domingo, 22 de enero de 2017

Arrechera militar
Wolfgang Nahmens Larrazábal.

Antecedentes
El 23 de enero de 1958, un movimiento cívico-militar derrocó al gobierno de Marcos Pérez Jiménez, quien voló a la República Dominicana a bordo del avión presidencial DC–4, “La vaca sagrada". El 1° de enero del mismo año, cazabombarderos Vampire y Venom surcaron los cielos y lanzaron algunas bombas sobre Miraflores, despertando a toda Caracas. Por otra parte, hacia la capital también se vinieron los tanques desde Maracay, al mando del Teniente Coronel Hugo Trejo, y Radio Maracay transmitió los bandos de los golpistas.
El asombro fue mayúsculo, incluso para los oficialistas, pues un mes antes hubo un plebiscito para mantener en el poder a Pérez Jiménez, dándole solidez a su régimen y legitimidad ante las FFAA.
La Junta la constituyeron el contralmirante Wolfgang Larrazábal, el oficial de de mayor jerarquía y rango por su antigüedad como presidente, y los coroneles Carlos Luis Araque, Pedro José Quevedo, Roberto Casanova y Abel Romero Villate. Al amanecer del 23, los venezolanos protestaron por la presencia en la Junta de Gobierno de Casanova y Romero Villate, reconocidos miembros del perezjimenismo; quienes fueron obligados a renunciar y a los que reemplazaron al día siguiente los empresarios Eugenio Mendoza y Blas Lamberti .
He escrito algunas crónicas sobre el 23E, pero quisiera recordarlo hoy en la pluma de mi extinto y queridísimo amigo Wolfgang Nahmens Larrazábal, prematuramente fallecido por esa epidemia mortal llamada cáncer y que, sólo en la última década del pasado siglo, acabó con 300 millones de personas, la población actual de EEUU y México. Repito aquí las palabras del sicólogo y matemático ruso Peter Ouspensky sobre el pasado–: Lo importante no es lo que fue, sino lo que pudo haber sido; no es lo que será, sino lo que pudiera ser.



Miembro de una gran familia naval

Nací entre de militares, para ser más específico, marinos de guerra. Cuando empecé a tener uso de razón  por allá en el año 1954, mi abuelo Fabio ya estaba retirado de la fuerza, activos andaban mis tíos Wolfgang, Carlos, Ricardo Sosa; mi padre, Oscar  luego con el correr de los años otros primos se agregarían a la gran familia naval. Como Carlitos, Gustavo, etcétera.
Cae la dictadura de Pérez Jiménez en 1958, y yo, que era un niño, viví junto a mamá y mis hermanos aquellos momentos de angustia, recuerdo en pantalla grande el 1° de Enero, cuando veníamos a Caracas a saludar a la familia de mamá por el Año Nuevo –vivíamos en Maiquetía–, y en medio de la plaza de Catia, papá giró inesperadamente para retomar la autopista de vuelta. Pasararían a partir de esa tarde 22 días para volver a ver a papá, y de paso enterarnos que tío Wolfgang era Presidente de Venezuela.
No voy a entrar en detalles de aquellos días porque están recogidos suficientemente en la historia de Venezuela y de mi familia.
Pero en esa época y los años siguientes hubo un permanente contacto con los militares y especialmente con la Marina, lo que me permitió ver, oír y oler a los hombres que con su coraje y temple derrocaron al dictador de turno.
Luego por esa misma cercanía me entró el gusano de seguir los pasos y aterricé un día en el Liceo Militar Ayacucho, lo cual me permitió tener un contacto desde la base con militares de las diferentes fuerzas, recuerdo a los tenientes Bustamente Morantinos, Rojas Lugo, Pastrán Matute y Pérez Milano, entre otros, hombres muy  jóvenes que nos ayudaron a formar y a educar.
Pero no contento con esto un día le dije a papá–: Me voy a la Escuela Naval, y él, siempre muy equilibrado me dijo– Piénsalo bien, no es una vida fácil, me comentó. No lo comprendí al momento, después  de hablar con amigos me convencí que no era para mi.


Pero no quiero desviarme del tema central. En todos esos años y los que siguieron, siempre, inclusive hasta ahora, he tenido contacto con amigos y compañeros, que ya por los años que han pasado la gran mayoría está retirada de servicio activo.

Chávez no mereció llamarse “comandante”

Conocer como civil a las FFAA no es fácil y no pretendo erigirme experto en asuntos militares, solo digo que conozco mucha  de esa gente y a sus familias.
Es así que cuando Chávez –no lo llamo comandante, ni presidente, no se lo merece– trató de subvertir el orden, allá en 1992, me indignó, ver no solamente a quienes le acompañaron en esa desventura, si no que le reclamé y le he reclamado a mis amigos de la FFAA, el haber permitido que un grupo de infiltrados hayan ingresado en las FFAA y en especial en el ejercito, con la sola idea de tomar el poder y llevar a cabo una revolución que nadie les pidió hacer.
Hice lo que cualquier venezolano pudo cuando Chávez se lanzó a la candidatura presidencial, campaña en contra, por qué no creí en su verso ni en su carisma, y, desafortunadamente, estuve en lo cierto.
Hoy, en este instante que escribo estas líneas, veo en la televisión que la GN y el Ejército atacan a inocentes que lo que quieren es votar, no me queda duda que aquellos hombres de las FFAA ya no existen y los que quedan –me refiero a los oficiales–, porque los soldaditos sólo obedecen órdenes, en su mayoría no son soldados de la Patria sino simples mercenarios, que se venden al mejor postor, hasta que demuestren lo contrario
No quiero expresar la arrechera que siento al ver estas actuaciones, pero si quiero decir que el Pueblo una vez más se está levantando y como pasó en el 1958 vamos a triunfar.
Con control y serenidad pero con mucha decisión vamos a triunfar.
Ni un paso atrás.


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