miércoles, 1 de marzo de 2017

La última de las estafas

La libertad no es solo un derecho sino una necesidad.
Cada persona es única y tremendamente especial.
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Ayer supe que una investigación sobre los contenidos de las redes sociales en Venezuela, realizada al azar y comparada con estudios similares llevados a cabo en países como Perú y Colombia, la información que fluía a través de las nuestras estaba cargada de intrascendencia y frivolidad. Cuando se realizó la evaluación aparecía, reiteradamente, la noticia sobre la muerte por hambre de un menor –como lo único importante a comentar durante el día– así como gran cantidad de chismes y humoradas, pero nada de política, economía o relativo a la sociedad y el cambio posible.
Hice un corto comentario a través de un grupo del cual soy miembro, y lo reenvíe a mis otros contactos personales. Recibí una respuesta dura, de un querido pariente y gran amigo, donde me recriminaba el por qué no me parecía trascendente lo del niño muerto de hambre, en un país que había recibido la millonada en dólares producto del boom petrolero durante los gobiernos narco chavistas.
Le respondí que no era yo quien calificaba o descalificaba la información de las redes sociales, sino los analistas de las agencias internacionales de inteligencia los encargados de hacerlo y que, dado que en el Tercer Mundo se mueren a diario de hambre miles de niños, es posible que el dato para ellos no fuera relevante; sobre todo si se compara con lo que sucede actualmente y al respecto en África.

Hegelich: el 56% de los mensajes xenófobos contra los refugiados viene de EEUU



Es básico, querido seguidor y querida seguidora, que usted abandone sus prejuicios y preconceptos y se ubique en el universo del observador objetivo, pues entender lo que realmente está pasando es el primer escalón para transformar lo que le disgusta.
Simon Hegelich (@SimonHegelich), profesor de la Universidad de Múnich, investigador de redes sociales, analista de contenidos, especializado en la piratería contra las redes sociales. Hegelich viene haciéndole seguimiento a la xenofobia contra los refugiados en Alemania, desde hace varios años, y ha llegado a la conclusión de que el incremento de las protestas callejeras está relacionado íntimamente con el incremento de las notas publicadas en la web, 56% de las cuales provienen en bloque de EEUU y el resto pareciera haber sido escrito caso por caso.
Hegelich también ha determinado que es posible adquirir servidores que se inmiscuyan en las redes sociales y alteren sus mensajes, por ejemplo, comprar me gusta al por mayor y esparcirlo a diestra y siniestra. Aunque es a la Premier Ángela Merkel a quien han perjudicado más los contenidos trucados, ninguno de los partidos germanos admite haber participado en su elaboración; y pareciera ser que de dónde sí vienen los tiros es de Moscú.

Merkel: Víctima favorita del hackeo ruso




En  Venezuela, aunque indudablemente hay el hackeo en bruto, la intrascendencia y frivolidad a la cual se refieren los analistas no se debe a la causa y efecto de la actividad del régimen, sino a la de quienes deberían combatirlo.
Hoy, verbigracia, en el programa Primera Página de Globovisión, Ramón Muchacho, Alcalde de Chacao, volvió por peteneras a defender la unidad de los opositores que abracen la fórmula del cambio pacífico, constitucional y democrático, propuesto por la MUD para sacar a Maduro de Miraflores, fallida en el referendo que no hubo el 2015 y –según su misma opinión– también fracasada ahora, pues tampoco habrá elecciones este año – ya que el régimen no ganaría ni siquiera en comicios para elegir juntas de condominio, y si no gana no compite–.

Muchacho: No habrá elecciones, pero la única forma de salir de Maduro es votando



Y al pedir la unidad nacional, palabra más palabra menos, pontifica contra quienes no comparten su postura incoherente, irracional, absurda–: No tenemos poder ni ganas de cambiar las cosas por la fuerza, ni tampoco las fuerzas para hacerlo. Si alguien en la oposición los tiene, ¡adelante!  O sea, otro leñazo más contra los guerreros del teclado.
Más o menos es lo que sostienen las cartas de Enrique Ochoa Antich y Eduardo Fernández, padre hijo, el primero, abortista de la marea humana del 11-A, los otros dos, destructores del partido socialcristiano COPEI; denunciados por Luis Betancourt Oteyza en su recién publicado y documentado artículo Desahogo contra los alcahuetes.
La función de los contenidos políticos de nuestras redes sociales, a mi entender, no debería ser mantener la apatía, el escepticismo y la pasividad de los manifestantes potenciales adversos al castro–comunismo, sino, al contrario, crear un clima favorable al cambio entre quienes pueden lograrlo, por los medios que fueran precisos en defensa de la soberanía nacional, eliminación de las narco–guerrillas y los colectivos paramilitares,  derrota de los ejércitos extranjeros de ocupación nacional y restablecimiento del régimen de Derecho para institucionalizar al país. Una acción parecida a la que ejecutaron las redes levantinas antes de las acciones de calle de la primavera árabe. Si no, Internet, calificada en sus inicios como La última de las libertades, se convertiría en Venezuela en La última de las estafas.

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