sábado, 21 de octubre de 2017

El fascismo criollo (V)

Capítulo XII
El fascismo según Perón y Vargas

El concepto fascismo se incorpora a la historia de América Latina tras la fundación del partido socialdemócrata Apra, fundado en 1924 por el ex comunista Víctor Raúl Haya de la Torre  en  Perú, y reafirmado durante los gobiernos de Getulio Vargas en Brasil y Juan Domingo Perón en Argentina.
La superficialidad del análisis político en esos años, que oscilaba entre el artículo periodístico y el formalismo  jurídico, llevaba a las analogías simples. La importancia del  fascismo después  de la II Guerra Mundial en los países democráticos y no democráticos y el renovado interés que la ciencia política ame­ricana otorgó al significado de concepto de totalitarismo –definiendo con él tanto al estado nazi–fascista como al estalinista–, popularizaron el uso del adjetivo empleo fascista para calificar a los regímenes autoritarios surgidos aparecidos  fuera  del contexto  europeo.




"Do not cry for me, Argentina!..."

Así se explica por qué el vocablo se convirtió en la grosería por excelencia en el lenguaje entre militares, periodistas y ensayista latinoamericanos. El fascismo de quienes  pertenecen a  la izquierda socialista y comunista o a la derecha conservadora y liberal, se ha integrado  por unanimidad tanto a la imaginería política. Con el crecimiento de las Ciencias Sociales, los conocimientos sobre la teoría  política se enriquecieron, y hubo que volver a pasar por un tamiz los cosas de Perón y Vargas, asociándolos más al concepto de populismo.  En  los  años setenta, volvió a la orden del día naturaleza fascista de los años treinta.
El fascismo en America Latina se asocia más a Argentina que a Brasil.  que al caso brasileiro. El nombramiento de Perón como  Ministro del Trabajo en 1943 provocó una imponente movilización popular, y la reorganizaci6n del sindicalismo que vino luego generó una vasta discusi6n acerca de la especificidad del régimen instaurado. Empero,  el  Estado  Novo  de  Vargas, decretado en  1937, no  obstante su legislación !aboral  de corte fascista, resultó de menor impacto. El estigma fascista del peronismo fue ampliamente propagado por la prensa americana y europea, en  plena sucesi6n presidencial.


Mussolini, el inventor del fascismo original

Después de la II Guerra Mundial utilizaci6n del concepto populista para caracterizar a los regímenes de Perón y  Vargas  se generalizó en el argot de las Sociología latinoamericana. Recurriendo esta aproximación, se infiere que el  fascismo es un  movimiento propio de la clases media en colisión con el  capitalismo,  el socialismo, las trasnacionales y la aristocracia obrera. Se afirma también que las tres principales familias políticas derivadas de la Revoluci6n Francesa corresponden a  bases sociales diferentes: la derecha, apoyada en la burguesía; la izquierda, en los obreros, el campesinado y el lumpen; el centro, en las clases  medias. Si se considera que en toda persona hay dos tendencias, una democrática y otra extremista, se concluye en que el fascismo es un extremismo de centro, inclinado a la derecha y sostenido por las personas acomodadas de los países económicamente atrasados –como fue el salazarismo en  Portugal–  y  un otro de  izquierda apoyado  esencialmente por los obreros los países emergentes –como lo fueron el peronismo y el  varguismo–.
Si se quiere comprender  mejor  la  naturaleza  política de los mandatos de  Vargas  y  Perón,  primeramente  hay  que correlacionar la cronología de sus períodos, pues ambos dirigentes latinoamericanos arribaron al poder con una diferencia de 16 años. Vargas se convirtió en jefe de la transición al triunfar la Revolución de Octubre, en 1930; Perón fue electo presidente en 1946. Empero, el tiempo se constriñe y aproxima a estos dos líderes entre 1950 y 1954, cuando ya son las cabezas de sus regímenes, también los une, cuando abandonan el poder casi simultáneamente: Vargas se suicida en agosto de 1954; Perón es derribado en noviembre de 1955.
Vargas y Perón aprovecharon la guerra, para modificar sus economías agroexportadoras por la sustitución de importaciones. La  industrialización,   combinada con el proteccionismo estatal en las industrias básicas y las inversiones extranjeras fue la llave del éxito. La  principal  diferencia estuvo en la relación gobierno y masas.
Vargas desarrolló un lento y progresivo proceso de movilización  social, que comenzó en los años cuarenta y se potenció entre 1950 y 1954, para desembocar con las  reformas sociales de Joao Goulart, heredero político de  Vargas, entre 1961 y 1964, que originó origen de la intervenci6n militar  de  1964. Per6n,  por  el  contrario,  provoca  en  el  primer  periodo (1945-1948).

