martes, 22 de noviembre de 2011

La verdad, toda la verdad y nada más que la verdad

Pequeñas y grandes mentiras
Se decía que había tres grandes mentiras venezolanas:
1.Préstame cien, el quince te los pago (la del que está pelando)
2.Nos llamamos (la del que no quiere saber más de tí)
3.No te preocupes, chama. Va sólo la cabecita (la del novio impaciente).
Si fuera todo tan sencillo, éste sería Bambilandia, el país donde los chicos son felices y gozan más.
Infortunadamente, el venezolano se ha acostumbrado a vivir entre tanto cuento que la sinceridad le parece vulgar. Que ha convertido en su leiv motiv la línea del bolero que reza: Miénteme una eternidad/ que me hace tu maldad feliz.
No asevero lo anterior sólo por el Guasón, quien lleva 13 años mintiéndole al mundo descaradamente, y a quien le calza como un guante a la mano la descripción que de Pinocho da Víctor Hugo en Los Miserables, obra favorita del régimen:
La mentira es lo absoluto del mal. Mentir poco no es posible; el que miente, miente en toda la extensión de la mentira; la mentira es precisamente la forma del demonio. Satanás tiene dos nombres: Se llama Satanás y Mentira.
Los demonios de la mentira
Desde luego, no son únicamente los nacidos en esta ribera del Arauca vibrador quienes moran en ese mundo demoníaco.
Como le comentaba a Esther, una de mis seguidoras, he sido muy cauto al mencionar el posible vínculo entre Alan Greenspan, ex Presidente de la Reserva Federal de EEUU, y el Club Bilderberg, formado por Los amos del mundo o los dueños del Poder detrás del poder.
Si mi hipótesis sobre la complicidad de este jerarca en la bancarrota financiera actual y general fuese incorrecta, entonces no quedaría otra que suponer que quien por tantos tuvo tan alta investidura no era más que un perfecto idiota, o un dinosaurio perteneciente a la extinta especie de los responsables de la megacrisis de los años 30 del siglo pasado.
Lo cual no resulta creíble, ¿verdad?
Además del nunca bien explicado asesinato de John Kennedy, que habla por sí sólo, Hay numerosos materiales que he investigado, dan bases ciertas a la formación de estos grupos de comportamiento mafioso, a los más altos niveles de los gobiernos y los poderes financieros, y apuntalan la veracidad de la Teoría de la conspiración. El Club Bilderberg no se formó de un día para otro, sino que se fue gestando en base la impunidad. Para muestras, vale un botón:
Edwin Howard Armstrong fue un genio, olvidado por las grandes corporaciones electrónicas de EEUU, que plagiaron sus patentes, le opusieron un impenetrable e incosteable escudo legal y le condujeron al suicidio (1954).
Empero, Armstrong, Mr. High Fidelity, cambió cuatro veces la Historia de las Telecomunicaciones.
-En 1912 inventó el circuito de realimentación -feed back-, que permite transportar sonido utilizando como portadoras a las ondas electromagnéticas
-En 1918, el circuito superheterodino, con el que funcionan el radar y los receptores y transmisores de radio y TV
-En 1933, la modulación de frecuencia (FM)
-En 1944, el superradar, con el cual se guían los aviones y misiles no tripulados.
Sus innovaciones hicieron posible la transmisión radioeléctrica, el sonido de alta fidelidad y la Conquista del Espacio.
Como Rudolph Diesel (inventor del motor diesel), Wallace Carrothers (inventor del nylon) y Paul Schmit (inventor del cohete espacial), Armstrong fue otra víctima de una guerra secreta, cuyos crímenes siempre se ocultan (Ruyard Kipling).
A la anterior lista del famoso Premio Nóbel hindú yo añadiría un quinto protagonista: Nikola Tesla, inventor, ingeniero mecánico e ingeniero eléctrico y uno de los promotores más importantes del nacimiento de la electricidad comercial, cuyas innovaciones y mejoras y sus teorías establecieron as bases de los sistemas actuales de potencia eléctrica por corriente alterna (CA), incluyendo el polifásico de distribución eléctrica y el motor de corriente alterna, que tanto contribuyeron al nacimiento de la Segunda Revolución Industrial.
Por si fuera poco, y además lo anterior, Tesla contribuyó en gran medida al desarrollo de la robótica, el control remoto, el radar, las ciencias de la computación, la balística y la física nuclear.
En 1943, la Corte Suprema de los Estados Unidos le reconoció como Inventor de la radio. Sin embargo, acusado de formular hipótesis aparentemente increíbles y casi inverosímiles sobre la posible evolución de la ciencia y la tecnología, Tesla fue considerado un científico desquiciado y relegado del sitial donde debería estar, muriendo en la carraplana de Ño Leandro la edad de 86 años. Pero el producto de su imaginación cayó en los bolsillos de los dueños del Poder detrás del poder.
El Poder detrás del poder en Venezuela
Antes de que las trasnacionales petroleras de EEUU y Europa formaran el cártel de Las cinco hermanas, en Venezuela ocurrió un hecho cruento e inédito en su devenir histórico: el magnicidio del Comandante Carlos Delgado Chalbaud, miembro de la Junta Militar que gobernaba al país desde el derrocamiento de Rómulo Gallegos el 2 de diciembre de 1948.
Juan Bautista Fuenmayor, ex rector de la Universidad Santa María -y mi profesor en Filosofía y Economía-, publicó en el exilio Aves de rapiña sobre Venezuela, bajo el pseudónimo de Norman H. Dupray; título y autoría fusilados por algún interesado en desacreditar la obra, en un pasquín donde se difamaba algunos simpatizantes del gobierno caído de la manera más ruin. Es posible que la publicación de tal porquería haya formado parte de la estrategia de desinformación del famoso y antes mentado Club, que ya afilaba sus garras.
Lo cierto es que Fuenmayor, quien se fue a Chile huyéndole a la Seguranal tras el fracaso de la huelga petrolera de 1952, realizó una extraordinaria investigación y juntó más que evidencias que apuntaban a la Standard Oil Company como la presunta autora intelectual del magnicidio.
Delgado Chalbaud pertenecía a la godarria provincial y era el más inteligente y culto de Los tres cochinitos, ya que se había graduado en la Academia Militar de Saint Cyr como oficial del Ejército Francés e Ingeniero Civil y Militar, con los mayores honores de su promoción.
Delgado Chalbaud había sido un viajero cosmopolita, a quien se le recibía como un par en los salones de la nobleza y la alta burguesía del Viejo Mundo.
Por eso, Delgado Chalbaud visualizaba a Venezuela más cerca de Europa que de EEUU, y creía poseer la clave para reducir la influencia estadounidense en Venezuela, magnificada por la cercanía con la superpotencia del Norte.
Consideraba que, al darle las nuevas concesiones a las petroleras holandesas e inglesas, balancearía el poder omnipotente del Imperio. Aunque estaba de acuerdo en otorgar más concesiones, no estaba conforme en que éstas fueran a parar a la compañía de Rockefeller; sino que había decidido ofrecerle la totalidad o un peso mayor en el reparto a la Royal Dutch Shell.
Su victimario, el general Rafael Urbina, en cambio, despreciaba a los holandeses por su pragmatismo a ultranza.
Les conocía bastante bien, pues muchos antillano-neerlandeses residían en Coro, su provincia natal. Agregaba a esta xenofobia, común entre los descendientes de los inmigrantes vascos que poblaron Coro en el Siglo XVI, un anticomunismo feroz, tal como se practicaba entonces en Norteamérica.
Creía que Delgado Chalbaud era un blandengue. Estimaba que, por su causa, Rómulo Betancourt retomaría el poder a corto plazo -lo cual, en efecto, sucedería-. Aspiraba a triunfar, para establecer en Venezuela un régimen a lo Trujillo o Somoza, con el visto bueno de los yanquis. Por otra parte, describía a Betancourt como un topo comunista.
Los gringos apostaban a lo seguro, hipótesis sobre la cual existen opiniones y documentos muy valiosos que la soportan. No querían a un caudillo de vieja data como Urbina en Miraflores, pero tampoco a Delgado Chalbaud. Preferían a Pérez Jiménez, quien les favorecería a la hora del reparto.
La conjura y sus resultados

