viernes, 2 de septiembre de 2016

¿A dónde irán los narcorruptos? (Parte 1)
Puede haber democracia sin socialismo, pero no socialismo sin democracia.
José Manuel Martín Medem, periodista español

Dado que contra la actual banda de narcorruptos que nos desgobierna hay solicitudes de aprehensión y denuncias regadas especial mas no exclusivamente en EEUU, y en vista que, presumiblemente, cuando se abra la Caja de Pandora del chavomadurismo estas medidas crecerán y se desparramarán como arroz; muchos se preguntan –y me preguntan– que a dónde se expatriarán los incoados por fruslerías tales como el lavado de dinero y los delitos de lesa humanidad. Lo primero que les respondo es que ese no es problema mío, pues en realidad no lo es.
Más adelante, recapacito y concluyo que sí, que lo pudiera ser, pues mientras más no tengan a donde ir, más se aferrarán al poder como lo hacen, mezclando escenas de viejos mítines de Chávez para enmascarar la pérdida de calle de Maduro –especialidad de Diosdado Cabello en su versión desde que metió a  ancla del Canal 8– e inventando cuentos que nadie se traga como los de la guerra económica y la reedición de los nuevos paracachitos, apresados ayer gracias a la sagacidad de ese ejemplo del pundonor castrense llamado Néstor Reverol.
Contacto en La Habana –The Havana Connection–
La primera ocurrencia de los desgobernantes pudiera ser Cuba. Pero pudiera resultares una mala idea. Fíjese, amigo lector, lo que le pasó, por ejemplo, a Carlos Salinas de Gortari.
Salinas fue Presidente de México entre 1986 y 1994. Ascendió a la primera magistratura tras una elección tamizada por el fraude, según lo denunciara su contendor Cuauhtémoc Cárdenas.
Al poco tiempo de dejar el cargo, su hermano Raúl fue arrestado y condenado por tráfico de influencias, corrupción, evasión fiscal y autoría intelectual del asesinato de su ex cuñado, el diputado José Francisco Ruiz.
Carlos huyó del país y, en 1996, se mudó a Cuba, donde coincidió en la misma residencia de El Vedado con el mayor narcotraficante de México, Amado Carrillo Fuentes, El señor de los cielos. De Cuba también escapó, pues los hermanitos Castro Ruz le echaron mano a su billetera, al descubrir una de sus numerosas cuentas que el azteca tenía en paraísos fiscales por –se estima– unos US$ 200 millones.
Raúl Salinas quedó en libertad en el 2005, tras más de 10 años de presidio.  Otro de los hermanos, Enrique, investigado por Interpol por lavado de dinero, fue asesinado en el 2004, en circunstancias aún no esclarecidas.
Contacto en La Habana 2 –The Havana Connection 2–
En 1973 Richard Nixon se vio obligado a crear la DEA, con una misión única: controlar, reprimir y disminuir el tráfico y marketing de drogas en EEUU, aplicando normas estrictas y ejecutando complejos y multimillonarios programas conjuntos en los países donde se cultivaban, manufacturaban y desde los cuales se exportaban los narcóticos.
En 1989 fueron fusilados en La Habana el general Arnaldo Ochoa y el coronel Antonio de la Guardia. Sobre esta decisión tomada por Fidel Castro, experto también en salpicar de mierda leyes como su propio Código Penal –donde se  había excluido la pena capital para ganarse el saludo a la bandera de la izquierda enquistada europea–, actuando como todos los sátrapas comunistas al condenar a priori a los indiciados –a la manera de Stalin, Mao, Pol-Pot, Chávez y Maduro–.
Sobre esta acción vil de cargar sobre un chivo expiatorio sus propios crímenes, José Manuel Martín Medem, ex corresponsal de Radio Nacional de España en Centroamérica y Radio Televisión Española en La Habana, publicó en  2014, El secreto mejor guardado de Fidel – Los fusilamientos del narcotráfico.
Se trata de un ensayo amargo, donde Martín, admirador de Fidel al principio, termina expresando su desencanto –tal como ocurre hoy con millones de Chávez y hoy no saben de que palo ahorcarse ni de que palos ahorcar a sus antiguos líderes–.
Asegura Martín: Fidel es imprescindible para la historia de Cuba y de América Latina. En su inicial revolución nacionalista estaban ya las tres banderas de los que ahora son los mejores gobiernos de América Latina: la defensa de la soberanía nacional, la justicia social y la integración latinoamericana.
Más tarde, Martín se desdice: Fidel convirtió una isla en una nación pero se apoderó de ella y, al imponer su poder absoluto con la justificación de que resultaba imprescindible para defender la soberanía nacional amenazada por la voracidad depredadora de EEUU, impidió la libertad individual y el desarrollo de un auténtico proyecto cubano de socialismo. Hizo falsamente incompatibles la defensa de la soberanía nacional y el derecho a la autodeterminación personal. Puede haber democracia sin socialismo, pero no socialismo sin democracia.
