lunes, 30 de enero de 2017

Aquí sí se habla mal…

Ayer, Diosdado Cabello, en un acto de arrogancia o de supervivencia –ambas lecturas son válidas– inició una campaña para prohibir hablar mal de Chávez en las dependencias públicas.
Motivó el héroe de la toma del Canal 8 en 4F la necesidad de esta campaña en lque nadie ensucie la imagen del eterno y difunto comandante. Será, más bien, que la recuerde, porque con el hambre y la arrechera que hoy sienten más del 80% de los venezolanos, los únicos que quieren recordar a Chávez pudieran ser quienes pertenecen al reducido grupo del chavismo sin Maduro.
A muchas personas les molesta y me lo han hecho saber el por qué yo me meto con la oposición y dejo en paz al gobierno. En privado, cuando hablamos sobre temas que no deben discutirse públicamente, algunos me dan la razón y otros se acercan a dármela. Es que, como afirmara Santiago Ramón y Cajal–: Nuestros políticos adelantan en sus carreras a fuerza de fracasos, como los militares a fuerza de recibir heridas.


Diosdado y Jessi en el Cielo

Uno de mis críticos, inteligente, culto y comunicador, me exige que, antes de opinar, me pregunte a quién beneficiará lo que yo exprese.
Quiero decirles a él y todos que acepto sus sugerencias, defendiendo empero mi derecho a expresarme con libertad, como lo hiciera  Quevedo en su tiempoy con el suyo–: El asunto de la jodienda no tiene enmienda.
Hagamos un rotundo examen de algunas de mis denuncias durante la larga existencia del régimen de Chávez, donde mucho de lo que anticipé se está dando.


Jessi en suelo, tras la rendición de su comandante

Así recordé el primer aniversario del 11A en El Diario de Caracas–:
Sucedió hace un año, pero parece que fue ayer. Estuvimos allí, con a centenares de miles de manifestantes. Juntos marchamos hasta la Plaza O´Leary, y fuimos testigos de los primeros caídos, en una acción a la cual algunos politólogos llaman ahora “la dosificación de la muerte”.
Delante de nosotros iba un camarógrafo, con su chaqueta de color naranja, fosforescente, que le identificaba como corresponsal de la Agencia Reuters. Súbitamente el aire tembló entre nosotros y un proyectil se enterró en el pavimento. “Es de grueso calibre”–: atinó a decirnos.
Mientras pensábamos en la velocidad del sonido ¡que cantidad de estupideces se le ocurren a uno, mientras peligra la vida!, decidimos poner pies en polvorosa.
Regresar fue un poco más difícil: las estaciones del metro se iban cerrando, una a una, mientras los altoparlantes voceaban–: “¡Código 4, código 4!”
Más tarde, en aquella Caracas surrealista donde algunos morían y otros almorzaban,  llegamos a un modesto restaurante pues, ¿sabe, amigo lector?, ¡el miedo da hambre! Y allí nos quedamos, clavados frente a una pasta a la boloñesa que no pudimos comernos, atrapados por las imborrables escenas que transmitía en vivo la televisión. Eran imágenes que parecían provenir de otros lugares del planeta, Kosovo, Israel, Irak. Es que la seductora atracción de la violencia pareciera tener el mismo argumento e idéntica iconografía. A través de los siglos, amén.
Por eso no podemos hoy, objetivamente, discurrir sobre el 11-A. Quien diga lo contrario, miente, pues ningún ser humano u organismo social es capaz de saber cuál será su apariencia final,  cuando se halla postrado, apenas consciente, confinado en terapia intensiva, tras haber sufrido horribles traumas y superado la primera de una serie de dolorosas operaciones que, quizás algún día, le devolverán su funcionalidad.
Cuando podamos escribir sin pasión sobre lo ocurrido, haremos historia. Mientras tanto, no nos cabe más alternativa que emplear a la imagen literaria del periodismo, reivindicada por el profesor Humberto Cuenca, para contribuir a que emerja la verdad.


11A: La marcha que sí llegó a Miraflores

Conocerla plenamente tomará mucho más de los 100 días que propone la Coordinadora Democrático. Sobre estas consideraciones, pesa una fecha que hoy algunos celebran y otros lloran. Mas, por ahora, no queda otra que contemplar, impotentes, la espiral de silencio que comunican una oposición sin liderazgo y un oficialismo comandado por los oficiales que  ganaron la batalla del 11A. Podríamos, sí, contentarnos pragmáticamente, con la afirmación del único general de seis estrellas que tuvo EEUU, Douglas MacArthur–: “No hay substituto para la victoria”. Pero, al hacerlo, nos movería sólo la frustración, la herramienta menos indicada para recordar a aquél 11A.
Esto fue lo que publiqué el 17 de marzo del 2003,
Chávez pudiera compensar a los aliados más radicales de Venezuela ayudando a los terroristas. Mientras Washington prepara una movida militar de alto riesgo en el Golfo Pérsico, Irak, Libia e Irán se preparan para darle un golpe bajo a los EEUU. Miles de agentes árabes trabajan arduamente para ayudar a Chávez a apoderarse de Pdvsa  y crear bases terroristas afectas a Al-Qaeda, a tan sñolo dos horas de vuelo de Miami.
Los asesores árabes refuerzan a un contingente considerable de para reorganizar los servicios de seguridad en Venezuela, asimilar sus industrias básicas  conforme a modelos totalitarios y reprimir cualquier movimiento popular de oposición–: “Lo que suceda en Venezuela puede afectar la forma en que se pelee la guerra en Irak; según lo asegurara el general James Hill del Comando Sur”.