Capítulo XIII
¿A dónde va América Latina?

Desde la fundación en 1990 del Foro de Sao Paulo por el longevo dictador comunista Fidel Castro y el  presidente del partido de los trabajadores de Brasil, Luis Ignacio Lula Da Silva, se abrió una nueva etapa para el fascismo latinoamericano. Al evento asistieron muchos de los futuros mandatarios de la región, entre ellos Hugo Rafael Chávez Frías.




 El Diablo, para legitimar al "foropaulismo", negoció con Jesuscristo Súper Star

En el siguiente encuentro, efectuado en La Habana tres años más tarde, se exaltó a la Revolución Bolivariana y el triunfo de Chávez; a Rafael Correa y su  Revolución Ciudadana en Ecuador; la posibilidad del triunfo indigenista de Evo Morales en  Bolivia. Con todo ese abanico de celebraciones, brotó el entusiasmo entre los participantes, y se armó un proyecto de integración regional, totalmente inédito, cuyo primer capítulo fue la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños –Celac–.
En esta reunión, el objetivo principal fue lograr la unidad de las fuerzas de izquierda, los partidos y movimientos progresistas, de aquéllos que consideraban necesario un sistema diferente al capitalista para salir de la pobreza y la explotación inicua que las trasnacionales, el sistema financiero internacional y los EEUU ejercían sobre los pueblos de América Latina.
Lo más resaltante fue el nacimiento del foropaulismo o versión actualizada del fascismo. Se aprobó allá relanzar a la Revolución Cubana en América Latina, financiándola con el petróleo venezolano, la coca andina y la madera amazónica.
En su discurso final, Fidel Castro encendió la mecha del detonante–:
Es por ello que el otro punto que nosotros llevamos a la conferencia cumbre, como una cuestión esencial, fue lo relacionado con la integración de América Latina, y cuando hablamos de ella como aspiración de América Latina, hablamos de su integración económica y política. No es una cuestión de sentimentalismo […] Los tiempos son muy difíciles, pero tengo la más absoluta convicción de que con el valor y la inteligencia de nuestro pueblo y con la solidaridad de ustedes, que de forma tan espontánea y tan generosa se ha expresado en esta reunión, el pueblo cubano, en el que tendrán ustedes el más firme y leal compañero de lucha, sabrá luchar, sabrá cumplir con su deber y sabrá llevar adelante su propósito de salvar la patria, la Revolución y las conquistas del socialismo.[1]
El mensaje caló hondo entre el nuevo liderazgo latinoamericano, pero cada asistente lo interpretó a su manera.
Los Kirchner decidieron adaptar la idea básica a su esquema extremista de centro, que les funcionaba bien, castigando de cuando en vez a los inversionistas buitres, como lo hicieron al manejar el default de la deuda externa. Evo Morales comenzó a planear su asalto al poder con el dinero de la coca, para vencer al capitalismo de Santa Cruz. Ollanta Humala vio en el llamado del tiranosaurio cubano, su tabla de salvación en el chavismo. Ortega, las FARC, todos salieron bailando en un solo pie.
Para Hugo Chávez el primer Foro fue una revelación, y el tercero una revelación.
Aprendió a manejar los medios audiovisuales imitando al finado Renny Otolina, el mejor presentador de la televisión habla hispana, y dedicó horas a estudiar sus viejos vídeos.
Decidió, como el Führer, particularizar su discurso básico según el auditorio. Al hablarle a los sin tierra, les prometió apoyo oficial para sus invasiones; a los desempleados, préstamos sin interés; a los indigentes, autoestima; a los jóvenes, idealismo y revancha.
Una y otra vez atacó a los corruptos, a adecos y copeyanos, que trajeron pobreza y desocupación, acabaron con la agricultura y arruinaron la clase media. A quienes le seguían lealmente y le tapaban sus errores, les empleó como promotores, en un trabajo político diario y muy bien remunerado.
