estados Unidos y Europa, metales nobles y minerales raros de la Orinoquia, contrabando armas y de hidrocarburos de Venezuela a Colombia, trata de personas, lavado de dinero y cualquier negocio sucio que les venga en mente–; ahora la estrategia es otra, y se conoce como efecto bisagra.
El efecto bisagra, planeado desde La Habana por los amos de Nicolás Maduro, consiste en establecer, a todo lo largo de la frontera, una franja de tierra de nadie –no–man´s land, en inglés–, donde desarrollar la Cuarta Etapa de la Guerra Revolucionaria –La Insurrección– que, según León Trotsky, se caracteriza por: …Al contar los rebeldes con áreas suficientemente grandes para usarlas como “santuarios”, instalan en ellas un gobierno de apariencia legal, el cual les procura relaciones y prestigio internacionales; crean un ejército regular y comienzan a manipular a la población residente, política e ideológicamente.”
Para poder lograrlo, el combo integrado por Iván Márquez, Jesús Santrich y alias El Paisa necesitan pactar con el ELN, prácticamente propietario de la mayor extensión de los cultivos de coca del país, ubicados en el Distrito Catatumbo del Departamento Norte de Santander, y contiguos al Estado Zulia, en Venezuela.
Ideológicamente, este pacto no es sencillo, pues los elenos predican la Teología de la Liberación, mientras que los faracos son castrocomunistas. Pero, como dice el refrán, el amor y el interés se fueron al campo un día, y más pudo el interés que el amor que le tenía.
Por lo pronto, aquí en Colombia, al menos en la prensa, ya la guerra arrancó.
En El Tiempo de Bogotáde ayer, salen dos notas de primera página que remiten al cuerpo 1.8 y 1.9.
Dice el headline de la primera que, Alza el dólar se comienza a sentir hasta en los precios del pan. Después, en el sumario, aclara que el mayor incremento (un 11%) es para los productos importados.
Finalmente, aclara que productos como el pescado enlatado (que fuera del atún, viene de Perú) y la comida para mascotas subieron el doble de como lo hicieron el año pasado.
La de la siguiente página es más tendenciosa aún.
De acuerdo con el Dane, organismo oficial que da la estadísticas, se generaron más empleos en julio, pero entraron más ciudadanos al mercado laboral”. El periodista pone en duda que el gobierno de Duque logre bajar la tasa de desocupados al 8%, y da 5 razones para su predicción, La cuarta es El migrante, e inculpa en ella a los venezolanos.
En la calle, el ciudadano de a pie comienza a tragarse la infame mentira de que la situación venezolana se debe al bloqueo económico del Presidente Trump. Algunas de las personas con las cuales hablo creen que lo malo de Colombia es que nunca haya mandado un presidente de izquierda.
En una reciente charla de café, muy grata y enriquecedora que tuve con tres intelectuales colombianos, todos expresaron gran preocupación, por lo siguiente:
1. Observan mucha ignorancia histórica entre los estudiantes universitarios, en especial, sobre la época independentista.
2.  Creen que la infiltración ideológica del comunismo en los claustros es un proceso lamentable, que va in crescendo. Lo han observado en la Universidad de Los Andes, y les preocupa muchísimo, pues algo similar está sucediendo en la Pomtificia Javeriana. Aparentemente, los infiltrados se aprovechan del gap generacional de los millenias y centenialls para lavarles el coco, y orientarlos hacia los antivalores del socialismo del Siglo XXI.
3. Mencionan el apoyo que reciben los grupos de presión opinática del comunismo, que los recibe con los brazos abiertos. Citaron el caso de la bióloga transgénero Brigitte Baptiste, recientemente electa rectora de la EAN, un hecho inaudito en el mundo académico de Colombia. La EAN se autodefine como especializada en Metodología Virtual, promotora del networking y con la mejor tecnología backward.
Esta historia es una repetición de lo que ocurrió en España, cuando la extrema izquierda se propuso defenestrar a Mariano Rajoy, y lo logró. De una manera impensable, el periódico insignia de la campaña fue El País, y quien la financió fue George Soros.
La española fue una estrategia bizarra. La de acá, una estrategia bisagra.

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