La CIA conoció y aprobó la conspiración contra Delgado, promovida por la petrolera yanqui y el Grupo Uribante. Por su lado, el FBI sustentó a Pérez Jiménez, exonerándole de toda culpa en el magnicidio, y poniéndole en sus manos el timón de Venezuela.
Los resultados de la investigación, realizada por el FBI, fueron compilados en cuatro gruesos volúmenes, que se distribuyeron profusamente entre los medios pero que, más tarde, se recogieron.
En ellos no se incriminaba a Pérez Jiménez, pues el asunto había sido solventado a priori. Las preguntas fueron entonces: ¿Por qué se confiscaron los libros? ¿A quién o quiénes señalaban las pesquisas del FBI? Porque señalaban un tenue vector hacia la Seguranal, y esto a Don Pedro, su Director, no le hacía pizca de gracia.
Delgado Chalbaud no murió en las primeras de cambio, donde sí quedó desfigurado su escolta, el teniente Julio Bacalao Lara. Como sucedió con el torero Paquirri, se desangró internamente, sin creer que la vida se le escapaba por las tripas.
Al caer en manos de la Seguridad Nacional, los Urbina fueron ejecutados ipso facto. La familia del general recibió asilo diplomático en EEUU. Antonio Aranguren, que trabajaba como apoderado de la Creole Petroleum Corporation, propiedad de la petrolera estadounidense, purgó una pena larga en los calabozos de la dictadura. Al volver la democracia y recién recuperada su libertad, desapareció, misteriosamente, mientras sobrevolaba Barlovento.
Que Pérez Jiménez estuviese o no involucrado en la conjura nunca fue demostrado, ni se desprendía tácita o explícitamente de los resultados de lo investigado por el FBI. El texto íntegro estuvo en mi casa, por años, y pude leerlo y releerlo a mis anchas.
En 1967, cuando vivía y trabajaba en San Juan de Puerto Rico, hice amistad con un ex agente de la CIA, quien se había retirado y gerenciaba la la oficina de DuPont De Nemours en Borinquen –firma estadounidense que siempre acogió a su retiro a los ex funcionarios del espionaje estadounidense-.
Nos relacionamos muy bien, y él me comentó sobre su experiencia profesional –en fin, lo que pudo o quiso decirme-. Entre lo que me informó, se hallaba una visita realizada Caracas, meses antes el magnicidio, donde los involucrados le informaron sobre lo que iban a hacer y cómo iban a realizarlo.
Esta pequeña historia ilustra la posición del State Department frente a Chávez. Mientras no cometa un error fatal, le dejarán en paz. Pensar en una invasión de los marines es una utopía y una necedad.
Lo demuestran acciones como las del Centro Carter, al cohonestar los fraudes de las elecciones del año 2000, equiparándolos a los problemas en Florida para decidir el triunfo de Bush o Gore. Quienes recontaron los votos en Jacksonville, habrían puesto el grito en el Cielo si se hubiesen embarrado las manos con excretas, como aconteció en Mérida, la ciudad de los caballeros y de las cinco águilas blancas.
Lo cual me lleva al principio del blog, a las grandes y las pequeñas mentiras. Y la necesidad de misionarse para saber la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.

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