Los marginales lo escuchaban en éxtasis, sintiendo que, ¡al fin!, sus sueños iban a materializarse, y ellos ocuparían los primeros puestos en la Revolución. Convencidos de la seriedad de sus planteamientos, se apoderaron de las plazas públicas e intentaron hacerlo con las universidades nacionales, adorando al comandante presidente como amo del discurso y rey de la movilización popular, con una pasión cuya fuerza y vitalidad sólo él, entre los políticos de su generación, logró generar.
Chávez invadió todos los espacios mediáticos, públicos y privados, y controló todas las instituciones del país. Así como Mussolini quería recuperar la grandeza de la Roma Imperial para Il Faccio[2], Chávez se proponía recrear a la Gran Colombia, añadiéndosela al Brasil gobernado por Lula y, ¿por qué no?, reiniciar la Revolución Tricontinental dejada trunca por el Che Guevara.
Por eso apoyó a las FARC, al indigenismo y al panarabismo, que visualizaba como picos de la sierra neo–marxista. Creía en la guerra revolucionaria, y consideraba a Marulanda a la par de Ho Chi Min, Castro y Mao. Pero su ilusorio proyecto murió con él en La Habana, en circunstancias y fecha tan inciertas que han hecho creer a muchos de sus camaradas que la causa de su fallecimiento no fue precisamente el cáncer, sino la desatención o mala praxis de los médicos cubanos. Al morir, en lugar de una gloriosa Gran Colombia, lo que Chávez legó dejó fue una paupérrima Cubazuela, desprovista, además, de moral y luces.
Las alianzas entre la guerrilla colombiana y los carteles de la droga intensificaron en Venezuela y sus fronteras con Colombia la producción, el tráfico y el consumo de estupefacientes a niveles nunca vistos, el robo a granel de automotores, el atraco a instituciones financieras, la tortura atroz a los enemigos de la causa y la vacuna o peaje para  que los extorsionados evitaran mayores males.  Cuando cayó de Fernanhino, capo del cartel más poderoso de Brasil, declaró ante las autoridades al referirse a las FARC–: Les enviaba 10 millones de dólares mensuales por sus servicios.



El general mexicano Jesús Gutiérrez Rebolledo, "Zar de la droga" y narcotraficante

Las FARC comenzaron aplicando el secuestro en Venezuela a los empresarios agropecurarios, justificándose en los prejuicios y preconceptos de la izquierda latinoamericana sobre la propiedad privada de la tierra, aunque los hacendados venezolanos nada tuviesen que ver con los antiguos latifundistas rusos.
Después, la lista de secuestrables se extendió a otras personas y actividades económicas, así como a sus hijos y parientes más cercanos. La guerrilla plagió a Richard Boulton, piloto; a Maritza Serizawa, médico –a la soltaron a solicitud de Chávez–; a Enrique Aguirre, ingeniero; a Hildegart Sanoja, ama de casa; y a  tres jóvenes estudiantes: Cástulo Ferrer, Hermir García y Adelmo Rangel.[1] Asimismo, en el año 2000 llevaron a Colombia al primer lugar mundial en secuestros, con más de 3 mil víctimas, un equivalente al 61% de la sumatoria global.[2]
Aunque las FARC negó su vinculación con la mayoría de estos hechos y sólo los reconoció cuando podía presentarlos como políticamente correctos, los cabecillas de los secuestradores fueron siempre los mismos, a sus víctimas las encanaban en territorio colombiano y la liberación de los cautivos se logró, casiexclusivamente, negociando directamente con la guerrilla.
Un secuestro conllevaba meses de preparación. Además del más concienzudo estudio de los hábitos y costumbres del objetivo para seleccionar el momento ideal de su captura, los victimarios tenían que conocer, con mayor precisión que el mismo gobierno, los guarismos, locaciones y montos de sus haberes. Por eso, pocas veces erraban al tasar el rescate. Al plagiado o bien lo ocultaban soterrado durante largos períodos, o bien lo ruleteaban por varias conchas[3], hasta su liberación.