Chávez: Favorito de los medios (Imágen de CNN)

Por su parte, Julio César Pineda aeclaró–: Chávez está planificando coordinar una estrategia anti-americana con países terroristas; quien aseguró conocer correspondencia entre el presidente venezolano y Muammar Qadaffi, sobre la necesidad de solidificar los nexos entre los movimientos de liberación en el Medio Oriente y América Latina y utilizar el petróleo como un arma económica.
Al exhortar a sus compatriotas a regresar a sus raíces árabes, Chávez  voló varias veces a Libia, Irak e Irán , y firmó tratados de cooperación mutua con todos estos gobiernos, cuyos espías viajan masivamente a Venezuela para pasar inadvertidos entre n una comunidad de cerca de medio millón de árabes que viven en el país.
También expuse lo siguiente:
El pasado 10 de enero, 18 técnicos libios que viajaron de Trípoli a Caracas, fueron recibidos en  Maiquetía por Al-i Ahmed, jefe de la “Comisión Libia” en Venezuela, acompañado por la diputada Cilia Flores del MVR.
Nicolás Maduro y Juan Barreto, otros dos jefes del MVR, quienes realizaron un largo viaje a Trípoli en el 2000, también formaron parte de la comitiva que facilitó el ingreso de los libios que desembarcaron del vuelo 534 de Lufthansa.
El alto nivel de seguridad desplegado por la llegada de los libios  fue para evitar  las protestas habidas en días anteriores, tras la entrada de iraquíes, iraníes y sirios, cuando pasajeros enfurecidos golpearon los mesones, vociferando “¡Fuera...! ¡Fuera...!”, en protesta por lo que muchos venezolanos consideran una injerencia extranjera en los asuntos internos del país.
Hemingway  solía decir que el buen periodista poseía dos talentos adicionales al de saber escribir: un sexto sentido para prever las consecuencias a futuro de las acciones al presente, y el que la información le buscara a él –en vez de ir corriendo, micrófono en mano, tras las noticias–.
En el 2003 nadie hubiera creído que Donald Trump sería electo Presidente de EEUU. Y que uno de sus primeros decretos sería prohibir el ingreso de ciudadanos de 9 países levantinos, bajo la presunción de que la finalidad de su viaje a la súper potencia, bien como inmigrantes legales o refugiados, no tendría otro objetivo que la comisión de actos terroristas.
Hoy ese mismo veto presidencial podría ser extendido a otras naciones, por ejemplo, la nuestra, cuando es pública y notoria su función como santuario y base de milicianos iraquíes, iraníes y libios, y el recién nombrado Vicepresidente de la República comparte doble nacionalidad como sirio y venezolano.
Ese mismo año, en julio, revelé lo siguiente sobre la presenta corrupción del Jefe del Estado–:
Se nos informó de una sorpresa imprevista durante la investigación que comanda el juez español Baltazar Garzón sobre la corrupción y el BBVA, la cual planteó el Fiscal del Ministerio Pública durante la 5ta. audiencia del proceso.
El escándalo se vincula con el lavado de dinero en paraísos fiscales de Europa, así como evasión de impuestos y contribuciones no declaradas a políticos latinoamericanos, en su mayoría con tendencias autocráticas, como Alberto Fujimori y Hugo Chávez Frías.
El caso contra Chávez abarcaría otros aspectos delictuales como la aceptación de dinero sucio proveniente de empresas extranjeras, burlando los controles aduanales; soborno a funcionarios públicos y el lavado de dinero utilizando a empresas off–shore creadas desde Venezuela.
No es la primera vez que en Venezuela, aparece el uso de las off–shore, legitimación capitales de dudosa procedencia o el blanqueo dinero sucio, como ocurrió en el caso de la “donación” hecha por el BBVA  a Chávez. Las investigaciones nunca las realiza la DISIP o el CICPC, sino la Interpol y el FBI, organismos policiales a los cuales el juez Garzón solicitó pruebas y evidencias para seguir la ruta del dinero.
Así se descubrió que Chávez poseería un banco financiero off shore denominado “Concertina NV”, registrado en mayo de 1997 por los sus operadores financieros en Aruba, Curazao y Grand Cayman. Concertina no sólo recibió un par de depósitos del  BBVA (US$ 525 mil en diciembre del 1998 y US $1.000.000 en julio de 1999. Además, depósitos del Banco de Venezuela por US$ 1.800.000 de 1999  al 2000, y, también, aportes por US$ 2.500.000 del grupo chileno CorpBanca, como “contribución a las campañas electorales de 1998 –Presidencial–, 1999 –Constituyente– y 2000 –Presidencial–”.
Adicionalmente se investiga cómo se pudo constituir la banca Financiera Concertina NV, y se encontró que Luis Miquilena había sido su socio hasta hace poco y que en la Junta Directiva de la financiera aparecen apellidos como Avalos, Bernal y Cisneros.
Las pesquisas continúan y quizás, por eso, el recelo del presidente venezolano hacia el juez Garzón  y la justicia española.
Si en aquellos tiempos otros medios masivos, que eran independientes, le hubieran hecho seguimiento a esta noticia, a lo mejor no tendríamos que haber esperado hasta el 2015 para enterarnos, gracias a los Papeles de Panamá y a la Cantata Criolla desatada en EEUU por los chivatazos de oficiales de alta graduación y ex funcionarios del régimen narco comunista sobre el saqueo cometido por los comunistas para el incremento galáctico de su riqueza. Pero ese modo de ser venezolano –¡Déjalos que roben! Ahora les toca a ellos…–, ciertamente fue el comienzo de la impunidad cuyos amargos frutos ahora nos tragamos.