En el contexto de esta mutación revolucionaria, Martín revela otro importante dato. La conexión del castro comunismo con el narcotráfico.  Comenta tanto el libro El rey de la cocaína (2012), de Ayda Levy, viuda del narcotraficante boliviano Roberto Suárez, como sus encuentros con la autora.
Levy le asegura a Martín que su marido y Pablo Escobar Gaviria viajaron de Bogotá a La Habana en enero de 1983 para reunirse con Fidel. Quien los invitó a Cuba fue su embajador en Colombia, Fernando Ravelo. Que viajaron en el jet de Escobar, cenaron en la Marina Hemingway con Arnaldo Ochoa y Patricio de la Guardia y, al día siguiente, acordaron con José Abrantes, Ministro del Interior, pagar un millón de dólares diarios por el uso del espacio aéreo y las aguas territoriales de Cuba en el tráfico de coca hacia EEUU.
Tras el acuerdo, Ochoa transportó en helicóptero a Suárez y Escobar a Cayo Piedra, donde los esperaban Fidel y Raúl Castro. Según Levy, esa conexión duró cerca de dos años, en los cuales La Habana habría recaudado unos US$ 500 millones.
La Teoría de la conspiración (El poder tras el poder)
En entrevista posterior, concedida por Martín al Diario de Cuba y frente a las preguntas del medio, el periodista se desveló, sin querer queriendo, partidario de la Teoría de la conspiración o del Poder detrás del poder, como mejor le suene. amigo seguidor.
El Diario de Cuba pregunta: ¿Por qué no se produjo en 1963 la invasión de Cuba, uno de los objetivos del asesinato del presidente Kennedy? ¿Por qué el presidente Johnson ordenó detener las denuncias contra Castro, cuando todo había sido preparado por la CIA para presentar a Oswald como el asesino dirigido desde Cuba? ¿Por qué no hubo una represalia de la Administración Bush contra la Revolución Cubana en 1989 cuando tenían las pruebas sobre el narcotráfico desde Colombia hacia EEUU a través de la Isla?.
Marín responde: Acusar a Fidel por el asesinato de Kennedy habría descubierto los planes de la Casa Blanca para que la CIA y la Mafia eliminasen a Castro. Acusar a Fidel por el narcotráfico habría confirmado la complicidad de los presidentes Reagan y Miguel de la Madrid con el Cártel de Medellín para financiar a la contra nicaragüense y su responsabilidad en los asesinatos del agente de la DEA Camarena y del periodista Buendía. Fidel lo sabía todo. Sobre el asesinato de Kennedy –la CIA y la Mafia estaban penetradas por los ojos y oídos del dictador– y sobre el narcotráfico dirigido desde la Casa Blanca. Así que le dieron espacio para el silencio.
La organización de la producción y marketing de las drogas en carteles mafiosos no sólo sirvió a los intereses de individuos y grupos al margen de la ley, si no que, asimismo, creó ganancias indescriptibles para gobiernos y corporaciones legítimas: Reagan organizó con la CIA un ejército de mercenarios –la Contra– para combatir desde el resto de Centroamérica al gobierno de Nicaragua. Cuando el Congreso de EEUU prohibió la financiación de dicha guerra, el Consejo de Seguridad Nacional de EEUU armó una red comercializadora de coca con productores de Bolivia, Colombia y México, para financiar en secreto a los contras.
El film Matar al mensajero (2014) relata dicha conspiración, en cual también tuvo un rol estelar el presidente mexicano Miguel de la Madrid, apoyado por su Dirección Federal de Seguridad. La policía política mexicana asesinó a Enrique Camarena, agente de la DEA y a Manuel Buendía, periodista mexicano, cuando ambos descubrieron la triangulación de la CIA con la insurgencia nicaragüense y los carteles de Guadalajara y Medellín.
Estas operaciones las dirigió, desde la Casa Blanca, el comandante Oliver North, empleando como brazos ejecutantes in situ a los cubanos Félix Rodríguez y Luis Posada Carriles; una información que figura en la autobiografía de Rodríguez –El guerrero de las sombras–. El  ex agente de la CIA fue famoso por su participación en l Bahía de Cochinos, la caza del Che Guevara y sus vínculos con George Bush durante el escándalo Irán-Contra. Rodríguez fue condecorado con la Estrella de inteligencia al valor y logró nueve Cruces a la Bravura por su desempeño en Vietnam.
Es obvio que tal como están las cosas actualmente, Cuba no es una buena solución para los futuros escapistas venezolanos. A Raúl le interesa mucho más sus nuevos vínculos afectivos con Obama y, probablemente, con Hilary. Hasta más le sirve el aislacionismo de Trump, si éste llegara a ganar. Panamá no quiere más venezolanos, y mucho menos a los inscritos en sus papeles. En Bolivia ya no tendrán cabida, luego que Evo salga. Te prometido, amigo lector, que seguiré investigando opciones para determinar, ¿A dónde irán los narcorruptos? Eso sí, para que se vayan rápido.

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