El presidente Andrés Pastrana y Tirofijo Marulanda dialogan cordialmente

Hemir García, venezolano de 18 años, de clase media, pasó 8 meses de penoso cautiverio, hasta que su familia, empeñándose hasta los tuétanos, pudo juntar los cobres del infame e infamante rescate. Él ofreció el siguiente y desgarrador testimonio:
Sé que estuve en Colombia porque atravesamos el Río Arauca. Por las noches caminaba mucho, a veces me trasladaban en lancha, con los ojos vendados, y durante el día me ocultaban en las montañas, en campamentos improvisados. Como venezolano me sentí traicionado, por eso le pido al gobierno que sincere su política y que sea diligente, para lograr un acuerdo de respeto a favor de las víctimas de este horrendo delito. No, no me iré de Venezuela. No podemos permitir que el país se nos escape de las manos.[4]
Planear un secuestro en Venezuela insumía hasta medio millón de dólares, dinero indispensable reclutar a numerosos cómplices y perpetradores, desde el financista hasta los carceleros. En este grotesco comercio participaban funcionarios activos y retirados de la seguridad del Estado, efectivos de las FFAA, delincuentes de cuello blanco y de cuello azul.
Los aprehensores usaban uniformes militares y empleaban armas de alta potencia –ametralladoras Uzi, fusiles FAL y pistolas Glöck–, fabricadas o comercializadas por la industria venezolana de armamentos.
Si el secuestrado oponía resistencia, era liquidado inmisericordemente, como hicieron con el abogado tachirense Pablo Andrés Díaz en 1997, a quien lo cosieron a tiros sus captores cuando pretendó huir. Llegó a tal punto la osadía de los secuestradores de las FARC que designaron públicamente, en la prensa colombiana, al ganadero venezolano Otto Ramírez como objetivo militar, al haberse opuesto a pagar la vacuna o, como le decían eufemísticamente los choros, el impuesto revolucionario.[5]
El secuestro de venezolanos, apoyado en una supuesta justicia de la causa revolucionaria, fue causante, entre otras distorsiones, de que la aseguradora y reaseguradora Lloyds de Londres creara una póliza especial para los plagios en Venezuela y la negociación con los captores en Colombia, que numerosas propiedades cercanas al territorio ocupado por la guerrilla se remataran a precios de gallina flaca y que el blindaje de automotores se  convirtiese, reservado en otros países para los políticos y personajes cébres, en una actividad dilatada y súper rentable.


[1] Castro Ruz, Fidel: Discurso de Clausura del Foro de Sao Paulo, La Habana (1993)
[2] Se refiere al trigo, y visualiza, icónicamente, el hecho de que cualquiera puede quebrar, con facilidad, una espiga; pero ninguno puede hacerlo con un haz. Aseveración que ha sido simplificada en la frase de calle: ¡El pueblo, unido, jamás será vencido!
[3] Diario El Nacional, Caracas  (22/07/00).
[4] Diario El Nuevo Herald , Miami (03/01/01).
[5] Lugares de ocultamiento.
[6] Diario El Universal, Caracas (06/03/2001).
[7] Diario El Nacional, Caracas (13/05/01).

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