Todavía me lo pregunto...

Tras El firmazo –operativo organizado por la Coordinadora Democrática para recoger las rúbricas de los electores solicitando el referendo revocatorio a Chávez– el régimen publicó los nombres y cédulas de los firmantes –la famosa Lista Tascón– en varios periódicos, entre ellos El Diario de Caracas, del cual yo era Subdirector. Aunque me opuse tenazmente a dicha medida, nada podía hacer para evitarla a que las órdenes venían de Marketing, y la publicidad había sido pagada de antemano, en efectivo y a precio de páginas completas sin descuento.
Empero, escribí y puse en primera página la siguiente información–:
Cacería de bobos en la FAN
Hasta nuestras oficinas se acercó un joven oficial, solicitando dos ejemplares viejos del periódico. Al preguntarle que para qué los quería, profundamente consternado, nos explicó que la solicitud era de su comandante, a quien le acusaban de haber aparecido, supuestamente en las listas publicadas en ediciones pasadas en El  Diario de Caracas.
No encontramos en nuestra base de datos nada relacionado con su nombre ni el de su jefe.
Tras conversar varias horas con el, nos dijo que tanto su oficial superior como él mismo habían servido bajo las órdenes de uno de los generales que se pronunciaron contra Chávez en Plaza Altamira.
Nos parece temerario iniciar una cacería de brujas en la FAN, o intentar tomar por bobos a sus miembros. Hasta donde sabemos, la Fiscalía Militar no conoce este asunto. Es importante recordar que a los gobiernos no los tumban los oficiales de mayor rango, es entre los comecates y en la base de un Ejercito donde realmente está la fuerza. Son los propios gobiernos quienes se cavan sus tumbas por malas prácticas durante las gestiones públicas.
Podría llenar un libro con las advertencias que hice sobre las infamias dek gobierno de Chávez. Pero me voy a detener con esta última, que se explica por sí sola–:
El presidente Chávez insiste en amenazar con el cierre a las  televisoras, con base a las “averiguaciones administrativas” que ordenó realizar  tras el paro. A los medios impresos ni siquiera hay que gruñirles, sobre ellos se cierra, inexorablemente, el torniquete representado por la falta del recurso básico de la industria editorial, el papel. La ministra Nora Uribe lo anunció en Washington–:  “Los medios no son prioritarios para la asignación de divisas”.


En eso y también en lo otro...

Por lo pronto, los empresarios gráficos han anunciado el despido de más de 150 mil trabajadores, si no se cubren muy pronto  estos déficits. En los quioscos se notan estas fallas a la legua, no sólo el tiraje periodístico se ha reducido a la quinta parte y el número de páginas a un tercio, sino que muchas publicaciones, nacionales y extranjeras, brillan por su ausencia.
En El Diario de Caracas nos preguntamos, ¿qué pasará luego? Porque pareciera una carrera contra el destino. ¿Cuál destino? Le toca al alto gobierno definir qué pretende con las medidas de Conatel, la Ley Mordaza y el torniquete Cadivi. No podemos imaginarnos siquiera que el presidente considere golpistas, terroristas y oligarcas a 150 mil personas que nos ganamos honradamente la vida en estos menesteres. Mientras tanto, seguiremos escribiendo, que algo queda.

Estuve en El Diario de Caracas, diciendo lo que sabía y adobándolo con lo que sentía, hasta que, por instrucciones de José Vicente Rangel, lo compró Perucho Torres Ciliberto, quien era uno de los testaferros del Vicepresidente de Chávez, y que terminó formando parte de la coral de la Cantata Criolla en EEUU, bajo –me imagino– la figura de testigo protegido, pues en sus delaciones echó hasta las tripas. Es por eso que hoy, acercándonos al infame 4F, no le compro a Diosdado el Aquí no se habla mal de Chávez. Aquí sí se habla mal. De él y todos sus cómplices y colaboracionistas.

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